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Mujeres en pobreza y sin espacio de autonomía: grupos de enfoque de la nueva directora de Derechos de Mujeres en Human Rights Watch

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Macarena Sáez, egresada y ex académica de la Facultad de Derecho de nuestro plantel, asumió este mes su nuevo cargo en la organización internacional, donde espera mejorar la situación de mujeres golpeadas por la crisis económica tras la pandemia y enfocar su trabajo en las regiones donde la vulneración de derechos se ha visto aumentada. En esta nueva entrega de Alumni UChile, la primera latinoamericana en ser directora de la División de Derechos de Mujeres de Human Rights Watch expresa sus posturas sobre el aborto, la nueva Constitución y su paso por la Universidad.

La abogada Macarena Sáez egresó de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en 1992. Desde entonces, su carrera ha estado dedicada a la academia y a la defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres, con un interés tanto en Chile como en el extranjero. Es así como después de 17 años de trabajo en la American University, en agosto de este año fue elegida como la primera latinoamericana en asumir como directora ejecutiva de la División de Derechos de Mujeres de Human Rights Watch (HRW). Este cargo, declara, lo toma con entusiasmo, con ganas de escuchar a la mayor cantidad de movimientos feministas de base en el mundo, pero con metas y limitantes claras de lo que será su nuevo trabajo en esta organización internacional.

“Es un salto importante y lo hago porque Human Rights Watch tiene una capacidad de impacto muy grande, una metodología muy rigurosa y me da la posibilidad a mí de pensar, con este equipo, dónde se puede trabajar más para generar algún tipo de cambio de avance en la igualdad de derechos de las mujeres”, señala Sáez. Agrega, en esta línea, que “no existe un lugar donde las mujeres estén muy bien o hayan alcanzado igualdad de ciudadanas completamente. La discriminación y violencia contra las mujeres muta y va cambiando de forma. Por eso, hay que identificar qué es lo que se puede hacer desde el rincón donde una está trabajando, y no es milagroso, tiene que haber un trabajo constante y paciencia en la estrategia a largo plazo”.

Dentro de sus principales retos, destaca que “las preocupaciones van por los espacios que generan un mayor grupo de mujeres en pobreza y la criminalización de la pobreza que las afecta”. Según su análisis, “el COVID exacerbó la feminización de la pobreza, porque la desigualdad económica tiene un impacto desproporcionado en las mujeres. Son ellas las que han dejado de trabajar en mayor proporción que los varones y han dejado su trabajo para hacerse cargo de dependientes (…) La pandemia lo que hace es que dejó en evidencia las desigualdades que nos afectaban desproporcionadamente y ha dejado en descubierto la violencia estructural contra las mujeres”. 

Por otra parte, la egresada de nuestro plantel cree relevante poner esfuerzos en “el aumento de la privación de libertad de las mujeres. Si bien es cierto que la población carcelaria es mayoritariamente masculina, el incremento de la población carcelaria femenina va en un aumento preocupantemente mayor que el de los varones. Esto, porque hay una criminalización de la conducta de las mujeres, cuando no se comportan de acuerdo al patrón que la sociedad considera. Las mujeres que cometen crímenes y son madres tienen penas privativas más altas, porque en esa discrecionalidad hay un castigo a la madre que no se comporta como debiese hacerlo por ser mal modelo”, asegura Sáez.

Violencia regional y autonomía coartada

Además de los objetivos que se impondrá Sáez en su cargo de directora en HRW, también deberá lidiar con los conflictos ya existentes, y que incluso han aumentado en algunos países. “Las políticas de control de la pandemia no han tenido perspectiva de género, y la necesidad de mandar a cada persona a su casa implicó que muchas mujeres quedasen encerradas con quienes ejercían mayor violencia física, sexual, mental y económica en contra de ella y sin opciones de denunciar”.

Según comenta, “desde el punto de vista de vulneración de derechos sexuales contra las mujeres, Latinoamérica es el que más ha aumentado su índice, incluso más que países donde hay más restricciones y gozan menos derechos políticos, como pasa en Medio Oriente”.

Tal como ha quedado reflejado lo que ocurre en Afganistán, Sáez cuenta que HRW “hace un seguimiento importante a aquellos países que reducen el espacio de autonomía de las mujeres. Hay países donde no hay libre circulación sin permiso de su guardián legal, porque lo patriarcal está arraigado formalmente, sin libertad de movimiento. Aunque ha habido avances en algunos países islámicos, se sigue viendo a la mujer como persona incapaz”. 

Dentro de esa línea y apuntando a la misma región, Sáez cuenta su inquietud ante la presente y constante la violencia hacia las mujeres en los conflictos. “Cada vez que hay conflictos armados, la violencia sexual de la mujer se utiliza como arma de guerra, y por eso debemos ver qué pasa con la recuperación de ellas, qué acceso de servicio de salud mental se da, etc”. 

Aborto y la Convención Constitucional

La semana pasada, la Comisión de Mujeres y Equidad de Género de la Cámara de Diputados de Chile rechazó el proyecto de ley que busca despenalizar el aborto dentro de las primeras 14 semanas de gestación sin causales. Pese a eso, la abogada de la U. de Chile ve con esperanza el proceso, porque para ella el tema va más allá del derecho, se debe centrar en un cambio de mentalidad en las personas y enfocarlo en el problema de las desigualdades económicas que hay en torno al aborto.

“Para mí el derecho es un arma más, y a veces nos obsesionamos con ella y dejamos de lado otras cosas importantes también. Las sentencias y las leyes no son los lugares donde se hacen los cambios, sino que son donde comienza el trabajo para hacer el cambio después de estructuras. Hay un sobreuso del derecho en desmedro de otros elementos, como la educación o el arte”, asegura, dejando abierta la pregunta de si “¿es el Estado el que está mejor situado para posicionar cuándo un embarazo se debe interrumpir? ¿o es la persona embarazada la que sabe si un embarazo se debe interrumpir?”.

A diferencia de lo anterior, donde Macarena ve un ejemplo mundial de paridad en la Convención Constitucional de nuestro país, caso que dice mostrará a los movimientos feministas con los que trabajará. Para ella, dentro de la nueva Constitución “es muy importante avanzar a la paridad y participación de mujeres en diferentes espacios, pero que no se repitan los patrones de las elite, con mujeres que fueron a los mismos colegios o que son de las mismas zonas de privilegio. Por eso, esto no puede significar sólo la diversidad a nivel de géneros y sexualidades, sino que redefinir la diversidad en su conjunto”.

Por último, y en base a lo anterior, Sáez está atenta a que “la igualdad en los procedimientos sean importantes, pero más importante es la igualdad en los resultados. El hecho de que haya una constitución que se discute en paridad, no significa que todas las cláusulas de salida sean beneficiosas para las mujeres”.

Diego Espinoza Chacoff

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