70% de la población mundial está infectada con virus herpes simple de tipo 1.
Este accede al sistema nervioso central en un alto porcentaje de los individuos sin síntomas evidentes.
Mayor severidad y predisposición a la enfermedad neurodegenerativa estaría dada por procesos inflamatorios en el sistema nervioso central.
Un equipo de investigadores del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia (IMII), liderado por el Dr. Pablo González, académico de la Universidad Católica de Chile, publicó un nuevo estudio que plantea relación entre la infección por virus HSV-1 o virus herpes simple de tipo 1, y una mayor predisposición a sufrir esclerosis múltiple (EM) y de manera más severa.
La investigación desarrollada en modelos experimentales, identificó un vínculo entre la infección asintomática ya nombrada y la encefalitis autoinmune experimental, un paralelo a la esclerosis múltiple en humanos. Esta pertenece a las denominadas enfermedades multifactoriales, ya que muchos agentes, tanto genéticos como ambientales, aportan a la predisposición de padecerla y a su severidad.
El estudio liderado por el Dr. Pablo González, se extendió por cerca de cuatro años, y contó con la participación de la doctora Luisa Duarte, especialista en microbiología y PhD en Ciencias Biológicas UC y con la colaboración de otros grupos de investigación del IMII en la UC y Universidad Andrés Bello.
Los virus de herpes simple son altamente prevalentes en la población y comunes clínicamente. El 70% de la población mundial está infectada con HSV-1, y en algunas regiones puede llegar a afectar hasta un 90% de los seres humanos.
Solo el 10% de los infectados, manifiesta síntomas clínicos y el porcentaje restante corresponden a asintomáticos, que incluso pueden no saber que padecen esta infección, debido a que no experimentan manifestaciones clínicas, pero de igual forma son contagiosos. Esto provoca que este virus presente una prevalencia alta entre la población humana y que se propague fácilmente.
La presencia de HSV-1 en el organismo se asocia principalmente con lesiones cutáneas, siendo las más reportadas clínicamente las lesiones orofaciales (herpes labialis). Pero también existen patologías con mayores complicaciones clínicas provocadas por este virus, como son la ceguera infecciosa y la encefalitis herpética. Esta última -con un menor pronóstico de ocurrencia- tiene un diagnóstico severo con daño neurológico a pesar del tratamiento con antivirales, e incluso puede conducir a la muerte.
Un virus que induce alteraciones en el cerebro e inflamación
Un 35% de los humanos sanos tienen ADN de HSV-1 en su cerebro -indicando mayormente una infección asintomática de este tejido-, y por ende no tienen ningún síntoma que alerte sobre la infección del sistema nervioso central. “Sin embargo, encontramos que esa infección -que no se manifiesta-, sí está produciendo cambios en la estructura del cerebro, particularmente alterando la barrera hematoencefálica que actúa como una protección natural del sistema nervioso central”, resaltó el Dr. Pablo González. Al alterar la barrera hematoencefálica, la infección latente con HSV-1 podría predisponer a que ingresen a estos tejidos células inmunes autoreactivas (autoinmunes), las cuales pueden producir lesiones en el sistema nervioso central que podrían traducirse en la presentación de síntomas asociados a un daño neurológico.
“Nuestros resultados sugieren que el individuo no necesita tener una encefalitis herpética aguda para que ocurran daños en su cerebro producto de la infección por HSV-1, sino que bastaría una infección latente asintomática para ello. Esto es preocupante, ya que más de dos tercios de la población está infectada con este virus y aproximadamente un tercio tendría el virus en su sistema nervioso central. Cambios microscópicos en el tejido nervioso central podrían ir acumulándose y provocar que se generen episodios inflamatorios locales, y finalmente favorecer autoinmunidad en el cerebro y médula espinal”.
Lo anterior ocurriría luego que el individuo en algún momento de su vida se contagió con virus herpes simple, el cual quedó alojado y de manera silente (latente) en neuronas del nervio trigémino en el cráneo, hasta que se reactiva la infección inicial y el virus, eventualmente, puede alcanzar el cerebro produciendo una infección asintomática en este tejido.
La infección previa con el virus herpes simple tipo 1, dice el estudio anunciado, provoca o incrementa la celeridad de la aparición de los síntomas asociados con la esclerosis múltiple en un modelo animal, así como su severidad. “Así, alguien que tiene antecedentes genéticos o está expuesto a factores ambientales asociados a una mayor predisposición a tener la enfermedad, estaría en mayor riesgo de sufrir esta enfermedad clínica degenerativa si es que el virus logró alcanzar tejido del sistema nervioso central”, indicó el Dr. González del IMII.
Antes de esta investigación, existían antecedentes clínicos de correlación de enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis múltiple, con mayor detección de componentes de HSV-1 en la sangre de pacientes con esta patología y durante su fase sintomatológica. Así también, se había evidenciado la presencia de HSV-1 en el líquido cefalorraquideo de personas recién diagnosticadas con EM; o la mayor presencia del ADN de este virus en cerebros de individuos fallecidos con esclerosis múltiple, en comparación a los de personas que no padecían esta enfermedad. Sin embargo, no se sabía si era porque esta enfermedad provocaba la reactivación de HSV-1, o facilitaba su entrada al sistema nervioso central, o porque la infección con el virus promoviese la EM. En este sentido, el estudio anunciado contribuye en esta relación de causalidad a partir del virus herpes simple de tipo 1.
Son 2.8 millones de personas las que padecen EM en el mundo, y en Chile existen 2.653 casos, siendo la primera causa de discapacidad no accidental en adultos jóvenes. Sus síntomas son disfunción cognitiva e intestinal, problemas visuales, adormecimiento y dolor, dificultad para caminar y espasmos musculares. En la actualidad los tratamientos farmacológicos para esta patología no son eficaces, sino más bien paliativos.
En tanto, el contagio con HSV-1 es de por vida. Si bien existen antivirales para este virus -como el aciclovir-, y que ayudan a salvar vidas, estos no son muy efectivos para tratamiento de lesiones herpéticas cutáneas y en la disminución de sus síntomas. El tratamiento con estos antivirales no cura la infección y por lo pronto no existe vacuna contra este virus, aspecto que también investiga el laboratorio del Dr. Pablo González en la Universidad Católica.
Indicios de que algunos virus contribuyen a enfermedades neurodegenerativas, han sido confirmadas en el pasado, sumándose a la acción que provoca el virus herpes simple de tipo 1. Así, se han descrito también efectos neurológicos por otros virus, tales como el virus respiratorio sincicial y el virus SARS-CoV-2 que alteran el normal funcionamiento del sistema nervioso central.
Conocer mejor la relación existente entre infecciones virales, cuadros neurodegenerativos y autoinmunidad podría contribuir al desarrollo de nuevas terapias para reducir la probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple, o disminuir su severidad. Estas investigaciones, así como la identificación de nuevos antivirales contra virus herpes simple son de interés para el laboratorio del Dr. González.
El artículo fue publicado en la revista Frontiers in Immunology y es de libre acceso: https://doi.org/10.3389/fimmu.2021.635257
(Por: Sergio Cabezón, Agencia: Inés Llambías Comunicaciones).