El mundo rápidamente cambia, se transforma, evoluciona, se tecnifica, complejiza y con ello surgen nuevas necesidades para lo cual buscamos nuevas soluciones y aparecen emergentes problemas, como por ejemplo, con los efectos del cambio climático.
Hoy la globalización, lo instantáneo y lo desechable dominan nuestro actuar diario, modelo social y económico que ha demostrado no ser sostenible ni sustentable en su globalidad, situación que hace necesario replantear nuestra forma de vivir y definir cómo contribuir desde nuestras respectivas realidades.
Entonces, el escenario medioambiental que debemos enfrentar desde la sustentabilidad como eje común, se debe enlazar y complementar con los avances que la ciencia y la tecnología han logrado, para buscar alternativas viables para producir y conservar, comprendiendo que de esto depende algo tan esencial como es satisfacer nuestras necesidades básicas para hoy y mañana.
Por otra parte, vemos con asombro a la academia forzada a sacar la voz para manifestar su descontento por la disminución del presupuesto para la investigación y la ciencia, cuestión que esperamos se logre revertir con un amplio acuerdo nacional, ya que Chile necesita alcanzar un futuro integral, inclusivo y sustentable.
Manifestamos entonces claramente la necesidad de disponer de un Estado robusto que permita direccionar los desafíos de la ciencia, generando así planes estratégicos que la hagan conversar con el sector productivo, social y ambiental, para beneficio de la comunidad en su totalidad.
Necesitamos además incluir a niños, niñas y jóvenes para que de forma didáctica y pedagógica, descubran la importancia de la ciencia y la sustentabilidad, apostando por una educación que nos permita encontrar el equilibrio entre personas y ecosistema.
Debemos aprender a distinguir las necesidades reales y urgentes y con ello crear nuevos polos de desarrollo para crecer en armonía y respeto con nuestro entorno natural y humano. Necesitamos con urgencia que la ciencia se ponga al servicio de todos.