Distintos protagonistas de los parques nacionales, reservas nacionales y monumentos naturales de la Región de Los Lagos relatan el camino recorrido y los aprendizajes obtenidos desde la naturaleza para celebrar el día del guardaparque.
A lo largo de las 12 unidades de áreas silvestres protegidas de la Región de Los Lagos desempeñan su labor hombres y mujeres guardaparques, actores principales de la conservación, que tienen una actividad permanente de servicio y de nexo directo entre CONAF y la comunidad, cumpliendo diversas funciones, como la protección y conservación de la biodiversidad; educación y registro de visitantes; interpretación ambiental; mejoramiento de infraestructura; apoyo a la investigación aplicada; prospecciones, censos, restauración y monitoreo de fauna; alerta y control de amenazas a los ecosistemas; entre otras muchas acciones.
La historia de los guardaparques empieza en Chile en 1914, siete años después de la creación de la Reserva Forestal Malleco, en la Región de La Araucanía. A partir de esa fecha y durante varias décadas se les denominó guardabosques, dado que la principal preocupación era proteger los bosques contra siniestros y fundamentalmente para impedir la extracción ilegal de madera. Hoy, sabemos que el primer funcionario público y precursor de los actuales guardaparques fue Manuel Alvarado, administrador de la reserva entre 1914 y 1930.
Dos guardaparques de la región reciben en este día un reconocimiento especial por su labor, se trata de Juan Carlos Caticura, por su trabajo en accesibilidad y mejoramiento de las pasarelas en el sector Saltos de Petrohué del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales; y Ricardo Cárdenas, Administrador del Parque Nacional Puyehue, por su aporte a la labor de los guardaparques. “Yo nací al alero de las áreas silvestres protegidas, tengo un apego familiar, mi historia de vida es en el Parque Nacional Puyehue, donde vivieron y trabajaron mis padres y abuelos, antes incluso de que fuera un área protegida”, explica Cárdenas, quien retornó al parque que lo vio crecer después de su paso por la administración central de la corporación. “Aquí existe un valioso patrimonio natural y cultural que relevar, y ese trabajo se está haciendo con diversos actores de la comunidad y de la academia, reforzando la historia que tiene esta unidad”, agrega.
Y es que en cada parque, reserva y monumento existe una historia de conservación y de desafíos para sus guardaparques, lo que es atractivo también para los más jóvenes. Es el caso de Rocío Curillan, una joven de 26 años de Temuco quien hoy se desempeña desde diciembre de 2020 en Vicente Pérez Rosales, el parque nacional de mayor visitación nacional: “postulé al concurso porque para mí es un sueño este trabajo, ya no me veo en otro lugar que no sea acá, no podría estar en otro parque. Parte de la labor de guardaparques aquí es patrullar el Lago Todos Los Santos y eso me motivó a sacar la licencia de patrón de nave menor, todo lo que sea para estar en terreno, que es lo que más me gusta”, señala la joven guardaparque.
La vocación y el respeto a la naturaleza es esencial en la labor de los guardaparques. Cristián Oyarzo es administrador del Parque Nacional Chiloé desde hace dos meses, después de su paso por el Parque Nacional Alerce Andino y el Monumento Islotes de Puñihuil. “En el Parque Nacional Chiloé empecé haciendo labores de mantención y de a poco aprendiendo otras cosas, como monitoreo e investigación, que es algo que me gusta mucho. Yo partí de la nada y ha sido muy bonito encontrar esta forma de vida. Es solitaria y reflexiva, te enseña diariamente, la naturaleza te va enseñando”, comenta Oyarzo, y agrega: “me ha sorprendido la gente que he conocido, mucha gente que busca lo mejor para la sociedad, para la flora y la fauna, con una mirada ambientalista”.
Distintas miradas e historias de vida pueden encontrar convergencia a través de la conservación. Danilo Coñoecar era guardaparque del Parque Pumalín desde 2015 e ingresó a CONAF al tiempo del traspaso del parque al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado. “El aprendizaje que he tenido en monitoreo y uso de cámaras trampa es un tremendo valor y logro personal. He podido ir a otros parques nacionales de la región a capacitarme y en terreno aprender el manejo de sistemas de localización y monitoreo, al tiempo de conocer a otros colegas que llevan años en la institución y que transmiten de buena forma lo que han aprendido”, explica Coñoecar, quien llegó a Chaitén desde Chiloé para estar cerca de sus hijos y hoy recorre con ellos senderos avistando aves y zorros.
El equipo de guardaparques en las distintas unidades a lo largo de la región encuentra apoyo y coordinación en la labor de un grupo de profesionales. “Estudié ingeniería forestal porque desde chica iba a recorrer el Parque Nacional Puyehue y siempre he querido contribuir, ayudar como sea a conservar la naturaleza, esa es mi principal motivación”, relata Claudia Rosas, que ingresó como encargada provincial de Llanquihue en 1990, y hoy se desempeña como Jefa de la Sección de Administración del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas.
Para el director regional de CONAF Los Lagos, Jorge Aichele, la mejor manera de participar activamente apoyando la labor de los guardaparques es conociendo más de su trabajo y de las dinámicas que se dan en el área protegida a la que se ingresa. “Desde CONAF Los Lagos reconocemos la extraordinaria labor que ejercen hombres y mujeres guardaparques a lo largo de la región. Son distintas historias de vida que convergen en el objetivo de proteger los ecosistemas y nuestra invitación a la comunidad es a respetar las orientaciones y protocolos cuando vayan a los parques, para que los visitantes también sean agentes de conservación”, concluye Aichele.