Gracias a manejos agroecológicos -sin uso de pesticidas- se puede obtener óptimos resultados en la producción agrícola. Ejemplo de ello, son los pilotos de buenas prácticas agrícolas y de turismo, donde en poco tiempo, se han obtenido productos libres de pesticidas, los que atraen a una gran diversidad de fauna benéfica para la agricultura.
Conservar la biodiversidad en terrenos altamente degradados producto de hábitos agrícolas insostenibles, es posible, así lo demuestra el piloto de buenas prácticas agrícolas, que promueve a Iniciativa Conservación de Especies Amenazadas, junto a un trabajo colaborativo con INDAP Arica y Parinacota, en valles interiores de Arica. El “Manejo Ecológico del Suelo y Bandas Florales Funcionales Mixtas”, promueve la disminución del uso de pesticidas, agroquímicos en el suelo, así como las quemas agrícolas, incorporando microorganismos benéficos obtenidos de zonas vírgenes y material vegetal seco y fresco potenciando, de esta manera, la sanidad del sistema agrícola con bandas florales funcionales.
El uso intensivo y masivo de pesticidas, así como el uso extensivo de estructuras tipo invernadero que cortan el paisaje, además de las quemas agrícolas y deforestación son habituales en esta zona y se han transformado en amenazas para las especies en peligro de extinción, como el picaflor de Arica. Por lo mismo, desde 2019, este proyecto intenta demostrar que existen prácticas agroecológicas que benefician a la biodiversidad y contribuyen a la recuperación de suelos y de flora nativa, alimento para especies como el picaflor de Arica al mismo tiempo que reducen costos asociados a prácticas agrícolas como la aplicación de pesticidas.
El Seremi del Medio Ambiente de la Región de Arica y Parinacota, Pablo Bernar, enfatiza en la sustentabilidad de los sistemas agrícolas. “Mientras más biodiversos sean nuestros territorios, más fuertes, equilibrados y resilientes serán ante la crisis del cambio climático que vivimos. Las prácticas agrícolas insostenibles de ciertos valles de Arica, han hecho que el picaflor se vaya a otros lugares menos intervenidos, como la comuna de Camarones, por lo que tenemos que cambiar nuestro circuito de oportunidades. Debemos ver la posibilidad de que privados nos apoyen en la conservación del picaflor, entre otras opciones, y este tipo de pilotos son un buen ejemplo”, señaló.
Cambiar las prácticas comerciales con retribución inmediata en los agricultores de la zona, por otras preventivas que consideren el equilibrio ecológico, es uno de los desafíos de la aplicación de este proyecto. Para ello, se requiere un cambio de mentalidad e incorporar nuevas tecnologías que enriquezcan a los agricultores, pero que resguarden el entorno.
“Los agricultores, quieren invertir todo para ganar mucho, utilizan mucho agroquímico y el hecho de hacer algo más sustentable, como crear sus propios fertilizantes, les significa un alto costo en tiempo, en mano de obra y una retribución no tan similar a la convencional; sin embargo, tienen la inquietud de volver a sus orígenes”, comenta Mauricio Sepúlveda, asesor de INDAP, a cargo de la Unidad Operativa de Changabito.
Picaflor y maracuyás
En un verdadero refugio natural se convirtió parte del predio cercano a la micro reserva de Vítor de propiedad de Fresia Beyzaga, lugar escogido para aplicar bandas florales funcionales, que incluye el piloto de conservación. En poco tiempo, éstas han proliferado, generando un espacio para que los insectos se reproduzcan y resguarden; también ha llegado a alimentarse el picaflor de Arica.
Este espacio incluye plantación de maracuyás, naranjos, limoneros, plantas medicinales y flores. Paula Arévalo, coordinadora para Arica y Parinacota de la Iniciativa Conservación de Especies Amenazadas, ejecutada en Chile por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), implementada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y financiada por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), comenta que la producción de maracuyá presenta calibres por sobre el promedio del resto del valle, frente a otro cultivo manejado de manera tradicional, el cual Fresia fumiga cada quince días. “Esto le supone un ahorro enorme por concepto de mano de obra y maquinaria agrícola; y pone en valor el resto de su producción orgánica, con calidad superior en tamaño y características organolépticas como color, aroma y sabor”, cuenta.
Fresia relata que siempre quiso tener un lugar con flores y árboles frutales, aislado de la chacra donde fumiga. “Al principio fue harto trabajo, hubo que hacer una buena base, una zanja de 80 x 50 centímetros. Da un poco de miedo dejar los pesticidas, es un cambio de cultura, pero se puede, yo estoy viendo los resultados en poco tiempo. Llegó una pareja de picaflores y saltamontes, además las plantas se han dado muy bonitas. Los maracuyás ya no los tengo que fumigar de la arañita, los limoneros y naranjos ya tienen frutos y la menta, romero y manzanilla se dan muy bien”, dijo.
Si deseas conocer más acerca de esta práctica y sus costos asociados, escribe a parevalo@mma.gob.cl