Germán Espinoza Valdés
Director Académico Diplomado en Diseño e Innovación Sostenible. RedBíos UDD.
Financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad FIC-R
Desde hace más de doscientos años y hasta hace relativamente muy poco tiempo, se consideraba que la mano de obra y el capital, eran los únicos factores ligados directamente al crecimiento económico. El conocimiento, la educación y el capital intelectual eran considerados factores externos, de relativa incidencia en la economía.
Este concepto ha cambiado de forma radical y actualmente el crecimiento económico y la productividad de los países desarrollados se basan cada vez más en el conocimiento y la información. En este sentido, la base fundamental que permite a una nación o una compañía aumentar su competitividad radica en la “innovación”, la cual no es resultado de la inspiración, sino del trabajo sistemático y el desarrollo de buenas prácticas. En el plano local, Chile, ha tomado cómo desafío la integración a la economía global. “Para sostener la mejora de la competitividad y aumentar su posición, las diversas compañías que estructuran nuestro tejido industrial y en especial las pequeñas y medianas empresas “MyPIMEs”, deben ser capaces de responder a un entorno dinámico y cambiante”. Pero la innovación no es producto de accidentes, un ambiente innovador, requiere que las empresas y sus equipos de trabajo adopten el reto de innovar, mejorando el capital humano y agregando valor a sus estructuras productivas. La innovación debe ser considerada como un factor estructural y en constante desarrollo, afectando a los productos, procesos de comercialización, transformación digital y la gestión organizativa, de este modo se podrá alcanzar la competitividad en un entorno global y dinámico.
La región del Biobío invierte un 0,4% de su PIB en I+D, cifra que está por sobre el promedio nacional (Ministerio de Economía, 2017); siendo una región que está en plena fase de aceleración, ocupando el puesto número 8 de las 15 regiones en preparación digital e intervenciones clave del país (CISCO, 2018). Sin embargo, somos la penúltima región con menor tasa de innovación, según la Décima Encuesta de Innovación en empresas 2015 – 2016 (Ministerio Economía).
Estas condiciones hacen al Biobío una de las regiones con mayor potencial en avanzar hacia una economía compleja, en la cual el avance hacia una estructura productiva proviene del desarrollo de sus industrias con el fortalecimiento de sus capacidades de innovar a nivel manufacturero, incrementando no sólo los ingresos sino proveyendo del capital humano necesario para un crecimiento sostenido en el tiempo. No obstante este crecimiento hoy demanda una nueva forma de pensar la estrategia, siendo la competitividad y sostenibilidad el eje articulador de actores públicos y privados que permiten que una nación se mantenga productiva en el largo plazo, al mismo tiempo asegura la sostenibilidad económica-social permitiendo que todos los actores de la sociedad accedan y experimenten beneficios y prosperidad dentro del lugar que habitan.
Queriendo involucrarnos como actores activos, siendo parte del territorio y promotores de la disciplina, como Facultad de Diseño de la Universidad del Desarrollo queremos instalar con fuerza el proyecto RedBíos UDD, financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad FIC-R 2020 de la División de Fomento e Industria del Gobierno Regional del Bio Bío, iniciativa que busca potenciar el desarrollo económico de la Región mediante la ejecución de proyectos de investigación que generen conocimiento a los sectores productivos para aumentar las oportunidades de desarrollo y calidad de vida de las personas a través de la innovación.
En este sentido, orientar el desarrollo bajo estos parámetros, permitirá incrementar el crecimiento regional impactando al tejido industrial, compitiendo -tanto a nivel local como global- en mercados dinámicos y con exigencias de alto estándar, y a su vez, mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Para muchas pymes el concepto de la sostenibilidad se ve como una amenaza, al no contar con la suficiente capacidad para absorber los nuevos estándares y cumplir a cabalidad con las nuevas normativas, lo cual puede poner en riesgo el frágil ecosistema de las pymes a nivel nacional y regional.