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Petricor, la razón por la que la lluvia huele tan bien

3 minutos de lectura

Mary Halton BBC, Ciencia

Nuestra alegría por sentir que cae agua del cielo después de un largo período de clima seco contribuye a que la lluvia nos huela tan bien. Pero, en realidad, también hay algo de química involucrada en ese efecto.

Bacterias, plantas e incluso rayos pueden tener que ver en ese agradable olor a aire limpio y tierra húmeda que experimentamos después de una tormenta eléctrica.

Conocido como petricor, este aroma ha sido perseguido por científicos e incluso perfumistas por su gran atractivo.

Tierra húmeda

Bautizado por dos investigadores australianos en la década de 1960, esta fragancia cálida y terrenal que experimentamos cuando la lluvia golpea el suelo seco es producida por bacterias.

“Estas criaturas abundan en el suelo”, explicó el profesor Mark Buttner, jefe de microbiología molecular del Centro John Innes.

“Entonces, cuando dices que huele a tierra húmeda, en realidad lo que estás oliendo es una molécula producida por cierto tipo de bacteria”, dijo a la BBC.

Esa molécula, conocida como geosmina, es producida por el Streptomyces (un grupo de actinobacterias, el género más extenso). 

Presente en la mayoría de los suelos saludables, estas bacterias también se utilizan para crear antibióticos comerciales.

Las gotas de agua que golpean el suelo hacen que la geosmina se libere en el aire, y en consecuencia, sea mucho más abundante después de la lluvia.

“Muchos animales son sensibles a ella, pero los seres humanos son extremadamente sensibles”, agregó el profesor Buttner.

Isabel Bear y RG Thomas, los primeros investigadores en nombrar el olor como petricor, descubrieron que en la década de 1960 ya era capturado para venderse, bajo el nombre de matti ka attar, en Uttar Pradesh, India.

Ahora, la geosmina se está volviendo más común como ingrediente para perfumes.

“Es un material realmente potente y huele como el concreto cuando llega la lluvia”, dijo la perfumista Marina Barcenilla. “Hay algo muy primitivo y muy primario en este olor”.

“Incluso, cuando se diluye enpartes en el rango de los mil millones, [los humanos] aún pueden detectarlo“, agregó.

Sin embargo, también tenemos una extraña relación con la geosmina: mientras que nos sentimos atraídos por su aroma, a muchos no nos gusta su sabor.

A pesar de que no es tóxico para los humanos, una cantidad mínima puede ahuyentar a las personas cuando la detectan en el agua mineral o el vino.

No sabemos por qué no nos gusta la geosmina“, comentó el profesor Jeppe Lund Nielsen, de la Universidad de Aalborg, Dinamarca.

“No es tóxico para los humanos en los rangos típicos encontrados, pero de alguna manera lo asociamos con algo negativo”, agregó.


La historia del término 

La palabra ‘petricor’ fue acuñada por los científicos Isabel Joy Bear y Richard Thomas en su artículo Nature of Argillaceous Odor (Naturaleza del olor arcilloso), publicado en la revista Nature en 1964.

La palabra viene del griego petros, que significa “piedra”, e icor, que significa “el fluido que fluye en las venas de los dioses”.


Plantas

Según el profesor Nielsen, las investigaciones también indican que la geosmina podría estar relacionada con los terpenos, la fuente de la fragancia en muchas plantas.

La lluvia podría provocar estas fragancias, según el profesor Philip Stevenson, un líder de investigación en el Real Jardín Botánico de Kew, Inglaterra.

A menudo, los químicos vegetales que huelen agradable se producen en los pelos [tricomas] de las hojas… y la lluvia puede dañarlos, liberando los compuestos”.

“La lluvia también puede romper el material vegetal seco, liberando sustancias químicas de forma similar a cuando se trituran hierbas secas, y el olor se vuelve más fuerte”, dijo a la BBC.

Los períodos muy secos también pueden hacer más lento el metabolismo de las plantas, con una lluvia renovada que le da un golpe inicial y hace que las plantas liberen un aroma agradable.

Las tormentas eléctricas también tienen una función al crear el aroma limpio y penetrante del ozono, causado por los rayos y otras descargas eléctricas en la atmósfera.

La profesora Maribeth Stolzenburg de la Universidad de Misisipi, Estados Unidos, explica: “Además del rayo, la tormenta eléctrica, y especialmente la lluvia, mejoran la calidad del aire. Gran parte del polvo, aerosoles y otras partículas se filtran por la lluvia y el aire se despeja”.

BBC
Infografía: Daniel Flores

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