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Scientific Plastic Pollution Alliance of Chile, Splach, responde a un trabajo mancomunado de investigadores e investigadoras —de distintas universidades de Chile— para abordar la problemática que representa la presencia de desechos plásticos en nuestras costas.
Hace un par de años, el Dr. Mauricio Urbina Foneron, docente del Departamento de Zoología, perteneciente a la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción; junto al Dr. Martin Thiel, académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte (UCN), decidieron reunir a todos los científicos y científicas que estaban investigando temas relacionados con el plástico en Chile.
Así fue como a finales de 2018, tras una reunión en Santiago, nació Splach(Scientific Plastic Pollution Alliance of Chile), red de investigadores e investigadoras que hace unas semanas lograron su primera meta: A country’s response to tackling plastic pollution in aquatic ecosystems: The Chilean way,artículo publicado en la revista Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems.
En dicho documento se dieron el trabajo de buscar cuáles son todos los actores involucrados en la problemática del plástico: consumidores/as, productores/as, medios de comunicación, marco regulatorio legal concerniente a la temática, etc.
Al buscar las causas originales que llevan a la compleja situación que se vive hoy, hay que retroceder hasta algunos hechos esenciales, como el modelo neoliberal heredado de la dictadura militar. “Esta apertura al libre mercado genera un gran ingreso de productos nuevos, y con ello un mayor consumo de estos, muchos de los cuales tienen como característica el ser de un solo uso”, explica Urbina.
“Chile también arrastra temas de desigualdades que estallaron el año pasado. Esto es súper relevante, ya que la desigualdad económica provoca que el sector más vulnerable —20% de la población chilena— tenga una actitud pasiva frente a la contaminación», añade Urbina.
Pero deja en claro que el problema no son ellos —ya que tienen otros problemas urgentes que solucionar— sino nuestro, que «hemos segregado a esta fracción de los chilenos. Lamentablemente, en este modelo neoliberal lo más barato es comprar en envases desechables, por lo que para esta población vulnerable no está dentro de sus posibilidades reducir su consumo de plástico desechable”, explica.
Mapeo completo y origen local del problema
Este artículo aborda todo este aspecto social, político, de desigualdad y educación en el tema del plástico. También se observan cuáles son las cosas más importantes que están haciendo los científicos chilenos al respecto.
“Tenemos mapeado de Arica a Punta Arenas con cuántos estudios se han hecho y en qué se han hecho; y con eso podemos hacer un buen diagnóstico de qué es lo que falta. Lo mismo con las leyes, donde tenemos todas las que se han proclamado y/o ratificado, y así podemos tener una idea de cómo estas se han ejecutado y qué es lo que nos hace falta en esta materia”, señala el también investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO).
En este primer diagnóstico se identifica que una integración social efectiva es imprescindible para un buen manejo de nuestros residuos. Un claro ejemplo es esto es la recolección de basura. “Incluso en países muy pobres hay un sistema de retiro de basura que es más integrado, donde existen recolectores informales que pasan por las casas seleccionando ítems que les pueden servir a ellos. Esto impide que todos los desechos terminen en un vertedero, hay reciclaje que se incorpora nuevamente a una cadena de valor. En la comparación presente en este estudio —Chile vs otros países— se establece que mientras más actores puedan sacar un poco de provecho de los residuos y reutilizarlos, más eficiente es el sistema”, indica Urbina.
Adentrándonos en el ambiente marino, donde la mayoría de la investigación esta radicada, hay indicios claros que diversos organismos están afectados por plásticos. Al respecto, la Dra. Claudia Andrade Díaz, académica de la Universidad de Magallanes —quien también es coautora del estudio— señala que “la presencia de microplásticos cada vez va en aumento en distintos organismos y que se requiere de investigaciones a largo plazo que se centren en estudiar el impacto que estos tendrían en dichos organismos”.
En otro punto, los estudios que ha realizado Splach demuestran que la basura marina tiene fuentes locales, “proviene de nuestro propio país, en muchos lugares de la misma región o de la misma gente que visita la playa, o de la actividad comercial (pesca o acuicultura) que se realiza en la costa o mar afuera.” indica Martin Thiel, coautor, académico de la Universidad Católica del Norte y director del programa de ciencia ciudadana Científicos de la Basura.
“Pero cabe destacar que la basura que entra al mar en nuestras playas y que arrojan las embarcaciones pesqueras es atrapada por las corrientes marinas que la llevan finalmente a nuestras islas oceánicas, por ejemplo, Rapa Nui, cuyas playas reciben enormes cantidades de basura. Sin embargo, el hecho que la basura se produce a nivel local nos da una gran ventaja en Chile, porque nos indica que podemos resolver esta problemática en nuestro propio país”, complementa Thiel.
Aparte, hay que enfrentar una nueva vicisitud por la emergencia sanitaria. “Chile y el mundo enfrentan una doble pandemia: la de Covid-19 y la del plástico. Los medios internacionales alertan ya sobre el revés que el confinamiento ha significado para los esfuerzos de reciclaje. Hemos perdido terreno en la lucha contra el plástico de uso único y es momento de buscar soluciones para esta y las futuras crisis sanitarias”, concluye Camila Fernández Ibáñez, otra de las investigadoras UdeC coautora del artículo.
Para revisar la investigación, puedes visitar el siguiente LINK.