Durante el verano del 2020, en una playa de la Avenida del Mar de La Serena, el científico Guillermo Luna y su hija decidieron hacer un experimento para conocer un poco acerca del comportamiento de la gente, mientras disfrutaban el lugar con la familia. Ellos observaron cómo las personas aprovechaban las olas, jugaban, comían o tomaban una bebida. Al final de la tarde, cuando ya la mayoría se había ido, volvieron a observar y se percataron que muchos habían olvidado algo importante en la arena: su basura.
Según el Dr. Luna, académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte (UCN), esta situación se repite constantemente y asegura que, si no fuese porque las municipalidades hacen aseo del borde costero durante las noches de verano, habría mucha basura acumulada en las playas de Coquimbo y La Serena, particularmente.
“El comportamiento más evidente de un cambio de actitud frente a la problemática sería que la basura desaparezca de la playa, porque las personas adquirieron el compromiso de llevarse su basura para la casa. Si tan sólo eso se pudiese cambiar, en un problema que es multidimensional, gracias a una acción de concientización de los medios de comunicación, ya ganaríamos bastante terreno para la solución. Porque mucha de la basura que entra al mar se origina debido al comportamiento de los usuarios”, explica.
El investigador y otros colegas, como el Dr. Martin Thiel, también académico de la UCN, abordan el tema de la contaminación por plástico desde una perspectiva país en una nueva publicación que incluye puntos de vista de diferentes sectores de la sociedad y aporta ideas para mejorar el manejo de la problemática.
Fiscalización efectiva
El trabajo destaca que el país ha hecho esfuerzos para regular el tema y evitar que los plásticos lleguen al medioambiente y al océano. Asimismo, releva la participación e interés de organismos de Gobierno y organizaciones no gubernamentales para tomar medidas en contra de la contaminación por plástico, a nivel regional y nacional. Sin embargo, a juicio de los especialistas, se necesita efectiva fiscalización, mayor involucramiento de productores, el comercio, medios de comunicación y, por supuesto, de la población, para que las medidas sean efectivas.
“Para poder lograr cambios en este tema una de las principales modificaciones debe venir con la educación y la política. En este marco, la política tiene varias aristas: las propuestas, prevención y la fiscalización. En este sentido, la educación funcionará solamente si también hay fiscalización a los infractores que dejan un mal ejemplo para todos”, enfatiza el Dr. Thiel, igualmente investigador asociado al CEAZA y fundador del programa Científicos de la Basura, red latinoamericana que colabora en la educación de escolares y profesores en torno al problema.
El Dr. Luna, de igual forma investigador asociado al CEAZA, es de similar idea que su colega. Para él, las regulaciones que se han generado en el país, más los tratados internacionales firmados, requieren fiscalización efectiva “porque cómo los hacemos valer, cómo cobramos las multas, si no hay nadie en terreno que haga valer la ley en la playa”, plantea. “La ley ayudará cuando para cada uno de los cuerpos legales exista un reglamento y el fiscalizador con la facultad de multar”, señala.
Para el académico existe además una necesidad de que el Estado se haga cargo del problema desde otras múltiples perspectivas, entre las que destaca la generación de un sistema real de reciclaje, en un sistema social adecuado para ello.
“En Chile se recicla muy poco. Las personas no pueden pensar en hacer reciclaje si su principal problema es alimentar a la familia. Entonces, lamentablemente, las preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos hoy están en otros ámbitos, apartadas de la importancia del medioambiente. Tú no le puedes pedir a una persona que vive en un sector necesitado de una comuna que se encargue de guardar todos sus residuos plásticos para llevarlos al punto limpio, si su prioridad es ‘parar la olla’ a diario, porque ¿cómo transporta los residuos?, por ejemplo. No podemos pedir este tipo de acciones a todas las personas por igual, porque no están dadas las condiciones sociales. Las necesidades básicas del país no están totalmente resueltas como para integrar esta otra dimensión que es proteger al medioambiente del problema que ocasiona el mal uso del plástico. Allí el Estado tiene un rol fundamental en resolver las inequidades”, asegura Luna.
Por su parte, el Dr. Thiel piensa que en esta materia es importante implementar un sistema eficiente de envases retornables, que a su juicio puede ayudar más que el reciclaje y que es parte de la iniciativa legislativa que limita el uso de plásticos de un sólo uso y que fue presentada al Congreso por la ONG Oceana y Plastic Oceans Chile.
