Artículo por Equipo Amigos de Los Parques de la Patagonia
La explotación de pompón y las plantaciones exóticas han provocado la destrucción de los ecosistemas, reduciendo la cantidad de agua almacenada en las napas, afectando el hábitat de diversas especies y su disponibilidad potencial para el consumo humano. Desde Amigos de los Parques abordaron esta temática con Gabriela Navarro, ecóloga paisajista, encargada de la Unidad de Extensión Científica de la Sede Puerto Montt de la U. Austral de Chile y vocera de la Mesa de Humedales de Chiloé.
Los humedales constituyen ecosistemas de transición entre un ambiente terrestre y otro acuático; son zonas de intercambio que generan condiciones favorables y únicas para la presencia de gran variedad de especies de plantas, animales y otros organismos interdependientes, característica que los convierte en uno de los sistemas ecológicos más complejos e importantes para la conservación de la biodiversidad.
La Convención Ramsar en el año 2015 publicó que la extensión mundial de los humedales disminuyó entre un 64% y un 71 % en el siglo XX y que la pérdida y degradación de estos ecosistemas continúa en todo el mundo. A nivel global, se registra que la pérdida de los humedales continentales naturales ha sido sistemáticamente mayor y ha ocurrido a un ritmo más acelerado que la de los humedales costeros naturales. Los humedales continentales disminuyeron entre un 69% y un 75 %, mientras que la extensión de los humedales costeros se redujo en torno a un 62%.
En Chile, las mayores extensiones de humedales se encuentran emplazadas en las regiones de Magallanes, Aysén y Los Lagos, siendo la región de Magallanes la que concentra cerca del 80% de la superficie de humedales del país, representados fundamentalmente por turberas, un tipo de humedal continental donde se produce y acumula materia orgánica muerta que proviene de plantas adaptadas a vivir en sitios inundados de agua, bajo contenido en oxígeno, escasa disponibilidad de nutrientes, y con pH muy ácido.
Es en estos lugares donde crece el Sphagnum magallanicum, más conocido como Pompón, planta hidrófita que crece desde la región de Los Ríos hasta Magallanes y la Antártica, con la capacidad de retener el agua hasta 20 veces su peso seco. Las condiciones de anegamiento que presentan estos sitios durante gran parte del año favorecen la colonización, establecimiento y posterior acumulación del musgo Sphagnum, formándose así turberas que han sido llamadas antropogénicas o “Pomponales”.
“El Sphagnum se usa como sustrato en viveros y en jardinería, además como aislante térmico, como piso orgánico, como filtros, etc. La extracción del musgo vivo y la explotación de turba han iniciado una preocupante degradación de estos ecosistemas, especialmente en el Archipiélago de Chiloé, afectando directamente los servicios ecosistémicos”, explica Gabriela Navarro, ecóloga paisajista, encargada de la Unidad de Extensión Científica de la Sede Puerto Montt de la U. Austral de Chile y vocera de la Mesa de Humedales de Chiloé.
“El principal rol del Pompón es de reservorio de agua dulce, y esto es crítico para las islas, considerando que no cuentan con un suministro de agua a partir de deshielos montañosos como ocurre en el continente, por lo que su única fuente de agua proviene del almacenamiento de las precipitaciones de lluvia”, agrega Navarro.
Además de ser el hogar de miles de especies, las turberas almacenan el agua lluvia y luego la liberan lentamente a ríos, aguas subterráneas, recargando los acuíferos. Así, actúan como depuradores o filtro natural hacia las aguas subterráneas, reduciendo los sedimentos, nutrientes y reteniendo compuestos nocivos como metales pesados.
Adicionalmente, las turberas han almacenado carbono atmosférico durante miles de años, siendo un buen agente de estabilización del clima. Es por esta razón que su destrucción o degradación empeora la crisis climática y aumenta las emisiones de gas invernadero en cantidades alarmantes. Así, la explotación de pompón y las plantaciones exóticas generan la destrucción del ecosistema, reduciendo la cantidad de agua almacenada en las napas, la conservación de la biodiversidad y la disponibilidad potencial de agua para el consumo humano.
Según explica Navarro: “Durante los últimos veinte años la creciente actividad económica vinculada a la extracción del pompón, cosechado por agricultores para su comercialización como sustrato en cultivos hortícolas, frutales y para la industria de productos absorbentes, ha provocado el dramático aumento de la degradación de estos humedales, dejando sitios completamente desbastados donde no se observa regeneración vegetal, y con falta de regulación en las técnicas de extracción, secado, envasado y transporte, las que se han desarrollado sin considerar las condiciones de regeneración del recurso explotado y su impacto ambiental”.
Finalmente, el llamado desde la Mesa de Humedales de Chiloé es a un cambio en la legislación que permita la protección de las turberas a partir de su reconocimiento como especie vegetal de lento crecimiento y emblemática para la regulación hídrica.
Créditos de fotografías: Gabriela Navarro y Mesa de Humedales de Chiloé