Tienen diversas propiedades nutricionales que ayudan a prevenir enfermedades, además de contener lípidos de origen vegetal que no generan alteraciones en el organismo.
Útiles a cualquier hora del día, los frutos secos otorgan nutrientes de alta calidad que mejoran la salud de las personas y previenen graves enfermedades. Pero, como en todo, no se debe abusar, pues en exceso generan alzas de peso y, además, se recomienda no confundirlos con las frutas deshidratadas que tienen un alto contenido de azúcar.
Una de las características que explica su popularidad, además de su sabor, es su versatilidad. La nutricionista Elizabeth Sánchez Novoa, académica de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián, dice que los frutos secos, por su versátil sabor, se pueden incluir en múltiples preparaciones.
“Por ejemplo, pueden formar parte del desayuno junto con yogur o leche, como colación de mañana o tarde. Otra idea es añadirlos a la ensalada del almuerzo o como ingrediente de una crema, sopa o salsa”, sugiere la profesional. Pero hay más opciones. Dice que una alternativa de moda es molerlos para preparar harinas o bien las famosas “mantequillas de” que pueden servir para elaborar productos de repostería saludable.
Beneficios
Además de ricos de sabor, los frutos secos, como maní, almendras, pistachos o nueces, tienen importantes propiedades nutricionales. “Su composición grasa y su contenido en antioxidantes, fibra y otras sustancias bioactivas, hacen que estos alimentos posean un gran valor nutricional. Existe abundante evidencia científica que dice que su consumo habitual genera un efecto cardioprotector, beneficio en el control del peso corporal (reducción de la grasa abdominal), prevención de diabetes e insulino resistencia y enfermedades neurodegenerativas”, plantea.
La académica sostiene que, a pesar de ser alimentos ricos en grasa, “la que contienen es de origen vegetal, lo que les otorga un perfil de lípidos que se considera balanceado y saludable sin generar alteración negativa en el perfil de lípidos sanguíneo”.
Como los gustos son diversos, no a todos les gustan todos los frutos secos. Algunos prefieren las avellanas, mientras otros optan por las almendras o las castañas de cajú. Lo importante es que no hay diferencias significativas en su valor nutricional.
“Considerando que la composición nutricional de los frutos secos en general es bastante similar, no podemos hablar de que existe alguno que sea superior a otro en cuanto a valor nutritivo, sólo tener presente no confundir los frutos secos con las frutas secas. Estas últimas son aquellas que han sido deshidratadas para prolongar su vida útil y, por lo tanto, tienen una concentración mayor de azúcar”, plantea Elizabeth Sánchez.
Alimento diario
Aunque son un alimento de gran valor, no todos pueden consumirlos. “Depende de la presencia de alergias, intolerancias individuales o de ciertas condiciones patológicas, si se consumen con sal o fritos”, indica la nutricionista.
En el caso de los niños, se pueden ofrecer a partir de los dos años, pero, en la primera etapa, se deben dar molidos debido al riesgo de atragantamiento que existe en su forma original.
En cuanto a la cantidad, depende de las necesidades nutricionales individuales, pero una medida general podría ser un puñado pequeño diario.
La académica USS recalca que los frutos secos “al ser alimentos ricos en lípidos de origen vegetal y con propiedades antiinflamatorias, anticancerígenas y protectoras frente a patologías crónicas pueden, sin ningún problema, y considerando la individualidad de cada persona, formar parte de la alimentación diaria”.
Sin embargo, plantea algunos alcances. “Hay que tener cuidado con consumirlos con sal añadida, ya que pueden elevar la presión arterial; fritos, porque pueden modificar su composición nutricional o añadirles más grasa, y también se debe tener cuidado con el tostado que podría provocar pérdida de vitaminas y compuestos bioactivos que son termolábiles”.
Finalmente, la docente dice que la mejor manera de conservar los frutos secos es en frascos de cristal, bien cerrados y en un lugar fresco, seco y protegido de la luz con el fin de conservar sus propiedades saludables.
Foto principal: Ser Padres