Necesidad de reciclaje
“Actualmente no tenemos un sistema eficiente de botellas retornables, especialmente de bebidas en general. Esto existía, pero el mercado de las botellas desechables lo destruyó. La botella desechable es más barata para el productor, pero el precio lo paga el medioambiente. En este ámbito, no deberíamos solamente hablar de reciclaje del plástico, ya que no es muy eficiente y debería ser una de las últimas opciones. Lo que deberíamos hacer es evitar los plásticos de un solo uso, junto a un sistema de artículos retornables, reutilizables”, asevera el Dr. Thiel.
“Oceana ha desarrollado estudios que dicen que la retornabilidad de la botella, ya sea de plástico o de vidrio, es la que presenta mejores números … porque es la que presenta menos desechos, menos (uso de) agua, porque si incentivamos a que haya retornabilidad en todas las regiones de Chile, se disminuyen los gases de efecto invernadero, la huella de carbono de la botella … Entonces … todos los supermercados en Chile van a tener la obligación de entregar botellas retornables …”, planteó Javiera Calisto, abogada de Oceana en la presentación “Políticas Plásticas en Latinoamérica” organizada por Científicos de la Basura en octubre pasado.
El estudio también incorpora información de la encuesta sobre medio ambiente, llevada a cabo por el Ministerio del Medio Ambiente en 2018. El análisis del instrumento muestra que son preocupaciones mayores para los habitantes de Chile la contaminación del medio ambiente, la generación de basura y la calidad del aire, lo que es similar a otros países. Sin embargo, cuando se les pidió/solicitó a los encuestados que identificaran a los sectores responsables de la basura que está impactando el ambiente costero, los ciudadanos culparon a los productores y los residentes no permanentes en el país, sin considerar su contribución personal en el tema y la responsabilidad en la problemática de la contaminación por plástico.
“Yo creo que los chilenos tenemos muchas cosas buenas, pero una mala es que como ciudadanos normales no nos gusta que nos digan que tenemos que cambiar nuestra conducta. No aceptamos la crítica como una posibilidad de aprendizaje o como una oportunidad de mejorar. Somos buenos para echarle la culpa a los otros, pero no reconocemos que el problema lo generamos nosotros mismos”, advierte el Dr. Luna.
En este marco, un estudio del 2013 (Eastman, Núñez, Crettier, & Thiel, 2013) acerca del comportamiento de los ciudadanos en Chile, reveló que el 44% de los encuestados reconocían haber botado basura en la playa. En el mismo estudio, los encuestados destacaban la educación, la aplicación de multas y la limpieza constante de las playas como las principales soluciones para la contaminación por plásticos.
Estas perspectivas adquieren mayor relevancia, si se considera que, según la información del Atlas del Residuo del 2018, Chile es el país número uno en la generación de residuos plásticos en Sudamérica, con un per cápita anual promedio de 456 kg, más que Brasil (383 kg.), Uruguay (376 kg.), Panamá (343 kg.) y Argentina (341 kg).
Por otro lado, Chile es el sexto mayor exportador de alimentos del mar en el mundo; sin embargo, según se plantea en el estudio, la extensión de la contaminación por plástico de organismos marinos, sus potenciales efectos en especies comerciales y acuicultura, junto con sus subsecuentes efectos en salud humana, aún son desconocidos.
Junto a los doctores Thiel y Luna trabajaron los investigadores Mauricio Urbina (UdeC, IMO), primer autor de la publicación; Tomás Acuña (U Chile), Maximiliano Amenábar (U Chile), Claudia Andrade (UMAG), Camila Ahrendt (Plastic Ocean Chile), C. Castillo (Copas-Sur Austral-UdeC), Adrien Chevallier (UCN), Marcela Cornejo D’Ottone (UdeC), Francisco Correa-Araneda (UA).
Además Cristian Duarte (UNAB), Camila Fernández (Copas-Sur Austral-UdeC), Cristóbal Galbán-Malagón (UNAB), Claudia Godoy (Biorigen), Marcelo González-Aravena (INACH), Iván A. Hinojosa (ESMOI), Alberto Jorquera (UdeC), Tim Kiessling (U Kiel), Marco A. Lardies (UAI), Javier Lenzi (Centro de Investigación y Conservación Marina, Uruguay), Cristian Mattar (U Chile), Mauro Munizaga (UCN), Nicole Olguín-Campillay (PUCV), Diego Joaquín Perez-Venegas (UNAB), Matías Portflitt Toro (UCN), Karla Pozo (USS), José Pulgar (UNAB), y Enrique Vargas (Directemar).
Fuente: Universidad Católica del Norte (UCN)