Fuente: Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB Chile)
Primer trabajo colaborativo entre las plataformas intergubernamentales IPBES e IPCC, advierte sobre la urgencia de combatir la crisis climática preocupándose a la vez de no dañar la diversidad biológica. Deforestación y degradación de ecosistemas terrestres y marinos, y la plantación masiva de árboles exóticos y otros monocultivos, son algunos temas de extrema preocupación.
Pablo Marquet, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la PUC, es uno de los 50 expertos y expertas mundiales que participó en el desarrollo del documento.
Los actuales cambios en el clima y masiva pérdida de biodiversidad, son dos fenómenos impulsados por las actividades humanas, los cuales se refuerzan mutuamente, amenazando cada vez más a la naturaleza, la vida de las personas, los medios de subsistencia y bienestar en todo el mundo. Y a pesar de algunos esfuerzos que se desarrollan para mitigar estos problemas, el panorama no será resuelto con éxito a menos que ambas dimensiones se aborden de manera conjunta. Ése es el mensaje principal de un reciente informe elaborado por 50 líderes mundiales, integrado por personas expertas de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
Se trata del primer trabajo colaborativo entre ambas instituciones, y en cuyo documento, se advierte la urgente necesidad de diseñar estrategias y políticas para mitigar el cambio climático, que no perjudiquen a la diversidad biológica del planeta, ni dejen de lado los impactos a nivel social. Bajo este escenario, las y los expertos plantean su preocupación ante fenómenos como la deforestación, las plantaciones masivas de árboles no nativos para capturar el exceso de CO2, o la expansión de los cultivos de biocombustibles. Del mismo modo, el trabajo también propone algunas acciones claves para enfrentar esta doble crisis. 20210609_scientific_outcome.pdf (ipbes.net)
Pablo Marquet, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad Católica, es el único chileno y una las 5 personas expertas Latinoamericanas que participó en la elaboración de este informe. El ecólogo asegura que avanzar de manera conjunta en ambas materias, es un desafío imperante a nivel mundial.
“Sabemos que la biodiversidad y el clima se afectan mutuamente, así que trabajar en esta dirección es una deuda no solo científica. En ese contexto, el informe da cuenta del impacto sobre la biodiversidad que pueden tener ciertas acciones destinadas a mitigar el cambio climático, como algunas estrategias de captura de carbono. Un gran ejemplo de ello es la forestación -plantar árboles donde históricamente no existían-, utilizando monocultivos de especies exóticas, lo cual podría generar efectos adversos sobre la biodiversidad, lo mismo que plantar especies para la fabricación de biocombustibles”, explica el investigador del IEB.
Por su parte, Hans-Otto Pörtner, copresidente de la Dirección Científica del Comité de expertas y expertos, aseguró que el cambio climático causado por el ser humano amenaza cada vez más a la naturaleza y los beneficios que ésta otorga a las personas. “Mientras más se calienta el planeta, mayores son los problemas para la producción de alimento, agua potable y otros servicios claves. Los cambios en la biodiversidad, a su vez, afectan al clima, por ejemplo a través de sus impactos sobre los ciclos del nitrógeno, carbono y agua. Todo está interrelacionado, y por eso es tan importante vincular las acciones de mitigación del cambio climático con la protección de los ecosistemas”.
Sin embargo, para resolver esta problemática, el experto estima que debe realizarse un profundo cambio colectivo y de valores con respecto a la naturaleza, “como alejarse de la concepción de progreso económico basado únicamente en el crecimiento del PIB, a uno que equilibre el desarrollo de la naturaleza, con una buena calidad de vida para las personas”.
Acciones para mitigar la crisis
El reporte identificó medidas que pueden contribuir positivamente al abordaje conjunto de estas crisis. Algunas de las acciones más relevantes serían:
Detener la pérdida y degradación de ecosistemas, particularmente de aquellos ricos en carbono y especies, tanto en tierra como en el océano, especialmente bosques, humedales, turberas, praderas y sabanas, y ecosistemas costeros como manglares, marismas, bosques de algas, así como aguas profundas y hábitats polares. El informe destaca que la reducción de la deforestación y degradación forestal puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la especie humana.
Restaurar ecosistemas ricos en carbono y especies. Los autores señalan que la restauración se encuentra entre las más baratas y rápidas soluciones basadas en la naturaleza, para la mitigación climática. Esta alternativa regenera hábitats fundamentales para plantas y animales, y mejora la resiliencia de la biodiversidad frente al cambio climático, entre otros beneficios como la regulación de inundaciones, protección costera, mejora en la calidad del agua, reducción de la erosión del suelo y garantía de la polinización. La restauración de ecosistemas también puede crear puestos de trabajo e ingresos, especialmente teniendo en cuenta las necesidades y derechos de acceso de los pueblos indígenas y comunidades que viven en los territorios a recuperar.
Incrementar las prácticas agrícolas y forestales sostenibles para mejorar la capacidad para adaptarse al cambio climático, mejorar el estado de la biodiversidad, aumentar el almacenamiento de carbono y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto incluye medidas como la diversificación de especies de cultivos y bosques plantados, promover la agroecología, y mejorar el manejo de tierras de cultivo y sistemas de pastoreo, conservando el suelo y reduciendo el uso de fertilizantes.
Potenciar y orientar mejor las acciones de conservación. Las Áreas Protegidas representan actualmente alrededor del 15% de la tierra y el 7,5% del océano. El informe enfatiza la necesidad de aumentar sustancialmente las áreas protegidas. Estimaciones globales para una protección y conservación eficaz, que garanticen un clima habitable, una biodiversidad autosuficiente y una buena calidad de vida, oscila entre el 30 y el 50 por ciento de todas las superficies oceánicas y terrestres.
Otra medida propuesta es eliminar los subsidios que apoyan actividades perjudiciales para la biodiversidad, como la deforestación, o la fertilización y pesca excesivas. En este contexto, sugieren apoyar el cambio en los patrones de consumo individual, reducir la producción de basura, y a nivel de la alimentación, especialmente en los países ricos, reducir el consumo de carne y considerar opciones alimenticias basadas en plantas.
¿Qué expectativas tienen los expertos, respecto a la posible aplicación de estas medidas de mitigación a la crisis? “Muy altas, pues es la primera vez que se juntan ambos grupos y llegamos a un consenso, que esperemos guíe las acciones para una intervención rápida y fuerte para frenar el calentamiento. Esperamos que éste sea un tema muy relevante para la COP26”, señala Pablo Marquet.
Para el ecólogo, uno de los mensajes más importantes que arroja este trabajo, es que la biodiversidad puede ser una gran aliada en la lucha por aminorar la crisis climática. “Por cierto, lo primero implica una transición rápida a la descarbonización de la economía, pero ésta debe estar apoyada por transformaciones radicales sobre cómo nos relacionamos con la biodiversidad de nuestro país, cómo hacemos agricultura, ganadería y silvicultura. Hay que reflexionar sobre los fertilizantes y pesticidas, y hay que cambiar una cultura que ha invisibilizado a la biodiversidad y a nosotros como parte de ella”, finaliza.