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COVID-19: El número de personas que viven en la pobreza extrema habrá aumentado en 150 millones para 2021

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Banco Mundial

Se prevé que en 2020 la pobreza extrema mundial aumentará por primera vez en más de 20 años como resultado de las perturbaciones ocasionadas por la pandemia de COVID-19 (coronavirus) y agravadas por las fuerzas de los conflictos y el cambio climático, que ya estaban desacelerando los avances en la reducción de la pobreza, señaló hoy el Banco Mundial. 

Se estima que la pandemia de COVID-19 empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, según la gravedad de la contracción económica. La pobreza extrema, definida como la situación de quienes viven con menos de USD 1,90 al día, probablemente afecte a entre un 9,1 % y un 9,4 % de la población mundial en 2020, de acuerdo con el trabajo Poverty and Shared Prosperity Report (Informe sobre pobreza y prosperidad compartida), que se publica cada dos años. Esa tasa representaría una regresión a la registrada en 2017, que fue del 9,2 %. Si la pandemia no hubiera convulsionado el mundo, la tasa de pobreza habría descendido al 7,9 % en 2020, según se preveía. 

“A causa de la pandemia y la recesión mundial, más del 1 % de la población del mundo caerá en la pobreza extrema”, señaló David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “A fin de superar este duro revés para el avance del desarrollo y la reducción de la pobreza, los países deberán prepararse para una economía diferente tras la COVID permitiendo que el capital, la mano de obra, el personal especializado y la innovación se trasladen a nuevos sectores y empresas. Todo el Grupo Banco Mundial ─el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, la Asociación Internacional de Fomento, la Corporación Financiera Internacional y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones─ ayudará a los países en desarrollo a reanudar el crecimiento y a responder a los efectos sanitarios, sociales y económicos de la COVID-19, al tiempo que trabajan en aras de una recuperación sostenible e inclusiva”. 

En el informe también se llega a la conclusión de que muchos de los nuevos pobres serán habitantes de países que ya presentan tasas de pobreza elevadas. En unos cuantos países de ingreso mediano, un importante número de personas caerá por debajo del umbral de la pobreza extrema. Se estima, asimismo, que alrededor del 82 % del total se registrará en estos países. 

La combinación de la pandemia de COVID-19 con las presiones generadas por los conflictos y el cambio climático hará imposible alcanzar el objetivo de poner fin a la pobreza para 2030 si no se toman rápidamente medidas de política importantes y significativas, según el Banco Mundial. Para 2030, la tasa de pobreza mundial podría ser del orden del 7 %. 

Se prevé que cada vez más habitantes de zonas urbanas quedarán en la pobreza extrema, que tradicionalmente afectaba a los pobladores de las zonas rurales. 

El progreso se estaba desacelerando incluso antes de la crisis de la COVID-19. Los nuevos datos correspondientes a 2017 muestran que 52 millones de personas lograron salir de la pobreza en todo el mundo entre 2015 y 2017. No obstante, pese a este avance, la tasa de disminución de la pobreza se redujo a menos de medio punto porcentual al año entre 2015 y 2017. La pobreza mundial había retrocedido a un ritmo anual de aproximadamente 1 punto porcentual entre 1990 y 2015. 

Además del umbral internacional de USD 1,90 al día, el Banco Mundial utiliza los parámetros de USD 3,20 y USD 5,50 diarios para reflejar las líneas nacionales de pobreza de los países de ingreso mediano bajo y mediano alto. Asimismo, en el informe se mide la pobreza según una gran variedad de aspectos, como el acceso a la educación y la infraestructura básica. 

Si bien menos de la décima parte de la población mundial se ubica por debajo de la línea de USD 1,90 al día, cerca de la cuarta parte vive con menos de USD 3,20, y más del 40 % de los habitantes del mundo (casi 3300 millones de personas) se sitúa por debajo de la línea de USD 5,50. 

La crisis desatada por la COVID-19 también ha reducido la prosperidad compartida, definida como el crecimiento de los ingresos del 40 % más pobre de la población de un país. Se estima que el promedio de la prosperidad compartida mundial se estancará o incluso se contraerá en el período 2019-21 debido a la merma en el crecimiento de los ingresos promedio. Es probable que la desaceleración de la actividad económica intensificada por la pandemia afecte especialmente a los más pobres, lo que podría dar como resultado indicadores de prosperidad compartida aún más bajos en los próximos años. 

La perspectiva de un crecimiento menos inclusivo constituye una clara inversión de tendencias anteriores. En el período 2012-17, la prosperidad compartida se incrementó en 74 de las 91 economías para las que se disponía de datos, lo que significa que el crecimiento fue inclusivo y que los ingresos del 40 % más pobre de la población aumentaron. Además, en 53 de esos países, ese crecimiento benefició a los más pobres en mayor medida que a la población general. El promedio de la prosperidad compartida mundial (esto es, el crecimiento en los ingresos del 40 % más pobre) fue del 2,3 % entre 2012 y 2017. Lo expuesto indica que, sin medidas de política, la crisis de la COVID-19 puede desencadenar ciclos de mayor desigualdad de ingresos, menos movilidad social entre los grupos vulnerables y menos resiliencia frente a futuras conmociones. 

En el informe se insta a la acción colectiva para no echar por tierra los años de avances en la reducción de la pobreza y se señala que los esfuerzos por enfrentar la pobreza generada por la COVID-19 también sufren amenazas que impactan de manera desproporcionada y simultáneamente a los pobres de todo el mundo, en particular los conflictos y el cambio climático. 

El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo.

Destinará hasta USD 160 000 millones en asistencia financiera durante un período de 15 meses para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), que se asignarán en forma de donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias. 


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