Instalar el conocimiento científico, la innovación y la cultura como pilares fundamentales del modelo de desarrollo chileno, forma parte de la misión que la Casa de Bello se ha dispuesto ante el nuevo proceso constituyente. A través de miradas con enfoque transdisciplinar, académicos y académicas analizan los pasos que se deben priorizar para avanzar hacia los cambios que el país demanda en esta materia.
El pasado 25 de octubre, más de siete millones y medio de chilenos se acercaron a las urnas para ser parte del nuevo proceso constituyente, que culminó con el 78 por ciento de aprobación de una nueva carta fundamental. En este escenario, que presenta una oportunidad para construir un modelo armónico entre lo económico, social y medioambiental, la Universidad de Chile se instala como un actor importante que contribuye desde su rol público en esta discusión.
Frente a este proceso, la comunidad científica nacional ha lamentado los impactos que conlleva la disminución presupuestaria de más de 16 mil millones de pesos para la ciencia y tecnología, además de 15 mil millones en medioambiente y 20 mil millones menos en becas y asistencia estudiantil.Esto se traduce en que los recursos para la investigación, desarrollo e innovación solo alcanzan el 0,36 por ciento del PIB en Chile, siendo muy bajo en comparación al promedio de la OCDE que es del 2,3 por ciento.
En el ámbito educacional, una de las medidas más sentidas fue el recorte presupuestario que culminó con el cierre de las Becas Chile para las convocatorias 2020 y 2021. Desde su creación en 2008, esta iniciativa ha entregado un total de 10.976 becas, con el objetivo de construir una base de recursos humanos avanzados en áreas de relevancia nacional e internacional.
Para el vicerrector de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, Flavio Salazar, es prioritario avanzar hacia una matriz de progreso más audaz. “Los pilares se deben basar en la educación, el conocimiento y el fomento a la ciencia y tecnología, como parte de un plan nacional que sea capaz de apuntar a un desarrollo sostenible y equitativo. Esta misión debería ser impulsada desde el Estado, en estrecha colaboración con las universidades y al sector productivo. Una manera concreta es promoviendo proyectos estratégicos que impliquen desarrollo científico-tecnológico de largo plazo, sustentado en nuestras capacidades humanas actuales y de acuerdo con nuestras ventajas comparativas naturales”, recalcó.
Miradas desde la Economía y el medioambiente
La economía ha sido una de las áreas más afectadas por la pandemia a nivel global. El Banco Mundial ya prevé una contracción del PIB nacional del 6,3 por ciento, es decir, existirá una reducción general de los bienes y servicios en el mercado chileno. Algunos expertos consideran que el mensaje tan rotundo a favor del cambio constitucional ha generado una leve inestabilidad en algunos mercados, manifestada en una caída en la Bolsa de Comercio de Santiago al no haber certeza sobre las condiciones de la nueva carta magna.
“La disminución de los recursos en estas áreas no era necesaria y el impacto fiscal será minúsculo, pues los números que se pueden redestinar son mínimos”, señala al respecto el profesor de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) y presidente de CODELCO entre el 2014-2018, Oscar Landerretche. Para el experto, también se debe considerar que el Estado chileno todavía tiene márgenes para endeudarse. “La impresión que dejan están medidas es que existe una visión que privilegia la iniciativa privada y que creen, honestamente, que no se necesita financiamiento público para desarrollarse. No hay ninguna evidencia de esto en el mundo, demostrando lo equivocadas que están las autoridades a cargo del país”, enfatizó.
Asimismo, el Profesor Landarretche entrega su visión sobre los pasos que se deben realizar para avanzar en un mejor modelo de desarrollo, destacando la necesidad de modificar las empresas y universidades estatales para ser usadas como instrumentos de fomento productivo en el país. “Se deben comenzar a generar parques industriales donde se instalen compañías que produzcan y desarrollen tecnologías. En la U. de Chile esto debería comenzar en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, en la Facultad de Agronomía y, debido a la pandemia, en la Facultad de Medicina. Si bien esto puede chocar con el concepto de subsidiariedad, se relaciona fuertemente con el debate constitucional actual. Además, no sería inventar algo novedoso, pues estamos hablando de imitar a CSAIRO en Australia, el MIT en Estados Unidos o Nokia en Finlandia”, detalló.
