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Reconstruyen el misterioso árbol familiar de los ostiones en Magallanes

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El trabajo, liderado por Sebastián Rosenfeld, biólogo marino del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, también busca sentar bases para el correcto manejo y administración pesquera de este molusco, y servir de apoyo a la conservación en el extremo sur de Chile. 

Fuente: Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB Chile)

En nuestras costas habita una enorme y variada diversidad de especies, muchas de ellas, importante foco de extracción para la pesca artesanal e industrial, y fuente de alimento para muchas comunidades locales. En la Región de Magallanes, los ostiones tienen un rol protagónico, y actualmente existen dos especies que son extraídas en el territorio: el Ostión del Sur, Austrochlamys natans y el Ostión Patagónico, Zygochlamys patagonica

Sin embargo, hasta la fecha, no ha existido claridad respecto a la identificación de ambas especies. Asimismo, la manera de clasificar a estos moluscos durante la pesca se ha basado en criterios de observación confusos que pueden resultar erróneos a la hora de identificar las dos especies de ostiones, poniendo en peligro su sustentabilidad. De hecho, actualmente, la pesquería de ostiones posee un tamaño mínimo de captura que buscaría ser reducido aún más por la industria pesquera. Entonces, existe una necesidad de dilucidar los aspectos evolutivos y ecológicos de estas especies.

Debido a este problema, es que un grupo de investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, de la Universidad de Magallanes y de la Universidad de Chile, desarrolló un estudio para clarificar la filogenia de los ostiones, es decir, su origen e historia evolutiva, y al mismo tiempo, sentar bases para un mejor manejo pesquero y de conservación. El trabajo, liderado por Sebastián Rosenfeld, biólogo marino de la Universidad de Magallanes (UMAG) y científico del IEB, fue publicado recientemente en la Revista Scientific Reports.

“A través de esta investigación, quisimos abordar este escenario y encontrar un criterio válido para separar las especies, viendo si eso se correspondía con los análisis genéticos. El criterio que establece SERNAPESCA es que el Ostión del Sur es más grande, pero éste criterio no es tan certero en la práctica. Además, en algunas zonas co-habitan las dos especies, e individuos de tamaño intermedio, que no pueden ser clasificados como de uno u otro tipo con claridad”, comenta Sebastián Rosenfeld.

Sebastián Rosenfeld en terreno

El estudió contó con apoyo de la académica UMAG Dra. Karin Gerard y de las y los investigadores: Dr. Cristian Aldea (UMAG), Dr.(c) Jaime Ojeda (UMAG-IEB), Dra. Claudia Maturana (IEB), Dr. Andrés Mansilla (UMAG-IEB), Dra.(c) Zambra López (Universidad de Chile-UMAG), Francisco Bahamonde (UMAG) y el Dr. Elie Poulin (Universidad de Chile-IEB). La investigación tuvo además el respaldo del Proyecto Fondecyt Regular 1161358 liderado por la Dra. Karin Gerard; el Proyecto Anillo PIA CONICYT ACT172065 liderado por el Dr. Elie Poulin (IEB) y el proyecto Fondecyt Regular 1180433, dirigido por el Dr. Andrés Mansilla (IEB).

Árbol familiar

Para llegar a estas conclusiones, los científicos realizaron un detallado estudio del árbol  familiar de 92 especies de ostiones en todo el mundo. Los análisis determinaron que, efectivamente, el Ostión Patagónico y el Ostión del Sur eran dos especies diferentes, y de géneros distintos. El primero está emparentado con ostiones del océano austral e incluso de Nueva Zelanda, mientras que el Ostión del Sur resultó ser una especie muy antigua, un verdadero tesoro natural emparentado con la especie Antártica Adamussium colbecki, ya que el resto de las especies de Austrochlamys están extintas y solo se encuentran en los registros fósiles.

