Viviana Soto, académica del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la U. de Chile, problematiza en este artículo la deuda que mantiene nuestro país con los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, quienes han sido especialmente impactados por la crisis sociosanitaria.
¿Cómo impacta la pandemia de COVID-19 en las infancias? Una pregunta que puede ser ampliamente discutida y que aflora a propósito de las iniciativas gubernamentales para enfrentar la actual pandemia y los encierros.
La pandemia ha colocado a los países en una situación de crisis sanitaria, social y económica de alto impacto, precarizando las condiciones de vida de diversos grupos de la población.
Como país, y profundamente desde la dictadura, hemos transitado con diversas limitaciones a nuestros derechos sociales, sustentada por una Constitución y matriz neoliberal que ha incrementado las desigualdades sociales y territoriales de la población, situación que ha precarizado el bienestar de las familias y dejando una gran deuda a la población infantil, afectando el resguardo a sus derechos.
Al respecto, el Estado de Chile ha sido reiteradamente cuestionado ante las vulneraciones a los derechos de la niñez, por diversos organismos internacionales (ONU; UNICEF) y nacionales desde diversas instituciones (Defensoría de la Niñez, ONGs, Instituto de Derechos Humanos, y denuncias desde el ámbito político y la ciudadanía); colocando en tela de juicio las iniciativas gubernamentales, y la institucionalidad en favor de la niñez. Las políticas públicas en materia de infancia han estado sustentadas por un paradigma en que ha primado más bien un asistencialismo a pesar del cambio de enfoque que promueve la Convención, que los considera como “sujetos de derecho” y a los principios del convenio internacional al cual Chile ratifica desde hace 30 años. Esto conlleva consecuencias que limitan garantizar los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes y con ello la ausencia de políticas preventivas de la vulneración de derechos.
Este marco, nos lleva a poner en contexto las “salidas de emergencia” ante la crisis socio sanitaria de la pandemia que ha promovido el ejecutivo hacia la niñez. Al respecto, a través del Ministerio de Educación, y luego de una ausencia de medidas y resguardo en favor del esparcimiento y recreación de niños y niñas en el instructivo para permisos de desplazamientos del plan paso a paso (situación que se consideró en agosto del año pasado que permita salir a para jugar y pasear, asignando una hora y media en comunas en cuarentena), la autoridad solicita a establecimientos educacionales a “un esfuerzo adicional” de adecuar el inicio de la jornada escolar a distancia para que los niños, niñas y adolescentes, y profesores puedan efectivamente aprovechar la franja horaria de “Elige vivir sano” y desarrollar actividad física entre las 06:00 y las 09:00 de la mañana”; iniciativa que ante reacciones y críticas de diversos sectores políticos y de organizaciones, se está replanteando; lo que confirma la crítica hacia el gobierno en la falta de resguardo y desvinculación de medidas psico socio-sanitaria hacia la población infantil.
Estos últimos acontecimientos y equívocos de las autoridades, deja en evidencia la urgente articulación del trabajo intersectorial en favor de medidas que cubra necesidades y resguarden privar de efectos negativos de la pandemia a la niñez, situación que se ha visibilizado en tres estudios que investigadores de la U. de Chile han realizado en este último año ya de pandemia. Un primer estudio identifica el impacto de la cuarentena en la salud mental de escolares y preescolares. “Impacto en la Salud Mental de Preescolares y Escolares Chilenos Asociado a la Cuarentena por COVID-19” y reporte de sintomatología de salud mental antes y durante la cuarentena por COVID-19, el estudio exploró la situación de 4.772 estudiantes del nivel de transición de educación parvularia hasta cuarto año básico, en edades entre los cuatro y los 11 años. Este estudio revela que la situación mental de niños y niñas, como casos de inestabilidad emocional, estado de tristeza, falta de motivación, irritabilidad, cambios en el apetito, se han profundizado de un promedio de un 50 por ciento a un promedio de un 70 por ciento.
Un segundo trabajo, un Estudio longitudinal sobre la vida cotidiana en la crisis del COVID-19. Octavo informe de primeros resultados encuesta segunda ola denominado La “Distancia moral” ante la apertura de las escuelas. El dispositivo médico como condición indispensable del regreso (2021), con una muestra de 2.019 personas representado a 4 niveles de hogares de ingresos bajos y altos, arrojó que el 73 por ciento de los encuestados comparte poco o nada que “el gobierno esté tomando en cuenta la opinión de padres, madres y apoderados/as”, como se señala en el estudio, “Es de una profundidad moral este desacuerdo enorme entre la autoridad gubernamental y la sociedad; en este caso, los padres, madres y cuidadores/as”.
