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Ranita de Darwin, la especie chilena que podría extinguirse por el cambio climático

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WWF Chile

El informe de WWF “Sintiendo el calor: el destino de la naturaleza más allá de los 1.5°C de calentamiento global”, presenta doce especies que están sufriendo los devastadores impactos del cambio climático a nivel global. Entre ellas se cuentan las ranitas de Darwin (la del sur, Rhinoderma darwinii; y la del norte, probablemente extinta, Rhinoderma rufum), endémicas de Chile –aunque la del sur también habita en Argentina-, una especie que ha sido destacada por un comportamiento único no registrado en ninguna otra especie de anfibios: los machos alojan los huevos fecundados en su boca por al menos parte del desarrollo de sus crías.

Las ranitas de Darwin han estado desapareciendo por diversos factores, como la destrucción de sus hábitats en los bosques y enfermedades, pero también por el cambio climático. Así, se prevé que el calentamiento global reducirá su hábitat existente, mientras que las nuevas áreas que podrían ser adecuadas estarán demasiado lejos para que las ranas de Darwin lleguen de forma natural.

Las ranitas de Darwin del Norte no se han visto en la naturaleza desde 1981. Son un claro ejemplo de la crisis mundial de los anfibios, con más del 40% de todas las especies de anfibios en peligro de extinción. Además de la pérdida de hábitat, el aumento de las temperaturas está creando condiciones favorables para enfermedades mortales que pueden llevar a más anfibios al límite de la extinción. Las ranas de Darwin han estado expuestas al hongo quitrido (Bd), una enfermedad que ha provocado la disminución de al menos 500 especies de anfibios en todo el mundo, incluidas 90 especies que ahora se presumen extintas. Esta es la mayor pérdida de biodiversidad registrada atribuible a una enfermedad.

Se proyecta que el cambio climático complicará aún más el panorama. “Estos impactos, si no se toman acciones profundas y urgentes para enfrentar la crisis climática global, podrían llevar a la irrecuperable extinción de especies como la ranita de Darwin, un anfibio icónico de la Selva Valdiviana. Tomando este informe de WWF, así como otros, por ejemplo el último del IPCC, debemos tomar conciencia de que cada vez nuestro margen de acción como humanidad es más pequeño, por tanto es imprescindible actuar ahora, de forma rápida e incrementando la ambición de la acción climática, con compromisos nacionales más ambiciosos en el contexto de la próxima COP26, lo que es importante no solo para estas frágiles especies, sino que también para los seres humanos”, señala Priscila Molina, coordinadora de Estrategia y Ciencia de WWF Chile.

Bajo amenaza 

La fragilidad y las características únicas de la ranita de Darwin han impulsado diversas investigaciones. Uno de los científicos más destacados en este tema es el Doctor Claudio Azat, académico de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello, y cuyas publicaciones cita el informe de WWF.

Según explica, la ranita de Darwin es tremendamente dependiente de alta humedad y del bosque nativo, pero no de cualquier bosque nativo, sino de uno primario, o sea, lo más antiguo posible, compuesto de árboles de 200, 300 o hasta 500 años. En estos lugares del bosque templado del sur de Chile y Argentina, provistos de ambientes protegidos durante cientos de años, es donde vive la ranita. Uno de los beneficios de estos ambientes es el alto grado de humedad, lo que facilita la deposición de sus huevos en sustrato, musgo, hojarasca, para que éstos no mueran y así la rana no necesita vivir en el agua, pero sí en estos bosques que presentan un sustrato con mucha evapotranspiración. Cuando ese ambiente cambia, la ranita de Darwin, lamentablemente, no es capaz de sobrevivir. “Además, tienen la peculiaridad de ser especies diurnas, una situación extraña dentro de los anfibios, por lo que disfrutan del sol, condiciones que solo pueden ver presentes en el bosque nativo, el cual ha estado desapareciendo a causa del cambio climático, no solo por el efecto directo, donde vemos que llueve menos y por ende los bosques se van secando, sino también por el aumento de incendios forestales que son capaces de arrasar con grandes áreas de bosque nativo en el cual se desenvuelve la especie”, agrega.

Azat precisa que lo que ha ocurrido, principalmente al norte de la distribución del anfibio, es que se ha visto reemplazo de bosque nativo por pino y eucalipto. Eso la ranita de Darwin no lo soporta debido a que se vuelve un clima muy seco y se reduce la biodiversidad en cuanto a vegetales e invertebrados, sus principales alimentos. Otra razón es una enfermedad emergente llamada quitridiomicosis, correspondiente a un hongo microscópico, el cual las afecta fuertemente. “En un paper de 2017, junto a David Uribe, evaluamos el impacto del cambio climático sobre la ranita de Darwin, respecto a la disminución de su hábitat entre 1970 y 2010 y pudimos determinar que entre esos 40 años, el hábitat disminuyó entre un 23% y un 40%. Es decir, que solo en ese periodo, el cual no ha sido el más intenso en cambio climático, se produjo tal declive en su hábitat, sin tomar en cuenta la destrucción de los espacios ni enfermedades emergentes. En ese sentido, en el peor escenario de cambio climático, con una proyección al 2080, determinamos que va a haber una pérdida adicional de un 50% más del hábitat de la ranita de Darwin debido a esta situación”, puntualiza.

La ranita sigue sorprendiendo 

La investigación más reciente de Azat, en conjunto con el Zoológico Nacional de Chile y liderada por su encargado de Herpetología, Osvaldo Cabeza, logró documentar el primer caso de cuidado aloparental en anfibios a nivel mundial.

Fue en septiembre del 2018, cuando en uno de los terrarios una pareja entró en amplexo, es decir, en acto de reproducción donde la hembra libera los huevos y el macho los fertiliza. Habitualmente, luego de este acto, ambos individuos se van de la ovipostura y esta queda debajo de musgos en lugares muy húmedos. Lo que pasa con la ranita de Darwin, y es algo muy inusual en el reino animal e incluso es la única especie de anfibio que lo hace, es que el macho regresa aproximadamente a los 20 días, se come los huevos, los deposita en su saco vocal (que hasta antes de eso le servía para cantar y atraer a las hembras) y, en condiciones normales, durante los próximos tres meses incuba estos huevos, ocurriendo la metamorfosis dentro del saco vocal. Luego de ese tiempo, el macho libera un pequeño juvenil. “Sin embargo, lo que descubrimos en este estudio, es que ambos machos regresaron al lugar de ovipostura en el día 20, es decir, el padre genético y otro individuo presente en el terrario, observando un gran interés por el último en los huevos, pateando incluso al primero para comérselos, describiendo por primera vez que en esta especie y, más importante aún, en cualquier especie de anfibio en el mundo, el macho es capaz de cuidar crías que no le pertenecen genéticamente. En este caso se tragó los ocho huevos que estaban fertilizados y después de nueve semanas regurgitó dos juveniles, es decir, completó todo el proceso de cría”, explica el experto.

Este hallazgo en cautiverio fue complementado con observaciones en vida silvestre, las cuales indicaban que lo más común cuando se encuentra un macho preñado de ranita de Darwin en el sur de Chile, es que lleven entre seis y siete renacuajos del mismo tamaño, lo que explicaría que corresponden al mismo periodo de reproducción. No obstante, de forma muy esporádica –los investigadores lo han podido ver solo cuatro o cinco veces en los últimos 20 años- se ha observado que se pueden encontrar machos preñados que tienen larvas de distintos tamaños. “Al tratar de comprender esta situación surgen dos hipótesis: los renacuajos tienen distintas velocidades de desarrollo; o la otra es que estos machos tienen la posibilidad de una vez estando preñados, ir y robar huevos de otras parejas y criarlos, siendo esta última situación la cual es apoyada por el paper antes mencionado”, puntualiza Azat.

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