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Investigadores de la U. de Chile proyectan impacto del cambio climático en el país para el resto del siglo XXI

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Mientras las temperaturas mínimas y máximas subirían hasta 2°C en el escenario más optimista, modelos más adversos indican alzas por sobre los 4°C en las temperaturas mínimas y por sobre los 6°C en las temperaturas máximas.

Las precipitaciones, en tanto, disminuirían 60 por ciento entre las regiones de Atacama y Los Ríos y aumentarían un 40 y 20 por ciento, respectivamente, en el altiplano y la zona austral.

El desplazamiento de la isoterma 0 a zonas más altas sería una de las consecuencias frente a estas proyecciones, fenómeno que reduciría las áreas de almacenamiento de nieve y, por lo tanto, afectaría la disponibilidad de agua dulce. La zona central será una de las más afectadas, de acuerdo a estos escenarios. 

Un complejo escenario a futuro para nuestro país producto del cambio climático proyectan investigadores de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile. El equipo, liderado por el profesor Manuel Paneque, e integrado por las y los investigadores Juan Manuel UribeDaniela Araya-OssesAna Casanueva y Celián Román-Figueroa, analizó las tendencias de temperaturas y precipitaciones en 400 puntos del país para todo el siglo XXI, estudio que permitió identificar las señales de cambio climático en las distintas macrozonas de Chile, y bajo distintos modelos de simulación, para tres períodos: 2016-2035, 2046-2065 y 2081-2100.

La investigación, publicada por la prestigiosa revista “Climate Dynamics” de Springer Nature, advierte que tanto las temperaturas máximas como las mínimas aumentarán en todo el territorio chileno a lo largo de todas las estaciones. En líneas generales, el escenario más optimista plantea que las temperaturas mínimas y máximas subirían hasta 2°C, mientras que el modelo más adverso indica alzas sobre los 4°C en las temperaturas mínimas y sobre los 6°C en las temperaturas máximas. Las precipitaciones, en tanto, disminuirían 60 por ciento entre las regiones de Atacama y Los Ríos y aumentarían un 40 y 20 por ciento, en el altiplano y la zona austral, respectivamente.

Frente a estas proyecciones, Manuel Paneque, académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la U. de Chile, sostiene que “el país tiene condiciones particularmente favorables para atenuar la magnitud de los cambios en las temperaturas, no así en el caso de las precipitaciones, las que se espera sigan disminuyendo durante varias décadas más, amenazando seriamente a los recursos hídricos”.

Temperaturas mínimas y máximas

El escenario más favorable para las temperaturas mínimas proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en los tres períodos de estudio. El modelo más pesimista, por otra parte, proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en el futuro cercano (2016-2035), hasta 4°C para el futuro medio (2046-2065) y aumentos sobre los 4°C para el período futuro lejano (2081-2100). Para este último, además, los aumentos de temperatura en los meses de invierno son mayores que los proyectados para los meses de verano.

Respecto a las tendencias sobre temperaturas máximas, el modelo más favorable indica que los aumentos también serían de hasta 2°C para todo Chile en los tres períodos. El escenario más negativo, en tanto, proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en el futuro cercano (2016-2035), aumentos sobre 4°C en los meses de invierno para el futuro medio (2046-2065) y aumentos entre 2°C y 4°C en las otras temporadas. Finalmente, las proyecciones para el futuro lejano bajo este modelo indican aumentos sobre los 6°C en los meses de invierno y sobre los 4°C en las otras temporadas.

Precipitaciones

Las estimaciones de precipitación presentan mayor variabilidad espacial en comparación a los resultados de temperatura. A nivel general, se prevén disminuciones de entre un 20 y un 80 por ciento en las precipitaciones entre las regiones de Valparaíso y Aysén, según el escenario y período futuro. Destacan, además, las proyecciones para el período 2081-2100 bajo el escenario más extremo, con bajas en las precipitaciones por sobre el 60 por ciento entre las regiones de Atacama y Los Ríos, tanto en verano como en invierno, mientras que en el altiplano y la zona austral las precipitaciones aumentarían sobre un 40 y 20 por ciento, respectivamente.

