ChileCiencias forestales

Expertos advierten peligro de incendios forestales para este verano pese a baja ocurrencia registrada a la fecha

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Si bien hasta ahora no se han producido las verdaderas tormentas de fuego de años anteriores, especialistas de la U. de Chile señalan que aún es pronto para calificar esta temporada como de bajo impacto en relación a los incendios. Plantean, en este sentido, que la prolongada sequía que afecta a gran parte del país, las altas temperaturas y las limitadas medidas de prevención conjugan un escenario perfecto para el surgimiento y propagación de grandes eventos de este tipo. No descartan, además, una menor ocurrencia producto de las cuarentenas.

Comunas como Purén, Chillán, Talagante, Nacimiento, Cañete, Molina, Collipulli, San Clemente, Temuco, Corral, Molina y Río Claro han sido los puntos donde este mes se han producido incendios forestales de distinta magnitud, algunos de los cuales aún se encuentran activos. Sin embargo, este verano aún se mantiene como una temporada con una baja ocurrencia de incendios, situación que podría cambiar en cualquier momento, afirma el investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la U. de Chile, Miguel Castillo

El académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza explica que “el hecho de que una temporada haya una menor cantidad de incendios no significa que sea una temporada benigna. Puede suceder que haya pocos incendios, pero de gran magnitud. Por otro lado, también podrías tener -y ha ocurrido- temporadas en las que ocurren muchos incendios, sobre la media, pero puede que se haya dado una menor cantidad de eventos críticos, especialmente aquellos de gran tamaño”. Indica, por otra parte, que la ocurrencia de incendios forestales en Chile se ha mantenido constante en el último tiempo, aunque se ha dado un leve aumento, “con una media estimada que oscila entre 5.800 a 6.300 incendios por año. A veces algunos años se escapa y se puede llegar a los 6.800 o 7.000 eventos”.

Andrés Weintraub, académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile, agrega que este fenómeno también tiene un comportamiento aleatorio, con años peores y mejores. No obstante, piensa que la baja ocurrencia de eventos puede tener relación con las cuarentenas. “Es posible que debido a que la gente está saliendo mucho menos por la pandemia se estén generando menos incendios, porque la gran mayoría de los incendios en Chile son causados por el humano. Esto es sólo una idea sin base científica aún. Otro factor es que hasta el momento no hemos tenido las temperaturas de hasta 36 grados que han ocurrido en otras temporadas. El clima ha sido un poco más benevolente”.

En esta línea, el profesor Castillo complementa que las altas temperaturas, la baja humedad, la proliferación de vegetación combustible o que haya mucho viento aumenta exponencialmente la posibilidad de que un incendio forestal se propague violentamente. Sin embargo, afirma que “tú puedes tener todas las condiciones necesarias para el encendido, pero si no se presenta el agente de encendido en el punto de ignición no ocurrirá, lo que normalmente se da por causa humana, y en muy menor grado por causas naturales. Por lo tanto, es importante señalar que una temporada sea meteorológicamente desfavorable no significa necesariamente que va a haber muchos incendios”.

Cambio climático y marco normativo

El cambio climático emerge como el principal responsable del mayor riesgo y peligro, aunque no es el único. La prolongada sequía que azota a la zona centro y sur del país y el alza de las temperaturas, han generado un escenario propicio para el surgimiento de mega incendios como el de 2017, una verdadera tormenta de fuego que se extendió entre el 18 de enero y el 5 de febrero entre las regiones de O’Higgins, el Maule y el Biobío. Junto a la incidencia del cambio climático, Miguel Castillo sostiene que “los incendios están siendo cada vez más fuertes y severos, con una mayor cantidad de liberación de energía. Pero eso es una consecuencia también de la falta de políticas públicas y medidas privadas para poder atender la gestión de la carga de combustible”.

