Pablo Luna Villouta
Académico de Pedagogía en Educación Física
Universidad San Sebastián
En nuestro país la inactividad física afecta a gran parte de la población. De hecho, cerca de ocho de cada diez chilenos no cumplía antes de la pandemia con los requerimientos mínimos de actividad física -según la Organización Mundial de la Salud (OMS)- para no ser considerado sedentario. El confinamiento y aislamiento social, provocados por la pandemia del Covid-19, seguramente han empeorado este escenario, lo que es muy preocupante para el desarrollo del país y sobre todo para la salud pública.
La actividad física, entendida como cualquier movimiento corporal que produzca en nuestro organismo un gasto energético mayor a estar en reposo o sentado, es un potente estímulo para el adecuado funcionamiento en general. Activa todo nuestro organismo y, en especial, favorece el funcionamiento de nuestros sistemas neuro-muscular, cerebral y ósteo-articular, además de mejorar el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico y de reducir los niveles de ansiedad, angustia y estrés.
Desde esa perspectiva, el movimiento es un potente activador de procesos internos (neuropsicológicos) de adquisición y modificación neuronal, al activar distintos programas motores, en el que se implican procesos que incluyen la sensorialidad, la percepción, la cognición y la acción muscular propiamente tal. En este sentido, se entiende el movimiento como una poderosa “palanca” de potenciación del aprendizaje, ya que, en las acciones corporales, se involucran para el procesamiento de la información los distintos lóbulos cerebrales, ya sea para procesar información sensorial o del medio ambiente que nos rodea (formas, colores, música, etc) y para la elección o toma de decisión del o los movimientos a ejecutar, ya sean saltos, carreras, etc. Por estas razones, el acto de moverse es tan relevante para el ser humano.
Esta importancia es mayor en los primeros años, ya que favorece la maduración y crecimiento. Luego vuelve a ser tan o más importante durante el envejecimiento, ya que permite al ser humano mantener y proteger el adecuado funcionamiento neuronal, posibilitando así el adecuado procesamiento cognitivo para el desarrollo independiente y autónomo de las actividades de la vida diaria y básicas como alimentación e higiene.
Considerando lo mencionado es que resulta muy necesario que nos movamos y ejercitemos, estimulando estructuras coordinativas elementales y periféricas, para así desarrollar, perfeccionar o mantener un adecuado funcionamiento neuronal y muscular, fundamentales para evitar enfermedades como también para sentirnos bien en nuestras actividades de la vida cotidiana.