El primer escenario advierte disminuciones en la zona centro-sur para la temporada de verano, entre las regiones de Coquimbo y Aysén, para todos los períodos. En los meses de invierno, esta disminución abarcaría un área mayor, que va desde la región de Atacama hasta la de Magallanes. Por otro lado, se proyectan grandes áreas con aumentos de precipitación para las regiones de Antofagasta y Atacama en verano. En invierno este aumento se presentaría sólo en la región de Antofagasta.

Un segundo escenario presenta un aumento de las precipitaciones estivales desde la región de Arica y Parinacota hasta la de Coquimbo en el futuro cercano, medio y lejano. Para los meses de invierno se estiman aumentos sólo en la región de Antofagasta en el período 2016-2035, mientras que para los períodos 2046-2065 y 2081-2100 se proyectan principalmente disminuciones a lo largo de todo el país, exceptuando zonas de altura en el Altiplano, donde las precipitaciones crecerían.

Finalmente, el escenario más pesimista alerta disminuciones superiores al 60 por ciento en el futuro medio y lejano entre las regiones de Antofagasta y Aysén. Sólo en la región de Magallanes ocurrirían incrementos de precipitaciones en verano, las que aumentarían en más de un 80 por ciento. En el futuro cercano, se proyectan disminuciones de hasta un 40 por ciento entre Atacama y Aysén durante el invierno, con incrementos sobre un 40 por ciento en Antofagasta. Para el futuro medio, en tanto, se estiman disminuciones en las mismas regiones, pero con una caída del 60 por ciento en las precipitaciones. Por último, en el futuro lejano, la disminución de las precipitaciones superaría el 80 por ciento entre las regiones de Arica y Parinacota y Valparaíso.

Impacto del cambio climático

En base a estas proyecciones, la zona central de Chile sería una de las más afectadas, dado que es donde se espera un mayor aumento de temperaturas mínimas y máximas, así como también disminuciones significativas en las concentraciones de precipitación. Una de las principales consecuencias de estos escenarios a futuro tiene relación con el desplazamiento de la isoterma 0 a zonas más altas, lo que a su vez reduciría las áreas con almacenamiento de nieve y, por lo tanto, afectaría la disponibilidad de agua dulce.

Esta profundización de la escasez hídrica impactaría a los ecosistemas en general, a los organismos que los componen, incluyendo a la población humana, y al equilibrio sistémico. “La vegetación podría verse afectada, reduciendo su distribución natural debido a la falta de agua y la mayor incidencia de eventos como los incendios forestales, lo que afectaría drásticamente las interacciones ecosistémicas. Algunas de las consecuencias serían la pérdida de biodiversidad, de diversidad genética y de hábitats; la disminución de capacidades para producir alimentos y fibras, así como de fijar y almacenar carbono; un incremento en la erosión, incidiendo sobre la desertificación y desertización”, explica el profesor Paneque.

En este contexto, una de las áreas más afectadas sería la producción agrícola, especialmente la de frutales, los que requieren una cierta cantidad de horas de frío para salir del estado de dormancia. El investigador señala al respecto que el aumento de las temperaturas y la disminución de horas de frío planteadas por estos escenarios tendría como resultado una foliación tardía de estas especies vegetales, la deformación de sus frutos y, en definitiva, una baja en la calidad de estos.

“Atender el desafío del cambio climático implica atender el desafío del desarrollo sostenible”, sentencia el investigador de la U. de Chile. Por esta razón, afirma, este proceso debe ser acompañado con acciones para disminuir los impactos del cambio climático, como los “mecanismos de desarrollo limpio; mecanismos de reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques; acciones para el uso de energía renovable y biocombustibles; programas para mejorar la eficiencia energética en sectores residenciales, industriales, y comerciales; programas de reforestación; manejo de residuos sólidos y rellenos sanitarios; aplicación de un impuestos al carbono y al uso de combustibles fósiles y fertilizantes, entre otras medidas”. Otras acciones, agrega, “implican promover programas de educación ambiental, y un cambio en el patrón de consumo de productos y servicios con efectos ambientales negativos, mediante la incorporación de índices, como la huella de carbono, hídrica y ecológica”.

Texto: Cristian Fuentes Valencia
Prensa UChile

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