Arturo Godoy
Magíster en Gestión Ambiental
Jefe de Carrera TNS Ambiental
Instituto Profesional Virginio Gómez
Un record del cual no podemos sentirnos orgullosos es ser el país que genera más basura en Sudamérica. Con aproximadamente 7,48 millones de toneladas de residuos domiciliares, tan solo una persona produce en promedio 1,15 kg de residuos por día y si vamos a los residuos electrónicos, llegamos a los 9.9 kg por persona al año. De toda esa basura, estamos reciclando menos del 2%, siendo estos indicadores realmente alarmantes.
Según el informe del Banco Mundial, las ciudades del mundo generaron 2.01 billones de toneladas de desechos sólidos, equivalente a 0,74 kg por persona al día, menos de lo que se genera en nuestro país. Es más, considerando el rápido crecimiento de la población y la urbanización, se espera que para el 2050 la generación anual de desechos aumente en un 70% con relación a los niveles actuales.
En comparación con países desarrollados, en aquellos en vías de desarrollo como el nuestro los más impactados por el manejo poco sustentable de desechos son sus residentes, ya que, sobre el 90% de la “basura” es depositada en vertederos no regulares o quemada.
Según reportes de ONU Hábitat, más de 200 ciudades han aumentado sus tasas de reciclaje entre un 40% a 80% a través de tácticas como la integración de recicladores. Dicha acción supone el ahorro de dos millones de árboles por año, e impacta de manera directa a nueve millones de personas. No obstante, el mayor progreso se visibiliza en seis países europeos que han alcanzado niveles de reciclaje que superan el 50% del total de sus desechos anuales. Suiza, Suecia, Austria, Alemania, Bélgica y los Países Bajos son el ejemplo a seguir.
Actualmente, si bien es cierto que en Chile hemos avanzado, aún falta mucho por hacer, sobre todo en lo actitudinal y cultural. Nuestra sociedad se mueve en una burbuja demasiado consumista, que incluso nos ha llegado a sorprender en los últimos días. Conceptos como reducir el consumo o reutilizar productos aún no han sido incorporados, en tanto, si bien comenzamos a reciclar, este avance ha sido muy lento porque se hace mal. Por ejemplo, es bastante habitual ver envases sin lavar o derechamente basura común en los puntos limpios de reciclaje.
La Ley de Responsabilidad Extendida al Productor, o REP, es conocida como la ley del reciclaje. Sin embargo, en ella podemos entrever el concepto de “el que contamina paga”, por eso, instala metas precisas respecto a la recolección y valorización de residuos y pone la obligación de cumplir esas metas en las empresas productoras. Obligaciones que serán exigidas de manera progresiva con el pasar de los años, iniciándose este 2021 y llegando a su máximo el año 2030.
La Ley REP propone seis clasificaciones de productos que son prioritarios en el proceso de revalorización: aceites y lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, envases y embalajes, neumáticos, pilas y baterías dejando fuera muchos otros elementos que son necesarios de incluir, orientándose más hacia la búsqueda de la no contaminación, que a simplemente “pagar por ella”.
Si a esto sumamos que nuestro país no cuenta con una normativa de reciclaje para residentes, el camino por recorrer se hace mucho más extenso. Hasta hoy, no se diferencia la basura domiciliaria por su contenido y al mismo lugar llegan termómetros quebrados exponiendo el mercurio, pilas o elementos residuales infectos contagiosos ¿Cuántas mascarillas y guantes no hemos visto tirados en las calles estas últimas semanas? Quizás lo más importante para lograr un cambio real es nuestro comportamiento frente al tema de la basura, asumirlo como una responsabilidad personal y no sólo del Estado, ser capaces de controlar nuestros consumos, considerando la reducción, la reutilización y el reciclaje. Tres palabras que es urgente incorporar a nuestro diario vivir.