El estudio, que se proyecta por tres años de investigación, además analiza el efecto de las corrientes marinas y su influencia en cuanto a la migración de especies en la Antártica.
Con el objetivo de analizar el impacto del cambio climático, el proyecto a cargo del doctor Antonio Brante, y en el que participa también el doctor Carlos Muñoz, ambos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), considera muestrear tres fiordos de la parte oeste de la península antártica, una zona cuyos glaciares se están derritiendo mucho más rápido.
“Cerca del 90% de los glaciares de esta zona están en retroceso. Seleccionamos tres fiordos para tener puntos de comparación, donde además tenemos registros de cómo ha sido el retroceso. Así en función de mayor aporte de agua dulce producto del mayor derretimiento de glaciares, se prevén cambios en la columna de agua y en los organismos del fondo marino que estamos estudiando”, señala el doctor Carlos Muñoz.
El estudio se centrará en los efectos de estos impactos a nivel bioenergético, es decir, cómo es el nivel nutricional que presentan estos organismos que repercute en su desempeño biológico en el ambiente y también cómo cambia la estructura de la comunidad en cuanto a su diversidad y abundancia de especies. Además, esta investigación analiza la diversidad genética ya que ésta es la clave para entender cómo se adaptan los organismos al cambio climático.
“Con el proyecto queremos generar información de base, y luego utilizarla para mejorar modelos biológicos y oceanográficos que nos permitan entender mejor los sucesos que están ocurriendo en la Antártica. A partir de este conocimiento, se podría predecir las respuestas de las comunidades a cambios futuros. Por ejemplo, que sucederá con las comunidades de organismos bajo determinados escenarios de cambio climático. Conocer la respuesta a esta pregunta podría ayudarnos a tomar decisiones que apunten a conservar de mejor manera la biodiversidad antártica”, enfatiza Carlos Muñoz respecto a la idea y los resultados esperados del estudio.
Otro objetivo es entender el rol de las corrientes oceanográficas en la evolución de la biodiversidad antártica. Entre Antártica y Sudamérica, existe la Corriente Circumpolar Antártica, la que gira en el mismo sentido que las manecillas de un reloj. Esta corriente, comenzó a circular hace unos 30 millones de años, luego de la separación de Sudamérica y la Antártica. Desde ese momento ha comenzado a aislar el continente antártico.
“Tiene un doble rol, por un lado, es como una barrera biogeográfica que separa la fauna, pero al ser una corriente, también sirve como vehículo de colonización de nuevos lugares alrededor de la Antártica. Se cree que la corriente ha facilitado el movimiento de algunos de estos organismos, permitiéndoles colonizar distintas áreas alrededor de la Antártica”, señala el científico.
Como este doble rol de barrera y agente dispersor de las corrientes no es igual para todos los organismos, se quiere entender cuáles son los mecanismos que hacen que algunos organismos puedan moverse a través de estas barreras y otros no. También se quiere estudiar comunidades de parásitos y hospedadores, porque en estos sistemas existe un grado de dependencia entre las especies. Avanzar en estas preguntas permitirá entender mejor el rol que han tenido las corrientes oceanográficas en la evolución de la biodiversidad antártica.
“La Antártica es un ecosistema muy interesante. Es el refrigerador del planeta y lo que sucede ahí tiene implicaciones en todo el mundo y por eso es muy importante el trabajo científico que se hace allí. Pero aún se conoce muy poco ya que cuesta bastante ir a muestrear. Hay varias limitaciones, sobre todo para realizar muestreos extensos. Si se quiere extender los estudios a nuevas ubicaciones, se necesita apoyo internacional, lo que no es fácil ya que requiere de mucha planificación, coordinación y recursos. Por eso es de máxima importancia el mantener y en lo posible aumentar la investigación que se realiza en esta parte del mundo, ya que los impactos del cambio climático en la Antártica tendrán repercusiones no solo locales, sino que también a nivel planetario”, finaliza Carlos Muñoz sobre la importancia de estas investigaciones.