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Aporte de la Encíclica Laudato si’ en la promoción de una agenda de sostenibilidad

7 minutos de lectura

Paula Cifuentes Torres
Magister (c) Doctrina Social de la Iglesia, Universidad San Sebastián.
Diplomado en Gestión de RSE, Universidad de Chile. 
Periodista, Universidad Católica de la Santísima Concepción. 
Certificación Global Reporting Initiative (GRI) G- 4 Elaboración de Reportes de Sostenibilidad 

Durante las últimas décadas el mundo ha experimentado un sostenido crecimiento económico y social que ha impactado en la gran mayoría de la población y el ecosistema. Hemos visto como términos como sequía, cambio climático o  zonas de sacrificio se han puesto en la palestra. Ya lo decía el Papa Benedicto XVI en Caritas in veritate “la globalización nos hace más cercanos, pero no más hermanos”. [1]

Hace unas semanas, se recordó en diversas instancias, los cinco años de la  Carta Encíclica Laudato si’.  En esta conmemoración, se desarrollaron  diversos espacios de expresión eclesial, se recopilaron iniciativas, experiencias y buenas prácticas. Además de transformarse en un espacio para reflexionar sobre la importancia de su aporte en el momento actual, en un espacio donde todos luchamos contra la amenaza que implica la pandemia del Covid-19. 

“Hay una forma de entender la vida y la acción humana que se desvía y contradice la realidad hasta el punto de arruinarla”[2], manifiesta en sus líneas el Papa Francisco. “Siempre ha ocurrido, pero durante mucho tiempo ha tenido la característica de acompañar, de seguir las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural se permite, como extender una mano. Por otro lado, lo que nos interesa ahora es extraer todo lo posible de las cosas mediante la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene ante sí”. Por esta razón, “ha llegado el momento de prestar atención a la realidad con los límites que impone, que a su vez constituyen la posibilidad de un desarrollo humano y social más saludable y fructífero”.[3]

La actual pandemia ha puesto de manifiesto los rostros de la inequidad, poniendo foco en que las carencias no son solo materiales, sino que sociales, culturales, psicológicas y espirituales. La pregunta que surge frente a esta crisis que el coronavirus trae en los distintos niveles es ¿Podemos generar un mundo sustentable? ¿Qué pasará con nuestra casa común? La respuesta y la hoja de ruta necesaria podemos encontrarla en Laudato si’.

Estamos frente a un momento de elección, de poder optar por lo que nos importa, lo que pasa al otro. Sin duda, largamente se ha hablado en los distintos espacios sobre el valor de la vida, el cuidado de los espacios comunes, cómo los primeros días de cuarentena la naturaleza se vio beneficiada y cómo personas que eran vistas como descartables: la cajera de supermercado, personal de aseo y de la basura, son hoy fundamentales en la sociedad.  

El paso necesario es pasar a una sostenibilidad consciente donde participen y se encuentren los distintos actores sociales, aquí nos referimos a una participación consensuada entre la  ciudadanía, las empresas públicas y privadas, la academia, políticos y gobiernos. En esa línea, ya se han dado pasos positivos a nivel de la Doctrina social de la Iglesia y los avances de organizaciones internacionales como la ONU con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

El camino se venía forjando desde el 2015. Ese año comienzan a brotar signos esperanzadores a nivel eclesial y mundial con una triada de tres hitos que ponen el sello en una agenda de desarrollo de nuestro planeta: la Enciclíca Laudato si’, el acuerdo de París sobre cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas. 

Tanto la encíclica del Papa Francisco ‘Laudato Si’ y los Objetivos de Desarrollo Sostenible son dos documentos que versan sobre la necesidad de apostar por modos de producción y consumo que pongan a la persona en el centro y permitan crear un mundo más humano y sostenible. Estos logros diplomáticos comienzan a consolidar un marco global, que permiten entregar orientaciones y acciones frente a la pobreza/desigualdad, cambio climático y deterioro ambiental del planeta.

Los ODS vinieron con una clara misión: inquietar y cuestionar nuestros pensamiento, nuestro modo de consumo como inversores, donantes, emprendedores, como ciudadanos. Estos 17 ODS se plasman en la Agenda 2030, una iniciativa que busca resolver los desafíos mediante acciones transformadoras. 

