Identificaron que la presencia humana durante la alimentación de las aves playeras migratorias cambia la distribución de éstas, aumenta el gasto de energía y puede poner en riesgo una travesía para lograr su reproducción
Las consecuencias negativas aumentan con la presencia de perros, personas paseando, marisqueando o cosechando algas, como el pelillo, algo común en Chiloé, durante la bajamar. Esto hace que las aves playeras migratorias como los zarapitos de pico recto Limosa haemastica, que fue la especie estudiada, pierdan en promedio 17 minutos de alimentación cada día. Estas aves permanecen en Chiloé entre 5 a 6 meses, y los dos últimos, febrero y marzo, son vitales para que las aves logren realizar el viaje de más de 10.000 mil kilómetros.
Perder tiempo y energía en desplazarse es un riesgo para estas aves que preparan un vuelo sin escalas hasta las llanuras de Norteamérica, donde se alimentan para recuperarse y volar después otros 5.000 kilómetros hasta llegar a Alaska, donde finalmente se reproducen.
La presencia de humanos y perros tienen negativas consecuencias en las aves migratorias en las costas australes. Especialmente en la distribución y alimentación de ellas, comentó el Dr. Juan Navedo, de la Universidad Austral de Chile, autor principal de la investigación publicada en la Revista PlosOne (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0212441) y especialista dedicado a estudiar los efectos antrópicos en la biodiversidad.
La zona de estudio comprendió dos áreas, una en Caulín que se ubica en la parte norte de Chiloé y otra Pullao, en la parte sur, que es una bahía con escasa actividad humana. “Se estudió la zona costera de Chiloé por ser un sitio estratégico en la ruta del Pacífico oriental, miles de hectáreas de alimentación para aves playeras migratorias durante el verano austral” explicó el Dr. Navedo, adscrito al Doctorado de Biología Marina de la UACh y director del Laboratorio de Ecología de Aves (www.birdecologylab.cl).
El estudio sugiere limitar la presencia de personas durante la bajamar a una por cada 10 hectáreas y prohibir el ingreso de perros en las áreas de importancia para la conservación, como son muchas de las bahías del archipiélago de Chiloé. La investigación, determinó que la constante interrupción antrópica y de perros puede tener consecuencias a largo plazo en la biodiversidad costera en general. “Las aves playeras son un componente esencial en la biodiversidad, ya que son responsables de acoplar ciclos vitales de otras especies a través del transporte y dispersión, como larvas y propágulos”, concluyó el experto.