Fuente: Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB)
Inmerso en los bosques de Chile central y en los húmedos recovecos de la selva chilota, el investigador y cofundador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, Juan Armesto, encontró la inspiración viva para desarrollar su carrera científica y numerosos aportes a la sociedad y al conocimiento.
Sus estudios acerca de nuestra biodiversidad y ecosistemas, el fomento a la conservación, la creación de redes nacionales e internacionales de investigación, y su compromiso con la educación ambiental durante décadas, son sólo algunos ejemplos de la vasta carrera del además Presidente de la Fundación Senda Darwin, quien, en los últimos días, fue seleccionado para recibir el Premio al Ecólogo Distinguido Robert H. Whittaker, de la Ecological Society of America (ESA), este año 2021.
Este reconocimiento internacional es entregado a ecólogas y ecólogos que hayan realizado contribuciones sobresalientes a la disciplina, a través de sus descubrimientos, y/o su trabajo en educación, sustentabilidad, fomento de la diversidad, y compromiso y pasión con la profesión.
“Los ganadores del premio de este año, han demostrado un liderazgo y creatividad notables”, señaló Kathleen Weathers, presidenta de la ESA. “En nombre de la Sociedad de Ecología de Estados Unidos, felicito a las personas ganadoras y les agradezco sus importantes contribuciones a la construcción tanto del conocimiento ecológico, como de la comunidad de ecólogas y ecólogos”, agregó durante el anuncio.
Dentro de la nómina de galardonados, el premio Whittaker de la ESA sólo distingue a un investigador o investigadora que no sea ciudadana ni residente de los Estados Unidos, reconocimiento que justamente recayó en el profesor Juan Armesto, académico de la Universidad Católica de Chile.
“Me siento muy honrado y emocionado de recibir este galardón, proveniente de la Sociedad de Ecología de Estados Unidos. Es muy relevante obtener un reconocimiento de nuestros pares y saber que ellos aprecian el trabajo que hemos desarrollado en torno a la ciencia y conocimiento de los bosques de Chile. Pero también, creo que éste es un premio a la trayectoria en el desarrollo de investigación ecológica a largo plazo, a través de instituciones como el IEB y Red LTSER-Chile, donde hemos aportado al estudio de grandes problemáticas medioambientales, y al desafío de preservar la biodiversidad en el contexto del cambio climático y global. En todas estas tarea, muchos científicos estamos aportando para ayudar a mitigar los impactos”, comentó Juan Armesto.
El investigador del IEB indicó además, que todo este trabajo ha sido posible gracias a la existencia de redes nacionales e internacionales, con las que, justamente, se han podido abordar las problemáticas desde una perspectiva tanto local como global.
El encuentro con el bosque
No fue precisamente en la niñez que Juan Armesto tomó contacto con los escenarios verdes que tanto lo han inspirado. Su etapa escolar la vivió en Iquique, pero ya en ese entonces sentía una gran cercanía por la biología. Fue recién durante su pregrado en la Universidad de Chile, cuando se despertó en él un notable interés por la ecología y los bosques. En esos años también, recibió la inspiración de profesores como Eduardo Fuentes, Claudio Donoso y Humberto Maturana, y el de sus pares, entre los que se encontraba Julio Gutiérrez, también investigador del IEB.
“Mis primeros estudios sobre bosques, fueron en Chile central, explorando el bosque esclerofilo. Éramos jóvenes y no había presupuesto, así que lo más cercano era indagar en estos ecosistemas costeros fantásticos, en lugares como Zapallar. Mi llegada a los bosques de Chiloé fue bastante más tarde, después que realizara mi doctorado en Estados Unidos, estudiando la sucesión vegetal. Recuerdo que en los años 80 fue cuando entré por primera vez a un bosque chilote y eso fue realmente maravilloso. Desde que puse un pie ahí, la inspiración estaba viva”, recuerda el investigador.
Durante todos estos años, Juan Armesto no sólo ha explorado los rincones de nuestros bosques lluviosos, desiertos y montañas de Chile. También ha contribuido enormemente a la creación de diversas entidades: fue fundador del Laboratorio de Biogeoquímica de la Universidad Católica de Chile, cofundador de la Red Chilena de estudios socioecológicos de largo plazo (LTSER-Network Chile), y de la Fundación y Estación Biológica Senda Darwin, y como ya mencionamos, cofundador del Instituto de Ecología y Biodiversidad.
Sus aportes a la enseñanza y divulgación de la ciencia también han sido notables, siendo de los primeros en llevar la investigación y educación ambiental a la Isla de Chiloé. Durante más de 20 años trabajó con escuelas locales y brindó capacitación a propietarios de tierras, funcionarios gubernamentales, guardaparques y silvicultores interesados en la conservación, la gobernanza de cuencas hidrográficas locales, la administración y resolución de problemas ambientales en comunidades rurales.
Su trabajo también ha permitido entregar evidencias y aportes a los tomadores de decisiones, trabajando en estrecha colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente para informar sobre monitoreo y gestión de las Reservas de la Biósfera de Chile, buscando con ello avanzar en la regulación gubernamental, legislación ambiental y evaluación de la biodiversidad y los ecosistemas.
El académico de la UC y de la Universidad de Concepción ha escrito numerosos artículos científicos que, en conjunto, tienen más de 15.000 citas en los campos de la ecología, conservación, silvicultura, biogeoquímica, ciencia de los ecosistemas, ciencias sociales, educación, políticas y más. También, ha participado en la creación de libros sobre ecología, tanto académicos, como dirigidos a todo público. Eso último, considerando una de sus grandes premisas: “que la ecología debe llegar al corazón de la sociedad”.
La tarea por delante
¿Qué desafíos se plantea hoy la ecología en el contexto actual de degradación de nuestro planeta, crisis sanitaria y otros problemas medioambientales que nos aquejan? ¿Qué queda por hacer?
Juan Armesto estima que la tarea por delante es ardua y que necesitamos recobrar el equilibrio e interacción vital con la naturaleza, nuestro gran hogar. “Nadie quiere que sus hijas e hijos crezcan en un mundo contaminado y degradado. Todos queremos estar en un ambiente bello, verde, con picaflores, mariposas y otros animales interactuando. Sin embargo, lo que hemos hecho es destruir esos vínculos y debemos redescubrir la forma de vincularnos con el mundo más allá de nuestra especie. Es por ello que, si en algo podemos contribuir las y los ecólogos, es ayudar a tomar consciencia de lo que hemos hecho hasta ahora, y cambiar la forma de ver el mundo, para salir adelante a través de un desarrollo más integral. Sin duda, debemos reconocer nuestra capacidad de destruir o cambiar los paisajes, ya que eso nos afecta y seguirá afectando directamente a nosotros”.
El científico del IEB también señala que es urgente trabajar por el acceso equitativo a la naturaleza y al conocimiento sobre ésta. “Estamos tratando de que la ecología llegue a todas y todos, para que la sociedad entera pueda tener una parte de su corazón ahí. El mundo realmente lo necesita”, finaliza.