Intensas manchas verdes destacan en las praderas amarillas de coirón que cubren la extensa estepa de Tierra del Fuego, en la Región de Magallanes. Se trata de más de 500 hectáreas de avena que a simple vista embellecen el paisaje, pero cuya implementación tiene un sentido más sustentable: mejorar las praderas y cosechar forraje para alimentar a los animales durante el invierno, una práctica que cada vez cobra más fuerza entre los pequeños ganaderos usuarios de INDAP.
“En inviernos malos ayuda mucho y gracias a estos campos tenemos alimento para los animales”, explica Nataly Gallardo (33), ganadera de la isla. En su pradera, ubicada a 5 kilómetros al sur de la capital provincial, Porvenir, avanza orgullosa augurando una buena cosecha gracias a las inusuales lluvias estivales de la temporada.
En total, la avena cubre 6 hectáreas y es la primera etapa de un proyecto que tiene a largo plazo. “Mi idea es tener siembra mixta el próximo año, con pasto ovillo, trébol y festuca. Ahora estamos mejorando las condiciones del suelo con la avena y quitando espacio a la pilosella que vez ahí”, dice Gallardo, mientras apunta hacia las alfombras de esta dañina maleza que cubren gran parte del predio.
Una historia que se repite en toda Tierra del Fuego, ya que la pilosella se multiplica con facilidad en las praderas degradas por el sobrepastoreo. En promedio, cada ovino necesita alrededor de una hectárea para alimentarse, y en una población de casi de 2 millones de cabezas no cuesta imaginar que el mayor daño queda en las praderas, considerando que el pastoreo extensivo lleva más de un siglo de historia.
Fabián Levill (35) comenzó hace tres años con una hectárea de avena y ya va en las 5. “Nos alcanza para forrajear a más de 400 ovejas en los períodos de gestación o cuando el animal está más débil”, cuenta. Cada bolo que preparan llega a los 300 kilos. “La avena mejora el suelo, evita que la maleza entre y uno maneja con estudios de suelo el tipo de fertilización a ocupar. La próxima temporada queremos empezar con praderas mixtas”, agrega.
Uno de los pioneros en la siembra de praderas es Mario Vera. Hoy tiene más de 26 hectáreas y hace pocos días cosechó 11, con un total de 1.200 fardos de 30 kilos cada uno. El resto lo dejó de pastoreo libre para las ovejas.
La recuperación de suelos a través de fertilizantes y la siembra constante de especies forrajeras y praderas mixtas han permitido transformar zonas totalmente degradadas en tierras productivas y, al mismo tiempo, detener la pilosella. Así lo confirma Vera, quien ha convertido la estepa dura y pedregosa en una verdadera alfombra de alfalfa, trébol y pasto ovillo.
La siembra se realiza entre septiembre y octubre, y la cosecha generalmente en febrero. Ahí se preparan fardos que por lo general pesan 35 kilos. Con uno de ellos se puede alimentar a dos ovejas al día.
“Este proceso de arar la tierra, sembrarla y cosecharla, estos pequeños ganaderos lo hacen gracias a las maquinarias que han obtenido a través de fondos concursables de INDAP. Sin ese aporte sería imposible”, dice Fabián Salar, ejecutivo del Área Porvenir de la institución.
Aunque la mayoría de los predios se riegan de manera natural, con la lluvia, algunos usuarios de INDAP han incorporado sistemas de riego tecnificado en la estepa abierta para hacer crecer alfalfa, trébol, avena y otros pastos necesarios.
Cada suelo es específico y requiere de un estudio de fertilidad y estructura. A partir de esos datos se decide qué arado usar y qué sector es el más conveniente para sembrar.
Para recuperar praderas degradas y hacerlas productivas, INDAP cuenta con recursos disponibles para un plan integral de manejo de predios, con topes máximo de apoyo que este año llegan a los 7 millones 947 mil pesos, gracias al concurso del Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios (SIRSD-S).
También está el Programa Praderas Suplementarias y Recursos Forrajeros (PPSRF), iniciativa que cofinancia los costos de insumos y servicios para el establecimiento de praderas de acuerdo a una tabla de costos normada por la institución.
“El control pasa por una serie de acciones integradas que cooperan en el desafío del control de la pilosella. En el SIRSD-S está la fertilización, la siembra de praderas y el control químico de esta especie, y el PPSRF cofinancia el establecimiento de praderas suplementarias. Lo importante es precisar que a las labores mencionadas es necesario sumar pastoreo responsable y hacer buen uso del recurso suelo”, asegura Miriam Barría, jefa regional del Programa Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios de INDAP.
Mirko Zec, director (S) INDAP Magallanes, sostiene que las medidas que ha tomado el servicio, aportando asesoría, crédito y financiamiento, han mostrado frutos: “Hemos logrado aumentar la productividad y el ingreso bruto. El desafío es seguir avanzando y entusiasmando a los usuarios con la importancia de recuperar la capacidad productiva de praderas, detener su deterioro por manejos inadecuados, mejorar las estrategias de pastoreo y establecer siembras que aporten de forma planificada a la alimentación animal”.
También afirma que el Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios y el Programa de Praderas Suplementarias “han probado su éxito a nivel de la pequeña ganadería y agricultura en la zona, a lo que se suman los fondos del Gobierno Regional, que han permitido avanzar de manera más rápida en el logro de los objetivos”.
Finalmente sostiene que la institución busca darle una mayor atención a la pequeña agricultura, en temas de nuevas tecnologías, uso del agua y capacitación.
Autor: Cristian Morales – Indap Magallanes
Fuente: Indap.cl