Miguel Nazar
Director Arquitectura UDD
Una ciudad inteligente no es aquella que utiliza aplicaciones como Waze para que nos oriente sobre la ruta que presenta menos taco. Una ciudad inteligente es aquella que fue capaz de anticiparse a ese problema de atochamiento, establecer una visión integral de movilidad, y evitar la utilización de aplicaciones para resolver problemas que el diseño de la propia ciudad provocó.
Una ciudad inteligente también es aquella que es capaz de reconocer los potenciales propios de un territorio y desde ahí avanzar. Y con ello, resolver esencialmente la igualdad de oportunidades socio-espaciales, a través de una lógica sobre la distancia y tiempo de los componentes de esta ciudad.
La tecnología, bienvenida por lo demás, nos servirá para diagnosticar, agilizar, interactuar, sin embargo, debemos ser inteligentes para proyectar una visión de ciudad que minimice los problemas y promueva las oportunidades.
Estamos en un momento clave, en un punto de inflexión: pandemia, nueva constitución, elección de gobernadores, alcaldes, y en Concepción, con una nueva modificación del Plan Regulador Comunal y Metropolitano.
Cómo, a partir de este punto de inflexión, quizás único, somos capaces de dialogar, integrar miradas, y definir una visión de ciudad para el Gran Concepción que se anticipe a problemas y promueva nuevas oportunidades, y garantice la equidad para todos los penquistas.
Un punto de partida ineludible es abordar esta visión desde una ciudad pertinente, propia, que nos pertenezca, desde nuestro territorio, geografía, cultura, ciudadanos, desde nuestros problemas y nuestras virtudes. Concepción, primeramente, como enclave geográfico, nos sugiere una relación única con el agua, sus humedales, lagunas, ríos, mar, con sus cerros y reservas. Sin duda somos paisaje, una ciudad paisaje. Esta traducción se debiese reflejar en potenciar infraestructura verde, sistemas de parques, espacio público, corredores ecológicos, la consolidación pública y ciudadana del borde del rio Biobío, mejorando así la calidad de vida urbana de nuestros habitantes.
Por otra parte, cómo nos desplazamos en esta ciudad, a través de un sistema de transporte sostenible, que nos garantice una medida de tiempo / distancia, debe ser también un reconocimiento de nuestra ciudad. Desde lo caminable y pedaleable para barrios con autonomía de espacios públicos significativos, hasta una ciudad territorial a través del Biotrén como un sistema intermodal.
No nos pertenece, por ejemplo, la “ciudad de los 15 minutos” de París, o la “supermanzana” de Barcelona, que son aproximaciones muy interesantes hacia la escala humana, pero sí debemos construir nuestra propia visión de un Concepción equitativo espacialmente, humano, caminable y recorrible, que también es paisaje.
Si comenzamos a utilizar aplicaciones como Waze para que nos precise la hora de llegada exacta del transporte público y dejemos de depender necesariamente del auto, no por la virtud de la aplicación, sino, por el diseño inteligente de la movilidad, o, para que nos indique rutas ecológicas, culturales, deportivas, porque entendimos la pertinencia de nuestra ciudad y colocamos la calidad y equidad del espacio urbano como prioridad, nos estaremos aproximando un poco más hacia una ciudad más inteligente.
Foto: Universidad de Navarra