En 1850, huellas de tigre podían encontrarse tanto en la nieve de los bosques siberianos como en las suaves arenas de las playas de Bali. Los tigres rondaban desde el borde de Europa, en el mar Caspio, hasta las costas del Pacífico. Entrar en la mayor parte de los bosques de Asia en ese momento era ingresar al dominio de uno de los depredadores más impresionantes del planeta.
En ese entonces, más de 100,000 tigres regían sobre las áreas silvestres del continente. Su reinado como una pieza clave en la parte superior de la cadena alimentaria permitió que innumerables especies y ecosistemas florecieran bajo su dominio.
Hoy en día, el hábitat de los tigres es apenas 7% de lo que era.
Su población, una mera fracción de lo que fue. Se cree que menos de 3,800 tigres permanecen en libertad en solo 13 países. Y en la mayoría de los lugares, sus hábitats son escasos y fragmentados, lo que limita a este depredador de largo alcance a vivir dentro de pequeñas áreas protegidas.