Han sido seis meses muy intensos para, Paulina Assmann, doctora en Astrofísica y actual seremi de Ciencia, dado que le correspondió “instalar” la cartera en cuatro regiones, desplegarse territorialmente, conversar y articular al mundo público, privado, comunidad, además de enfrentar una de las emergencias sanitarias más grandes de la historia, después de la II Guerra Mundial.
¿Cómo se ha desplegado el Ministerio de Ciencias en la macrozona centro sur que usted encabeza?
Hemos estado desplegados en el territorio, en constante trabajo con universidades y centros de investigación. También hemos articulado a los servicios de salud con las empresas tecnológicas para poder identificar cuántos equipos de protección personal se requieren y que son distribuidos por intendencias a los distintos hospitales, centros de salud y sectores rurales.
Estamos coordinando además centros de diagnóstico, para poner a disposición los laboratorios biomoleculares, que también ha sido una labor importante ya que la gestión va desde acceder a la acreditación, hasta la adquisición de los insumos y puesta en marcha de estos laboratorios clínicos.
Ademáss, a través de los Retos de Innovación solicitamos diseñar y fabricar elementos de protección personal, resultando un ganador de nuestra macrozona que está fabricando máscaras con tecnología antibacteriana, gracias a las propiedades del Cobre y Zinc.
También se han desarrollado en la macrozona proyectos muy innovadores, bajo la iniciativa denominada Un Respiro para Chile que busca proveer al país de ventiladores mecánicos de emergencia para hacer frente al COVID-19, donde entre 35 propuestas, se seleccionaron cinco que tienen la opción de ser certificadas correspondiendo uno de ellos a un dispositivo de la zona que es resultado del trabajo conjunto entre la Universidad de Concepción y ASMAR.
De sortear las pruebas con éxito, será el primer ventilador hecho en Chile, que sin duda será de un alto nivel internacional, incluso mejor que el del Massachusetts Institute of Technology (MIT) debido a los altos estándares que debió cumplir para probar su funcionalidad y futuro escalamiento.
¿Qué otra iniciativa destaca por su innovación para estudiar y enfrentar el virus?
Estamos estudiando la alternativa de crear un observatorio epidemiológico a través de aguas servidas, iniciativa regional en el que convocamos a científicos de la región, que en el caso de Biobío, quienes atendieron el llamado fue el Laboratorio de Biotecnología de la Universidad de Concepción, en tanto, las sanitarias entregarán las muestras. El centro de análisis nos permitirá detectar el material genético del virus y qué cepas o tipos existen en la zona, además de obtener información de la población asintomática.
¿Y a nivel de vacunas? ¿El anuncio que realizó la UdeC fue muy apresurado?
El tema de las vacunas es bastante delicado. Yo creo que la universidad anunció un antiviral, que está en etapa de estudios pre-clínicos, por lo tanto aún está en desarrollo.
Por otro lado, hay dos grupos que están trabajando en la vacuna. Un grupo de investigadores está en Valdivia y el otro en Santiago, proyectos que están actualmente en pruebas con animales, pero aún en estudio, quizás en un año mas tendremos noticias y resultados. Sin duda, esta pandemia ha sido una gran oportunidad para mostrar las grandes capacidades científicas de la macrozona y Chile en general.
Planes y programas
¿Cuáles fueron sus objetivos trazados al ser nombrada SEREMI de Ciencias Macrozona Centro Sur?
Cuando fui nombrada por el ministro Couve y la subsecretaria Torrealba, la primera gran tarea fue cómo nos instalamos como cartera en las regiones donde ibamos a trabajar, sobre todo en el aspecto terrirorial, ya que es de suma importancia conocer las distintas realidades que existen.
Por otro lado, era fundamental insertarnos en cada gabinete regional, ya que es primera vez que la ciencia tenía un espacio dentro de las decisiones importantes para el país y las regiones.
En esta instalación encontramos distintos retos, porque somos una secretaría ministerial macrozonal, por lo tanto tuvimos que “dividirnos” entre O’Higgins, Maule, Biobío y Ñuble, donde comenzamos a escuchar las distintas realidades y necesidades de cada una de estas regiones.
En este sentido es clave conocer cada realidad universitaria, de los centros de investigación, de los colegios, la comunidad, el mundo privado y la sociedad civil, porque tenemos que generar políticas públicas donde la ciencia sea el denominador común.
¿Y este trabajo de qué forma se vio mermado por el estallido social que comenzó el 18 de octubre?
Y no solamente con el estallido social, sino que también por la pandemia del COVID-19, la agenda ha ido variando, de acuerdo a la realidad que estamos viviendo, sin dejar de trazar y ejecutar los planes y programas planteados por nuestro ministerio.
Es importante destacar que nuestra macrozona tiene una gran cantidad de universidades, centros de estudios y tecnológicos, situación que la convierte en el segundo polo más grande de conocimiento, después de la Región Metropolitana, entonces hay muchos desafíos y opciones que pueden dar solución a problemas productivos o sanitarios, situación que hemos visto claramente con la emergencia sanitaria por Coronavirus.
