Un nuevo género y especie de plesiosaurio fue hallado en Mariscadero, al norte de Pelluhue hace 30 años. El trabajo de los paleontólogos U. de Chile Rodrigo Otero y Sergio Soto, fue clave para dilucidar el verdadero rompecabezas en que se transformaron las piezas por su extracción irregular.
Wunyelfia maulensis, “lagarto de la estrella del alba del Maule”, es el nombre que se le ha dado a un nuevo género y especie de plesiosaurio hallado en la Región del Maule. Según el paleontólogo de la Universidad de Chile, Sergio Soto, el nombre -que hace alusión a la Wüñelfe del Pueblo Mapuche, tradicional estrella de nueve puntas- “es un homenaje a la cosmovisión mapuche” por parte del equipo de investigación.
De acuerdo a los investigadores, para comprender la importancia de Wunyelfia maulensis es necesario referirse a su descendiente directo, el extrañísimo Aristonectes quiriquinensis, un animal marino gigantesco, por sobre los 10 metros de longitud. Su pariente más próximo es el Aristonectes parvidens, hallado en los años ‘40 en la patagonia argentina, y del que se conoce solo parte del cráneo, el cuello y fragmentos de una aleta y cola.
También se conocen otros parientes de este extraño plesiosaurio, hallados en rocas de fines del Cretácico en Antártica y Nueva Zelanda, junto con los cuales conforman una subfamilia conocida como Aristonectinae.
Pese a lo tremendamente extraño del Aristonectes, hasta ahora se desconocían sus ancestros directos. No había evidencia “intermedia” de cómo estos raros plesiosaurios, los aristonectinos, habían evolucionado en formas tan radicalmente diferentes a los típicos elasmosaurios que habitaron todo el planeta durante el Cretácico. “Nos dimos cuenta no sólo de que había una nueva especie, sino que además, es una forma más primitiva de la especie”, explica el académico, en alusión a este plesoisaurio, el Wunyelfia maulensis.
Una excavación fallida
“Este es un caso muy interesante porque el material óseo fue excavado a principios de los años ‘90 por entusiastas de la paleontología, amateurs, sin los cuidados y técnicas necesarias para la extracción de fósiles, que tienen una metodología que permiten recabar información y evitar la pérdida de datos. Lamentablemente esto no ocurrió así y se perdió mucha información de contexto”, lamenta Sergio Soto.
Junto a esta negligente acción, estas huellas se mantuvieron en una exposición privada durante casi 15 años, hasta que el Consejo de Monumentos hizo la incautación mediante la Brigada de Delitos Ambientales, para poder ser conservado en una institución con los resguardos que corresponden, que es el Museo Histórico Nacional.
En Chile, los fósiles son propiedad del estado (Ley N° 17.288) y su excavación debe contar con la debida autorización. Cualquier persona puede denunciar en forma anónima una excavación no regulada, así como notificar la existencia de un hallazgo paleontológico que pueda parecer relevante; “para que eso luego permita que cualquier especialista pueda analizar el material. Los fósiles son patrimonio, son nuestra historia y es importante que los protejamos”, cierra el académico de la U. de Chile.
Antonia Orellana / Fotos: Felipe PoGa
U. de Chile