Un desafío global ineludible, es la promoción de un desarrollo sostenible y de acciones para mitigar el calentamiento global, lo que necesariamente impactará la calidad de vida de las próximas generaciones. A pesar de ello, Chile acaba de rechazar la firma del Acuerdo de Escazú, un convenio que buscaba ser el gran tratado medioambiental de Latinoamérica y el Caribe, lo que es lamentado por los expertos en medio ambiente. La investigadora del Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia (CR2), Laura Gallardo, señaló que “Chile es un país en el que se pueden tomar mejores decisiones, entendiendo que el cambio no se sostiene solo al usar tecnologías verdes, sino que también pasa por las personas y a través de la participación ciudadana”.
La profesora Gallardo también agrega que el abordaje de los problemas debe revisar los ámbitos socioculturales. “No revertiremos la pobreza energética y la contaminación atmosférica en la zona centro-sur de Chile, si solamente nos dedicamos a recambiar calefactores. A pesar de que es un paso necesario, no es suficiente y creo que después del 25 de octubre puede iniciarse un proceso de mayor democratización para que se ponderen los intereses de todos y todas. Los desafíos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad requieren más inversión en ciencias, educación y justicia social”, comentó.
El vicerrector Salazar destaca la disposición de la Universidad de Chile para contribuir en la discusión y construcción de este nuevo modelo. “Nuestra casa de estudios posee varios atributos de mucha pertinencia, pues contiene la masa crítica de científicos más grande del país, con visiones plurales y presencia en todas las áreas del saber, lo que permite proponer proyectos estratégicos mediante investigación transdisciplinaria y colaborativa. Asimismo, su trayectoria y vinculación internacional permite atraer la atención de socios estratégicos internacionales que otorgan credibilidad y mayor factibilidad a las iniciativas”, explicó.
El aporte de la Universidad a la investigación inter y transdisciplinaria
La Casa de Bello es una universidad pública que define su vocación de servicio al país y a la ciudadanía como una misión obligatoria, impulsando un gran número de tareas estratégicas para el apropiado progreso de la sociedad. Por ello, ha promovido un cambio cultural interno que se relaciona con transferir más activamente a la sociedad los resultados de la creación de conocimiento, vinculándolos con diversos actores extra e intra universitarios para el abordaje de desafíos globales con una perspectiva local. En este sentido, las articulaciones interdisciplinarias y transdisciplinarias han sido ejes fundamentales que han permeado todo el quehacer de la universidad.
En esta línea, la académica de la Facultad de Odontología y Doctora en bioquímica, Andrea Paula-Lima, considera que la transdisciplina es fundamental en la universidad. “Un ejemplo concreto es el proyecto que actualmente estamos iniciando y que busca desarrollar un software para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer de forma temprana. Esta tecnología involucra el conocimiento de especialistas médicos, biomédicos, psicólogos y de ingeniería, para integrar sus aportes en la adquisición, procesamiento y análisis de datos complejos y en el desarrollo de este producto para que llegue a la sociedad”, destacó.
Respecto a la discusión sobre el rol de la ciencia en el proceso constituyente, la profesora Paula-Lima agregó que “en el modelo actual no participa directamente en la toma de decisiones. Sin embargo, las nuevas tecnologías para tratar enfermedades, las vacunas y las herramientas diagnósticas automatizadas para auxiliar la toma de decisiones clínicas, son ejemplos claros del impacto científico en nuestra sociedad. Por tanto, es fundamental posicionar a la ciencia como un ámbito decisivo hacia un proceso de desarrollo que considera la sostenibilidad global”.
Consecuentemente con estas visiones, uno de los proyectos que ha puesto en el tapete el Rector Ennio Vivaldi, para instalar la idea de cambiar la matriz productiva del país, se relaciona con la construcción de un Centro de Producción de Vacunas en el Parque Académico Laguna Carén. Un proyecto de esta envergadura puede articular interacciones entre el Estado, las universidades y el sector privado generando impactos de corto y largo plazo. Por tanto, la Dirección de Innovación de la U. de Chile está jugando un rol articulador en el que convergen otras instituciones de educación superior, autoridades gubernamentales, empresas y expertos del área biomédica y otras afines.
La iniciativa se proyecta en un paño de más de mil hectáreas en la comuna de Pudahuel y pretende ser un lugar donde confluyan investigadores, médicos y profesionales que trabajen en conjunto con un enfoque transdisciplinar. De esta manera, se apunta hacia la autonomía nacional y a insertar al país en las cadenas internacionales de producción, potenciando las capacidades de abordar adecuadamente desafíos globales, como los que se han vivido durante la pandemia del COVID-19.
Comunicaciones VID
U. de Chile