Las máximas autoridades sanitarias coinciden en que acabar con el COVID-19 a nivel global no será posible hasta que todas las personas dispongan del mismo acceso a las vacunas. El coronavirus ya ha causado más de 4,6 millones de muertes desde principios de 2020 aunque se espera una disminución del número de fallecidos si se logra vacunar a más personas.
La probabilidad de que los países desarrollados vacunen a sus ciudadanos es mucho más alta que en los países en desarrollo, una situación que conlleva el riesgo de prolongar la pandemia y aumentar la desigualdad mundial. En paralelo a la celebración este lunes de un diálogo entre altos funcionarios de las Naciones Unidas, Noticias ONU explica la importancia de un acceso igualitario a las vacunas.UNICEF/Francis KokorokoUn hombre de 76 años muestra su tarjeta de vacunación contra la COVID-19 en Kasoa, Ghana.
¿Qué es la distribución equitativa de vacunas?
En pocas palabras significa que todas las personas deben tener las mismas condiciones de acceso a una vacuna que ofrezca protección contra el coronavirus, independientemente de donde habiten.
La Organización Mundial de la Salud se ha fijado el objetivo de vacunar al 70% de la población mundial a mediados de 2022. Sin embargo, si se quiere alcanzar esta meta será necesario conseguir un acceso más equitativo a las vacunas
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, destaca que el acceso igualitario a las vacunas “no es ni ingeniería espacial, ni caridad. Se trata de salud pública inteligente y redunda en beneficio de todos”.
¿Por qué es tan importante?
Aparte del argumento ético de que ningún país o ciudadano, por muy rico o pobre que sea, se merece la vacuna más que otro, una enfermedad infecciosa como el COVID-19 seguirá siendo una amenaza global, mientras exista en cualquier parte del mundo.
La distribución desigual de las vacunas no sólo deja a millones o miles de millones de personas en situación de vulnerabilidad frente a un virus letal, sino que también permite la aparición de variantes de la enfermedad todavía más mortíferas y que éstas se propaguen por todo el mundo.
Es más, una distribución desigual de las vacunas profundizará las desigualdades y aumentará la brecha entre ricos y pobres, y además revertirá décadas de progreso en materia de desarrollo humano que tanto ha costado conseguir.
La ONU indica que la desigualdad en el acceso a las vacunas tendrá un impacto duradero en la recuperación socioeconómica de los países de ingresos bajos y medios-bajos y que retrasará el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización.
Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) prevé que ocho de cada diez personas que hayan caído en la pobreza durante la pandemia del coronavirus vivirán en los países más pobres del mundo en 2030.
Las previsiones también sugieren que en los países de bajos ingresos los impactos económicos de la COVID-19 pueden durar hasta 2024, mientras que en los países de altos ingresos se podrían alcanzar tasas de crecimiento del PIB anteriores a la aparición del coronavirus a finales de este año.OPSLa madre de una familia indígena de Brasil recibe una inoculación contra el COVID-19.
¿Funciona este enfoque de lucha contra la pandemia?
No, lo advertía el pasado mes de abril el doctor Tedros cuando declaró que “la equidad de las vacunas es el reto de nuestro tiempo… y estamos fracasando”.
Aunque en 2021 se producirán suficientes vacunas para cubrir al 70% de la población mundial compuesta por 7800 millones de personas, la mayoría de las vacunas se reservan para los países ricos, mientras que otras naciones productoras de vacunas restringen su exportación priorizando la vacunación de sus ciudadanos, un enfoque que se ha denominado una “actitud nacionalista con respecto a las vacunas”.
Un claro ejemplo de esta tendencia se produce en los países donde los ciudadanos ya inoculados reciben una vacuna de refuerzo, en lugar de priorizar las dosis sobrantes para las personas no vacunadas en los países más pobres.
Aun así, la buena noticia es que hasta el 15 de septiembre se han administrado más de 5500 millones de dosis en todo el mundo, aunque dado que la mayoría de las vacunas disponibles requieren dos dosis, el número de personas protegidas es mucho menor.
¿Qué países están recibiendo las vacunas?
Mientras que los países ricos reciben la mayoría de las vacunas, muchas de las naciones más pobres tienen dificultades para vacunar incluso a un pequeño número de ciudadanos.
