Pía Josefina Martabit Tellechea
Docente del Instituto de Humanidades
Universidad del Desarrollo
Cuando hablamos del impacto negativo del Internet y las Redes Sociales, y sus potenciales amenazas de hoy y mañana, pareciera ser que hablamos de preocupaciones humanas objetivas, científicas, y respaldadas en expertos. Pareciera ser que hablamos de nuevos miedos causados por nuevas tecnologías. En muchos casos es así, pero la ciberseguridad no está exenta de discursos políticos e ideológicos, y de valorizaciones subjetivas subyacentes, como también intereses corporativos, prejuicios generacionales, y sesgos cognitivos.
Buscamos en expertos de las ciencias respuestas a problemas del abuso de dispositivos porque necesitamos y anhelamos respuestas verdaderas en tiempos de post-verdad, como también buscamos culpables de la violencia de nuestros tiempos. Buscamos datos que respalden nuestros miedos a los cambios sociales acelerados, sin mucho éxito a veces, con grandes vacíos de conocimiento y suposiciones, concentrándose en las falencias tecnológicas y no las humanas.
Varias son los conversatorios de expertos que hablan de que las Redes Sociales han generado problemas sociales como la polarización, el racismo y la violencia, olvidando que antes del Internet teníamos una guerra ideológica global que polarizó a la sociedad mundial y securitizó la ideología, al punto de que aún no pueden convivir visiones de sociedad diferentes de manera pacífica en el mismo espacio.
El racismo y la violencia por su parte son problemas sociales que llevan latente desde siglos en la humanidad, y los datos de violencia y homicidios per cápita se han mantenido relativamente constantes a lo largo de la humanidad, no solo desde el origen de la Historia, sino que también los vestigios arqueológicos demuestran que ha sido parte de nuestra especie desde el comienzo.
Los males y pecados humanos no son culpa ni responsabilidad de nuestras herramientas, que nos colaboran a hacer nuestras proezas. No es culpa del barco ni de las espadas el genocidio americano durante la Colonización. Somos los individuos y los colectivos, con nuestros prejuicios y nuestros miedos el origen del mal.
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