En esta contingencia los investigadores han tomado un gran protagonismo a la hora de ir buscando soluciones que nos hagan enfrentarla mejor. Es impresionante la gran voluntad que ha habido por parte de mundo científico y tecnológico para aportar con conocimiento de alta calidad en esta pandemia.
¿Teniendo en cuenta la orientación productiva de la macrozona, de qué forma la ciencia puede contribuir a mitigar el cambio climático o el déficit hídrico, por ejemplo?
Dentro de las conversaciones con los actores de las distintas regiones, hemos detectado ciertas falencias. Por ejemplo en la Región de O Higgins tenemos problemas hídricos, basicamente acceso al agua.
En el rubro agrícola exportador, que abarca toda la macrozona, se ha estado trabajando, por ejemplo, para poder crear un observatorio del cambio climático, que el Ministerio de Ciencias tiene como uno de los ejes de desarrollo para el país.
Entonces es clave trabajar en conjunto y ver cómo articulamos todos estos conocimientos, aunar criterios y generar soluciones eficientes que vengan desde la investigación, desde la ciencia, desde las universidades.
Y no sólo hablamos de cambio climático, también nos referimos al problema del agua y de los riesgos naturales, como los terremotos, ya que no debemos olvidar que somos un país sísmico.
Ciencia y políticas
¿Cuál es el aporte para el conocimiento del país la labor que hacen núcleos e institutos milenio de ciencias?
Tanto los núcleos como los institutos son de excelencia y en la Región del Biobío hay dos, el de oceanografía y de óptica avanzada. Estos centros que están desplegados por todo el país, nos generan la evidencia científica para ciertas problemáticas, por ejemplo del océano, para determinar qué pasa en el fondo marino en su amplia magnitud. Con esta valiosa información se toman grandes decisiones y se generan las políticas públicas en distintas áreas de alto interés para la nación.
¿Cómo han procurado establecer patrones de equidad en el ministerio, por ejemplo de género o de acceso al conocimiento en lugares más vulnerables o alejados?
Lo ideal es que podamos llegar con la tecnología a cada rincón del país, sobre todo hoy, ya que con la pandemia ha cambiado la forma de comunicarnos. Acá destacamos el trabajo de la Subsecretaría de Telecomunicaciones que está trabajando arduamente para llegar a todo Chile, gracias a la tecnología de la fibra óptica.
Además nuestro ministerio tiene tres grandes políticas. Y una de ellas está a punto de ser promulgada por el Presidente de la República, que es la Política Nacional de Ciencia y Tecnología, Conocimiento e Innovación.
Luego tenemos la Política de Inteligencia Artificial, donde se está generando un gran trabajo con la comunidad, para que sea parte activa de la creación de esta importante área del ministerio, que sentará las bases por ejemplo, para la creación de ciudades inteligentes.
Y la Política de Calidad y Género, que busca fortalecer el rol de la mujer como investigadoras, aspecto muy relevante para acortar ciertas brechas que aún tenemos.
Sabemos que las mejores innovaciones que se desarrollan en un país, son por sus equipos multidisciplinarios donde hay hombres y mujeres, por lo tanto las miradas y soluciones son más y e inclusive mejores. En este sentido, el trabajo que está liderando la subsecretaria Carolina Torrealba, en la agenda de genero ha sido clave a la hora de tener una mirada inclusiva en la ciencia.
¿Cuál es el trabajo que se ha realizado en el ministerio para hacer conversar a la ciencia con la empresa, comunidad y Estado?
Hace más de 25 años con Conicyt, que hoy es la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), se comenzó con la creación de capital humano avanzado, donde llegamos al punto de entregar 200 becas de doctorados, 100 becas de Magíster, por lo tanto hemos conseguido a lo largo del tiempo, que haya capital humano avanzado en distintas áreas del conocimiento..
Por lo tanto, este gran esfuerzo que se ha hecho por años, nos permite decir que el ecosistema científico del país tiene la madurez suficiente para dar soluciones o que su ciencia sea traspasada a la sociedad.
Entonces por un lado tenemos una comunidad científica madura. Por otro lado tenemos un Estado y una institucionalidad que puede articular. Y tenemos a las empresas, que hace tiempo están innovando, pero falta la inserción de capital humano avanzado en dicha productividad.
En este caso una herramienta clave que existe, pero aún no es muy bien aprovechada, es la Ley de Incentivos Tributarios, ya que no muchos la conocen y son muy pocos los que la usan, siendo que se pueden hacer cosas de alto nivel con este incentivo I + D. Por eso es clave visibilizarla y fomentarla para poder crecer en distintos rubros.
Nuestro rol es que el capital humano avanzado que tenemos y que seguiremos formando, pueda articularse con las empresas de base tecnológica porque es el futuro. Así que tenemos un gran desafío que lograr en esa materia, y así diversificar nuestra matriz productiva, es decir, dejar de exportar comodities y si aportar con productos con valor agregado.