De acuerdo al investigador, Chile cuenta con uno de los marcos normativos más retrasados de Latinoamérica en esta materia. “El sistema sancionatorio en Chile sigue siendo débil, y los gobiernos no han abordado el tema de fondo, que es la ley de incendios forestales. Es importante tener un marco general regulatorio y no responder a las coyuntura de cada catástrofe que ponen en evidencia la debilidad legislativa que existe”, sostiene. Por otra parte, afirma que el ordenamiento del territorio hoy no está preparado para atender la expansión urbana en zonas de interfaz urbano-forestal. “Las normativas están en papel, pero en la práctica poco se aplican”, sentencia.

En este sentido, sigue habiendo muchas zonas desatendidas desde el ámbito preventivo y desde la capacidad de respuesta ante estos fenómenos. Aún hay debilidades en la implementación de medidas que permitan aminorar los efectos potenciales de la propagación del fuego. Plantea que “esto tiene que ver con la posibilidad de inflamabilidad y la gestión de acciones de mitigación, por ejemplo, a través de un programa de podas, raleos, de limpieza de combustibles y de construcción de cortafuegos. Lo que ha pasado es que los municipios luchan con prioridades presupuestarias y no todos están preparados para atender una variedad de emergencias. Frente a esto, muchas veces las organizaciones comunitarias, ante la falta de recursos, se han organizado para hacer frente al impacto de un incendio forestal”.

Zonas Críticas

Hoy existen más de 40 zonas sensibles a la ocurrencia de incendios forestales en la zona centro-sur del país, detalla el profesor Castillo, entre las que se cuentan unas 29 comunas críticas, concepto que se asocia a áreas de interfaz urbano-forestal con una alta incidencia y probabilidad de eventos de este tipo. Algunas de las comunas que concentran la mayor cantidad y densidad de incendios forestales son Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Casablanca, El Quisco, El Tabo, San Antonio, Cartagena y Melipilla. Más al sur figuran puntos críticos como Lota, Tomé, Coronel, Curanilahue, Penco, Lebu, Tirúa, Mulchén, Collipulli, Ercilla, Cabrero, Concepción, Cañete, Temuco, San Pedro de La Paz, Angol y Santa Juana, entre otros.

El mayor problema para estas localidades, que tienen una alta cantidad de energía potencial disponible para el encendido, sucede cuando se da una multiocurrencia de incendios forestales. “La oportunidad de respuesta frente a una emergencia puede ser sencilla cuando tú tienes un incendio, pero cuando tienes más de uno, sobre todo en zonas de escasa accesibilidad, la cosa se complica” comenta Castillo.

Un avance importante para el combate de estos eventos en áreas críticas se concretará durante este año a partir de un proyecto Fondef en el que actualmente trabajan los profesores Weintraub y Castillo, junto a un equipo multidisciplinario de investigadores de la U. de Chile y Conaf. La iniciativa, pionera a nivel internacional, consiste en el diseño de modelos predictivos para prevenir y gestionar de mejor forma los incendios. “Tenemos un modelo que predice dónde pueden partir los incendios, otro modelo de simulación que predice cómo se expande el incendio, y eso lo conectamos con modelos de decisión óptima de cómo intervenir el bosque de tal manera que los incendios no causen demasiado daño”, explica el profesor Weintraub.

El trabajo, impulsado en colaboración con investigadores de Canadá, Estados Unidos y España, “utiliza técnicas avanzadas de optimización e inteligencia artificial para apoyar decisiones de cómo manejar el bosque para que cuando venga un incendio no sea tan grave. Lo que tendremos es una identificación de puntos sensibles en áreas de 100×100 metros, es muy detallado, y mostrará qué pasa si no se hace algo y qué pasa si se toman ciertas medidas”, detalla el investigador de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. “Con esto pensamos tener herramientas que ayuden a la Conaf y a las empresas a manejar mejor los incendios forestales antes de que se produzcan y durante su desarrollo. Será de gran ayuda para aquellas zonas sensibles con poblados aledaños o cercanos”, concluye.

Texto: Cristian Fuentes Valencia
Prensa UChile

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