- Si el trabajador considera que es necesario realizar un alto en el año laboral, y lo puede hacer, la recomendación es que se desconecte totalmente del empleo.
Transcurrido ya un semestre de este segundo año de pandemia, el trabajo, sea online o presencial, puede estar deteriorando la calidad de vida de la población. Tomarse vacaciones es, entonces, una opción válida para aquellos que tienen días pendientes y sienten que no pueden sobrellevar la carga laboral.
Estar atento a las señales del cuerpo es la primera recomendación al evaluar si son necesarios unos días de descanso. Álvaro Espina Cerda, psicólogo organizacional y director de la carrera de Psicología de la Universidad San Sebastián, comenta que el momento de tomarse vacaciones depende de cada persona. “Algunos prefieren tomarse todo el tiempo disponible de una vez y otros lo dividen”.
Aunque no hay recetas, se debe estar atento a las señales. La primera tiene que ver con el nivel de estrés psicológico percibido por el trabajador. “Si siente que la carga laboral ya no es soportable, si está menos productivo, si le cuesta concentrarse o cumplir tareas que al principio se le hacían más fácil, si no puede dejar de pensar en el trabajo, aún después de la jornada, o si no logra realizar otras actividades familiares o personales de su interés y se siente agobiado e intranquilo por ello, entonces sí, quizás es bueno que piense en tomar un tiempo de desconexión”, recomienda el académico.
Pero además de esos signos pueden surgir otros síntomas que no se deben minimizar. El psicólogo menciona: trastornos del sueño, de la alimentación, cuadros de ansiedad, sensación de cansancio permanente, mayor irritabilidad, enlentecimiento, anhedonia u otros. Ante ese panorama, “es recomendable que haga un quiebre en su actividad y se tome unas vacaciones”, enfatiza Álvaro Espina.
Cantidad de días
¿Cuántos días son necesarios para lograr un real descanso? Depende de varios factores desde el tipo de trabajo hasta el nivel de agobio de la persona.
El profesor Álvaro Espina relata que un estudio del Departamento de Psicología del Trabajo y las Organizaciones, del Instituto de Ciencias del Comportamiento de la Universidad Radboud de Nijmegen, Países Bajos, abordó los efectos de las vacaciones en la salud y el bienestar de los empleados.
“En dicho estudio se pudo observar que la salud y el bienestar en las personas aumentó rápidamente durante las vacaciones y alcanzó su punto máximo en el octavo día. Es decir, a lo menos se requerirían ocho días para percibir descanso y sensación de bienestar subjetivo. Aun esto, es necesario considerar el estado y la carga con que el trabajador recibe las vacaciones”, plantea Espina.
Puntualiza que mientras más desgastado y agobiado se encuentre, mayor tiempo requerirá para alcanzar niveles de bienestar que le permitan percibir y disfrutar del descanso.
Siempre conectados
Salir de vacaciones y seguir contestando llamados o enviando correos no es una adecuada forma de descansar y desconectarse. El psicólogo dice que salir de vacaciones para seguir trabajando a tiempo parcial no se recomienda. “Incluso, más que desconectarse del trabajo, hay que lograr conectarse con esas otras cosas importantes de tu vida que también tienen significado y sentido y que, en general, son tanto o más importantes que el trabajo diario en la empresa”, puntualiza.
Con todo, hay quienes no logran proteger ese espacio personal. El director de Psicología de la USS sostiene que existen diferentes perfiles que no pueden -o bien no quieren- desconectarse del todo. El académico menciona, por ejemplo, aquellos que creen que sin ellos el trabajo no se va a poder realizar, lo que es muy propio de los cargos más ejecutivos con ciertas deficiencias en la delegación de autoridad, ego exacerbado, liderazgos más autocráticos, falta de confianza en sus equipos, entre otras carencias.
El otro perfil corresponde a los abnegados, “quienes depositan prácticamente todo su ser en el trabajo y sienten que tomarse un descanso es prácticamente una afrenta, una falta de compromiso y lealtad para la empresa y su jefatura”.
También están los temerosos, “que sienten que su ausencia será una razón para su despido, entonces se toman pocos días para evitar cualquier reemplazo”, indica.
Y, por último, están los muy conocidos trabajólicos. “En jerga común son aquellos adictos al trabajo, cuyo sentido de vida ES el trabajo, y no les interesa mayormente otras actividades placenteras de la vida”, plantea el psicólogo.
Beneficio o recompensa
Lograr que las vacaciones sean un adecuado periodo de desconexión depende no solo de la actitud del trabajador, sino también de los jefes y la organización. “Muchas veces pasa por trabajar primero aspectos personales como falta de competencias de liderazgo en los jefes o problemas de autoestima, seguridad, autocuidado y/o sobrevaloración de los colaboradores”, dice Álvaro Espina.
Añade que se debe considerar la valoración que las organizaciones dan a las vacaciones. “El verlas como un beneficio o una recompensa por el trabajo bien hecho, o por la sencilla consideración de que la productividad del trabajador está sujeta a su bienestar integral, en lugar de sólo amarrarlas a un derecho, permitiría que al otorgarlas y, en parte, obligarlas, se inyectara mayor bienestar subjetivo a toda la compañía”.
En este sentido, complementa, “una función de la empresa sería ayudar a planificar, junto con el trabajador, el momento de sus vacaciones, estableciendo metas específicas que permitieran dar la sensación de cierre y desconexión a ambas partes”.
Lo anterior implicaría un beneficio mutuo, pues permitiría a la jefatura también prepararse para la ausencia de ese colaborador, para delegar en otros del equipo y para establecer los planes necesarios para que la ausencia no sea un dolor de cabeza o una acumulación de tareas “para cuando vuelva…”