Loreto Grandón Gajardo
Directora de Fonoaudiología
Universidad San Sebastián
Concepción
El 22 de noviembre se conmemora el Día del Fonoaudiólogo. Este año tiene una connotación particular, pues nuestra profesión, igual que muchas, se ha visto desafiada por la pandemia. Así como otros profesionales en primera línea, los fonoaudiólogos cumplen un rol relevante en el tratamiento de pacientes con Covid-19, específicamente, en relación a los efectos de la intubación prolongada en la deglución y en la voz.
Por otro lado, la pandemia ha obligado a reorientar la habitual labor presencial de los fonoaudiólogos en los establecimientos de salud o educación, incorporando la telemedicina como una buena alternativa ante la emergencia y las necesidades en estos contextos. Es así como su aplicación ha permitido dar continuidad al manejo de aquellos usuarios con alguna necesidad en los ámbitos de la comunicación, lenguaje, habla y cognición, saldando brechas de acceso y garantizando la equidad y la oportunidad de atención.
Por lo anterior, y como parte de un cuerpo académico que forma a futuros fonoaudiólogos, nos cabe preguntarnos: ¿qué desafíos se nos plantean en la formación de nuevos profesionales con miras a un contexto post-pandemia?
Primero, desde la práctica docente, nos queda el desafío de seguir formándonos e innovando en la incorporación de estrategias de enseñanza-aprendizaje digital, que promuevan el aprendizaje reflexivo en nuestros estudiantes y que permitan abordar los diferentes resultados de aprendizaje incluidos en el plan de estudios. En segundo lugar, urge considerar la telesalud como parte esencial en la formación de futuros profesionales, a fin de otorgar mejores herramientas que se adapten a las exigencias del medio actual, y logren dar respuesta en la atención de personas aisladas física o espacialmente y que no cuenten con acceso a atención fonoaudiológica. Finalmente, y más importante, nos queda el desafío de incentivar a nuestros estudiantes a desarrollar un aprendizaje autónomo, contextualizado a la realidad, promoviendo la reflexión personal sobre el real sentido de vocación que implica el servicio a personas, familia y la comunidad
Sí. Podemos quejarnos. Podemos tildar de difícil este año. Sin embargo, una cosa es clara: ha sido un año lleno de aprendizajes, con una serie oportunidades que nos alientan a mejorar en lo profesional, pero, sobre todo, a valorar nuestro rol en la formación de personas.