Según el Tablero Mundial para la Equidad de las Vacunas (establecido por el PNUD, la OMS y la Universidad de Oxford) el 15 de septiembre, sólo el 3,07% de los habitantes de los países de bajos ingresos habían recibido la primera dosis en comparación con el 60,18% de los países de altos ingresos.
Así, cerca del 70,92% de las personas que viven en el Reino Unido fueron inoculados con la primera dosis de la vacuna, mientras que en Estados Unidos la cifra es del 65,2%.
Sin embargo, otras naciones de ingresos altos y medios no se encuentran en una situación tan favorable. En Nueva Zelanda sólo se ha vacunado al 31,97% de una población compuesta por unos cinco millones de habitantes, aunque en Brasil la tasa de vacunación está ahora en el 63,31%.
Estas cifras contrastan con las estadísticas de algunos de los países más pobres del mundo. En la República Democrática del Congo, sólo el 0,09% de la población ha recibido una dosis de la vacuna; en tanto que, en Papúa Nueva Guinea y Venezuela, la tasa es del 1,15% y del 20,45% respectivamente.
Puede encontrar más datos por país en este enlace.UNICEF/Raphael PougetUna enfermera sostiene una dosis de vacuna en el Hospital Sheikh Zayed de Nuakchot (Mauritania).
¿Cuánto cuesta una vacuna?
Los datos de UNICEF muestran que el coste medio de una vacuna COVID-19 es de 2 a 37 dólares (con 24 vacunas aprobadas por al menos una autoridad reguladora nacional) y el coste de distribución estimado por persona es de 3,70 dólares. Esto representa una importante carga financiera para los países de bajos ingresos, donde, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el gasto sanitario medio anual per cápita asciende a 41 dólares.
El Tablero Mundial para la Equidad de las Vacunas muestra que, sin una ayuda financiera mundial inmediata, los países de bajos ingresos tendrían que aumentar su gasto sanitario a un 57% para cumplir el objetivo de vacunar al 70% de sus ciudadanos.UNICEF/Arlette BashiziUna entrega de dosis de la vacuna contra la COVID-19 proporcionada a través del Mecanismo COVAX en Goma, en el este de la República Democrática del Congo.
¿Qué ha hecho la ONU para promover un acceso más equitativo a las vacunas?
La Organización Mundial de la Salud y UNICEF han trabajado con otras organizaciones para establecer y gestionar el Mecanismo para un Acceso Mundial a las Vacunas COVID-19, conocido como COVAX. Lanzado en abril de 2020, la primera agencia de la ONU lo calificó como una “colaboración mundial innovadora para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, los tratamientos y las vacunas de COVID-19”.
Su objetivo es garantizar un acceso justo y equitativo para todos los países del mundo en función de las necesidades y no del poder adquisitivo.
Según la Alianza Gavi, que cuenta con el apoyo de la ONU, COVAX cuenta actualmente con 141 participantes, pero esa no es la única forma en que los países pueden acceder a las vacunas ya que también pueden llegar a acuerdos bilaterales con los fabricantes.UNICEF/Antoine RaabAlumnos en una escuela de Camboya durante la pandemia de COVID-19.
¿Logrará la igualdad de acceso acabar con la pandemia?
Aunque obviamente es un paso crucial, y en muchos de los países más ricos la vida para muchas personas está volviendo a una especie de normalidad, la situación en los países menos desarrollados es más difícil.
Aunque la entrega de vacunas proporcionadas en el marco del Mecanismo COVAX está siendo bien recibida en todo el mundo, la debilidad de los sistemas sanitarios, que incluye la falta de personal sanitario, está contribuyendo a aumentar los problemas de acceso y distribución sobre el terreno.
Además, los problemas de equidad no desaparecen tras la entrega física de las vacunas en cada país; en algunas naciones, tanto en ricas como en pobres, pueden persistir las desigualdades en la distribución.
También vale la pena recordar que el requisito de facilitar un acceso equitativo a la atención sanitaria no es una cuestión nueva, sino que es fundamental en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En concreto, para el Objetivo número 3 sobre la salud y el bienestar, que busca la cobertura sanitaria universal y medicamentos esenciales y vacunas asequibles para todos.
El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud; Achim Steiner, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; y Vera Songwe, que dirige la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África participaron este lunes en la conversación sobre la equidad de las vacunas como parte de una serie de encuentros denominados “Momento para impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.