Un tercer estudio realizado en el año 2020, (CIAE, U. de Chile) a 4.912 hogares de 241 comunas en todas las regiones del país, estuvo dirigida a madres, padres y apoderados de estudiantes entre 4 y 18 años, el cual indagó tanto en la situación socioemocional de niños y niñas, como en las condiciones de los hogares para la educación remota y actividades recreativas y de socialización. El estudio arrojó esta población está siendo afectada socioemocionalmente y generando falta interés mayormente asociadas al cumplimiento de actividades escolares, a menor edad los efectos del encierro y educación remota han tenido efectos emocionales asociadas al estrés en la vida cotidiana. Estos antecedentes dejan en evidencia que la situación de acceso a la educación remota, en condiciones materiales en los hogares, son muy desiguales.
La situación de la niñez frente a la pandemia está dejando definitivamente grandes tareas para dar respuesta a los compromisos en materia de derechos humanos. Los estudios han visibilizado las urgentes medidas que se deben considerar para paliar, atenuar y prevenir situaciones complejas en los niños, niñas y adolescentes.
La iniciativa gubernamental por la franja horaria, para promover la actividad física para incentivar el bienestar socioemocional y para el desarrollo integral de la niñez, propone en la “medida de lo posible” supuestas medidas en promoción de la salud de los niños y niñas, alojando en estas propuestas una falta de trabajo intersectorial que permita visibilizar y dar hincapié en la diferencia por ejemplo, geográfica y climática de nuestro país, las condiciones habitacionales, el espacio exterior, calles y sectores de libre esparcimiento de los diversos territorios. Esta situación en el país es altamente compleja, sobre todo en las urbes como la Región Metropolitana, que anida condiciones de hacinamiento habitacional y reducción considerable del espacio público en diversos sectores de la población, a ello sumado las condiciones de violencia e inseguridad en ciertos territorios y sus consecuencias, como arroja el estudio del U de Chile (CIAE, 2020), en que “menores que no cuentan con un espacio exterior de uso exclusivo en sus viviendas presentan mayor incidencia de problemas socioemocionales”. De igual modo, la iniciativa gubernamental debe considerar con máxima atención en trabajo intersectorial las diferencias de edades que se presentan en la niñez, que desde el conocimiento de diversas disciplinas son muy significativas, así también, las oportunidades de vida en cuidados, afectos, contribución al aprendizaje y desarrollo, la relevancia de los adultos, los vínculos afectivos sociales, los espacios y ambientes de aprendizaje, como también los espacios de juego y recreación.
La franja horaria para el desplazamiento de los niños y niñas debe considerar varias cuestiones importantes si pensamos promover y resguardar los derechos de la infancia. En este sentido, el tiempo de su disfrute, que muchas veces se organiza desde lógicas adultocéntricas, debe ser críticamente superado, y cautelar toda iniciativa según las condiciones de edad, género, situación de salud, territorios que aseguren experiencias significativas y beneficiosas de los niños, niñas y adolescentes, porque hablar de derechos es ofrecer oportunidades de “derecho al descanso, al juego y a realizar actividades recreativas propias de su edad y a participar en la vida cultural y de las artes”; es respetar su condición humanizadora de niño, niña y su desarrollo integral real.
Las lógicas adultocéntricas y sobreprotección y la limitación al juego libre, se agudizan en tiempos de pandemia con el encierro habitacional y limitaciones espaciales; lo que genera carencia de autonomía para explorar el mundo y desarrollar y ejercer el autocontrol en situaciones que de acuerdo a los estudios son conducentes de depresión y ansiedad.
Limitar el juego y por sobre todo no considerar a las familias, a la niñez, sin respetar las diversidades en medidas frente a situaciones de crisis como la que estamos viviendo actualmente con la pandemia, produce y reproduce falta de congruencias y coherencias en compromisos por una mejor sociedad, lo que deja una viciada y vaciada de sentido toda propuesta para el desarrollo de los derechos de la niñez.
El juego infantil debe tomarse la calle, y expandir la seguridad de la plaza y los sectores o zonas de juego porque los niños y niñas necesitan tiempo y espacio para jugar al aire libre, y para jugar de manera libre. Los niños, niñas quieren jugar, y quieren tener el espacio y el tiempo para ello.
Viviana Soto
Académica de la Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile