Juan Salas Méndez
Kinesiólogo Fundación Las Rosas
Sin duda este año será un día del padre muy distinto en nuestro hogar, en comparación a los anteriores donde teníamos muchas actividades, regalos y familiares que visitaban algunos residentes. Ellos ya lo han percibido, algunos me comentan, que será algo triste ese día y que esperan puedan comunicarse a través de llamadas o mensajes.
Uno de los residentes es, don Enrique, quien siempre que se atiende en la sala de rehabilitación charlamos y me comenta lo orgulloso que se siente de ser padre de 3 hombres, 2 de ellos militares retirados y “bien educados como su padre”, me lo recalca, el otro hijo también un “buen letrado” me señala y cada semana que pasa espera la llamada de su hijo mayor, y cuando pueden contactarse, él intenta presentarle a todo el personal de la Fundación.
Sinceramente es un hombre lleno de admiración por sus hijos y que pese a la distancia por estos meses de pandemia el cariño sigue intacto. Don Humberto también es sin duda otro residente que representa muy bien la figura paterna, todos los días se comunica telefónicamente con su hija quien también esta siempre atenta de sus necesidades e inquietudes dentro del hogar.
Ambos pese a la distancia mantienen muy firme sus lazos afectivos. Cuando don Humberto, habla de su hija, lo hace con mucho sentimiento y es su esperanza para seguir adelante me comenta. Cuando les he consultado qué les pasa con todo esto de la pandemia y que no puedan ver a sus hijos, ellos entienden y creo que se ponen en el lugar de un padre porque me dicen que así es mejor, para no exponerlos y que por culpa de ellos puedan contagiarse.
La verdad es que los residentes son más fuertes de lo que parecen, pese a que son la población más frágil a este virus, nunca los he visto afligidos ni con miedo, realmente son admirables y muy valientes, incluso algunos de ellos bromean con toda esta situación del virus.
Su confianza en Dios se ve reflejada y palpada cada día en el hogar. Yo que llevo varios años como kinesiólogo en la Fundación, y que ahora soy padre, he aprendido de ellos el valor, la serenidad y confianza en Dios pese a lo muy adverso que se vea el futuro.