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Günther Fischer
Una combinación de medidas permitiría solucionar los problemas ambientales derivados del aumento futuro de la demanda mundial de alimentos.
Reducir la gran cantidad de alimentos que se desperdician, como estos que se desechan antes de que lleguen a los consumidores, contribuiría a mejorar el sistema alimentario mundial.
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La población mundial en 2010 se situaba en unos 6900 millones de personas, una cifra que se prevé que ascenderá a entre 8500 y 10.000 millones hacia 2050. El incremento demográfico traerá consigo un aumento de la demanda y de la producción de alimentos que provocará un deterioro ambiental del planeta. Marco Springmann, de la Universidad de Oxford, y sus colaboradores han publicado un trabajo donde analizan las presiones ambientales derivadas del sistema alimentario global estimado para 2050. Los autores también han modelizado los efectos de diferentes alternativas para mitigar las consecuencias ambientales de la producción de comida.
La seguridad alimentaria ha supuesto un reto durante mucho tiempo para las sociedades humanas y supone un problema acuciante a escala mundial. De hecho, muchas de las metas planteadas en ese ámbito forman parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, entre los que figuran erradicar el hambre, poner fin a la pobreza y combatir el cambio climático. Evidentemente, obtener un sistema alimentario global sostenible exige progresos en los frentes sociales, económicos y ambientales.
Springmann y sus colaboradores han elaborado un modelo para evaluar cuál será la demanda global de productos agrícolas hacia 2050, país por país, de acuerdo con los cambios esperados en la demografía, los ingresos y las preferencias nutricionales para esa fecha. Se ha previsto que los ingresos globales en 2050 aumentarán entre 3 y 4 veces en relación con su valor en 2010. Las predicciones de los autores acerca del futuro consumo de comida se basan en una serie de relaciones estadísticas establecidas entre demandas de alimentos y variaciones en los ingresos o en la población. Según sus predicciones, hacia 2050 habrá una menor desnutrición, se producirá un giro hacia un mayor consumo global de productos derivados de la ganadería y se mantendrá un consumo constante per cápita de productos agrícolas básicos.
Los autores han estimado las consecuencias ambientales mundiales derivadas de la producción de alimentos prevista hacia mediados del presente siglo. Su análisis se centra en varios factores de presión ambiental: las emisiones de gases de efecto invernadero ligadas a la producción agrícola; la explotación agrícola de la tierra, dadas las repercusiones que podría tener el cambio en el uso del suelo (como la pérdida de carbono o de la biodiversidad); la demanda de agua para regar los campos; y la aplicación de abonos a base de nitrógeno o fósforo, un factor fundamental porque comporta la emisión de gases de efecto invernadero y la posible contaminación de suelos o ecosistemas acuáticos.
Foto: InvestChile