Buzo colectando muestras | Foto aportada por Sebastián Rosenfeld

Considerando este hallazgo, ¿cómo se vería afectado este molusco por su extracción actual? “Actualmente, el promedio de tamaño de ambos ostiones no supera la talla mínima de captura, que es de 75 milímetros para el Ostión del Sur. Pero además, hemos visto que existe una presión desde la industria pesquera para reducir el tamaño mínimo de extracción, lo que puede poner en peligro a estas especies y en particular al Ostión del Sur, que se extrae con frecuencia y presenta un tamaño mayor que el Patagónico. Si además consideramos que el Ostión del Sur es un relicto, una especie antigua sin parientes vivos, que sólo habita en Magallanes y comparte un pasado con el Ostión Antártico, el asunto es más complejo, ya que la especie podría desaparecer si es que no hacemos un mejor manejo”, asegura el investigador del IEB.

Respecto a la identificación morfológica, los estudios también demostraron que la forma correcta de clasificar era poniendo atención a la valva derecha de la concha, una práctica que no es usual en la pesca de estos ostiones, de acuerdo a Rosenfeld. En el caso de la especie Austrochlamys natans, se comprobó que ésta tenía una mayor profundidad de la «muesca bisal», correspondiente a la sección entre la oreja y el resto de la concha. Del mismo modo, se estableció que el tipo de coloración de la concha y el número de costillas, es muy variable entre uno y otro individuo, y no era determinante a la hora de clasificar.

Colaboración entre disciplinas 

Poder ahondar en la descripción y caracterización de nuestra biodiversidad, y vincular estos hallazgos a una problemática ecológica más amplia, es un desafío que movilizó a los autores del estudio. Es el caso de Claudia Maturana, bióloga del Instituto de Ecología y Biodiversidad, coautora del estudio, quien destaca la importancia de este trabajo y la mirada colaborativa.

“Durante la investigación cubrí el aspecto evolutivo y genético de los ostiones, pero me interesó mucho que el enfoque de comprender a estos organismos se traspasara más allá de su interés comercial. Los trabajos sobre filogenética se hacen para ciertas revistas, pero esas investigaciones nunca llegan al público vinculado más con la gestión, la toma de decisiones y el mundo pesquero. Es por ello que esta investigación representa un avance para abordar preguntas de manera integrada, y un llamado a seguir trabajando colaborativamente, en un contexto de pandemia en el que vemos cómo los problemas están conectados”, asegura la investigadora.

Recomendaciones y futuro manejo

En este contexto, el estudio propone generar evidencia para ayudar a la comunidad pesquera y mejorar la gestión extractiva del molusco. “El ostión en Magallanes ha sido históricamente emblemático y reconocemos su importancia, asociado también a su cultura ancestral. Éste era el plato favorito de algunos pueblos originarios de Magallanes y de mucha gente local de la región y además hay sitios arqueológicos donde predominan los conchales con ostiones. Es por ello que el tema debe ser abordado de forma integrada, pues tiene una implicancia en la economía local y en lo cultural. La idea no es prohibir su extracción, sino buscar mecanismos para ayudar a su correcto manejo. Ya vimos que durante muchos años hubo sobreexplotación de este recurso, una verdadera depredación por parte de una pesquera. Y hoy creemos que es muy importante contribuir a su protección y a un manejo saludable considerando a las personas que están vinculadas a la cosecha de este bivalvo”, comenta Sebastián Rosenfeld.

Para ello, el biólogo marino propone una serie de recomendaciones. La primera de ellas, es empezar a dialogar con los diferentes actores y realizar acciones concretas, como talleres de capacitación a técnicos pesqueros y fiscalizadores, que también permitan ayudar a la clasificación visual de los ostiones. “El Ostión del Sur tiende a vivir en sectores más asociados a los fiordos con glaciares. Sin embargo, en algunos lugares estudiados hemos encontrado poblaciones mixtas. Por ello, proponemos ir a los bancos y evaluar si éstos tienen solo a una de las especies o a las dos. Por otro lado, si se quiere evaluar al ostión de forma no destructiva, éste se puede extraer, realizando su medición en el barco, y luego devolverlo al mar. Esto sería también un gran aporte para ayudar a su conservación y correcto manejo, y en especial al ostión del sur que es un fósil viviente del planeta al que debemos cuidar responsablemente”, puntualiza el investigador.

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