El Papa Francisco aborda en la Encíclica el concepto de  “ecología integral”. Este enfoque es una invitación al dialogo interreligioso en materia de sostenibilidad, un cambio de visión y de conducta, un cambio de paradigma que nos insta a  pasar de analizar nuestras propias acciones individuales a una visión global de respeto, cooperación, austeridad y cuidado. “Salir de una visión miope y reduccionista, que no es capaz de analizar las consecuencias de las propias acciones y pasar a una visión global y planetaria que se refleja en una conducta de respeto, cooperación, austeridad y cuidado”.[4]

A los pocos meses de su publicación, logró una gran repercusión internacional. En ese entonces,  Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, reconoció su contribución. “El papa Francisco y yo estamos de acuerdo en que el cambio climático es una cuestión moral que requiere acciones urgentes y globales. Es una cuestión de justicia social, derechos humanos y ética fundamental”. [5]

¿Cuáles son sus aportaciones relevantes a la sostenibilidad? El concepto de casa común, vinculándolo con la responsabilidad que cabe a cada uno de los actores en su cuidado; relacionar las tres dimensiones al desarrollo sostenible social, ambiental y económico, mostrando la degradación ambiental y su relación con la pobreza y exponer que la promoción de su desarrollo, debe incluir acciones para mitigar el cambio climático, debe ser una instancia de encuentro y diálogo. 

El cambio de paradigma de tomar decisiones con sentido a la luz de un desarrollo sostenible, sin duda, implica un actuar y compromiso real en el cuidado de nuestra casa comúnUn compromiso que debe ser de todos, pero principalmente de los tomadores de decisión. Debemos recordar que “desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora.”[6]

El dialogo social es el único medio para alcanzar acuerdos estratégicos que permitan un desarrollo sustentable y dignos para todos. Aquí los actores sociales como el Estado y los empresarios juegan un rol para el desarrollo y fortalecimiento equitativo en los niveles económico, social y cultural. 

El aporte de esta encíclica también tiene un alcance directo a los católicos. Debemos pasar de ser consumidores del planeta a ser cooperadores de la creación[7], debemos tener una verdadera conversión ecológica que es fruto de ver el mundo de una manera más global e interdependiente, adquiriendo así un nuevo estilo de vida más sostenible. «Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En primer lugar implica gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los reconozca» (LS, n. 220).[8]

Vivir la sostenibilidad en pandemia es posible. El Papa muestra de forma clara las conexiones entre los aspectos ambientales, sociales y económicos de la sostenibilidad y aporta el concepto de ecología o sostenibilidad integral. Este aspecto de presentar una visión integral de la sostenibilidad no es nuevo en los documentos de las Naciones Unidas, pero sí lo es en las enseñanzas sociales de la Iglesia. Aunque en anteriores documentos estaba implícito, no se había explicitado.

Otro elemento es que la priorización de las decisiones económicas ha generado múltiples consecuencias e impactos lo que ha traído como consecuencia un modelo de generación de pobreza. La conciencia ecológica y el cuidado de la casa común que nos plantea Francisco y su mirada sostenible para este 2020 nos desafían a generar una agenda de acción sostenible en los distintos niveles. Para impulsar este cambio a los responsables de la vida política les corresponde generar un dialogo que permita lograr consensos básicos para implementar políticas públicas inclusivas y sustentables. 

El estado democrático juega un rol insustituible en la búsqueda y aseguramiento de un desarrollo equitativo pues, por definición, le corresponde la promoción del bien común y éste no será real si no promueve el bien de todos los integrantes de la sociedad. 

La conversión ecológica a la que invita el papa Francisco está precedida por la que ya habían hecho san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Seguramente en la Laudato si’ hay una llamada particular a los cristianos que creen que no pueden hacer nada para resolver los problemas ambientales, o que se burlan de ellos y no se deciden a cambiar de hábitos, mostrándoles que cuidar de la creación y de las personas es parte esencial de una existencia cristiana virtuosa (LS, n. 217) [9]

Debemos mirar al planeta con una mirada más agradecida, una de las barreras para convertirnos a una mirada ecológica es seguir pensando que nuestras acciones no repercuten en los demás. La invitación del papa Francisco es clara: desarrollar hábitos de cuidar el planeta como un ejercicio que nos lleve a autotrascendernos, saliendo de nuestra propia «burbuja», para darnos a los demás. «La actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad» (LS, n. 208).[10]


[1] Benedicto XVI, Carta Encíclica. Caritas in veritate, 19. http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html

[2] Francisco, Laudato si. Sobre el cuidado de la casa común. http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

[3] Ibid. 

[4] https://www.periodistadigital.com/cultura/religion/20170704/ods-laudato-noticia-689401455243/

[5] Ref.: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/06/la-onu-elogia-la-enciclica-del-papa-francisco-sobre-el-cambio-climatico/ Consulta 19-IV-2016

[6] Francisco. Exhortación Apostólica. Evangelium Gaudium, 178. 

[7] file:///C:/Users/Usuario/Downloads/5181-Texto%20del%20art%C3%ADculo-23541-1-10-20160622.pdf

[8] Francisco, Laudato si. Sobre el cuidado de la casa común. http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

[9] Francisco, Laudato si. Sobre el cuidado de la casa común. http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

[10] Ibid.

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