Autoridades del Ministerio de Agricultura en Atacama anunciaron la implementación de una iniciativa piloto para instalar un sistema de regadío en varios puntos del desierto y provocar la floración artificial durante agosto y septiembre. Para Rosita Scherson y Manuel Paneque, especialistas de la Universidad de Chile, de concretarse la idea, representaría un gran impacto en el ecosistema. Ambos académicos plantean que el “Desierto Florido” es producto de un ciclo natural que debe ser respetado y protegido.
Ya sea de manera presencial o a través de fotos o videos, todos nos hemos deleitado con la belleza y el colorido que se da en el desierto florido. Este fenómeno se produce justamente en el desierto de Atacama, el más árido del planeta, y consiste en la aparición de una gran diversidad de flores aquellos años en que las precipitaciones son inusuales y superan el rango normal.
Es un momento único y natural. Más de 200 especies florecen solo cuando las condiciones son las adecuadas, por lo que no es algo que suceda de forma recurrente. Por eso, se genera una gran atención y expectación cada vez que ocurre este hecho en la zona, tanto a nivel científico como turístico.
Hace algunos días, las autoridades de Atacama, a través del Ministerio de Cultura y CONAF, anunciaron un plan piloto para regar artificialmente tres hectáreas del desierto florido, lo que permitirá tener este fenómeno durante todos los años durante los meses de agosto y septiembre.
“Podemos ver que tenemos un patrimonio biológico muy importante y único en el mundo. Entonces, nosotros lo que queremos hacer es que este patrimonio se exprese todos los años, en forma adecuada, y puedan los turistas poderlo gozar junto a sus familias en la temporada”, detallaron las autoridades de la zona.
Alteración de un ciclo natural
De acuerdo a la académica de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, Rosita Scherson, los daños que se pueden provocar son múltiples. El desierto, afirma, “es una comunidad natural adaptada a los ciclos de sequía y esta, a su vez, es una adaptación de millones de años, que es lo que se han demorado estas especies en evolucionar para poder soportar estas condiciones del terreno y el lugar donde viven”.
Explica que el desierto no solo son las plantas que florecen, sino que además no hay que perder de vista a los insectos que visitan la zona, los animales que se comen a esos insectos, las aves que recorren el lugar y ayudan con las semillas, e incluso hongos y microrganismos que habitan también allí. “Si tú perturbas ese sistema, lo que vas a causar es un cambio en la comunidad, y ese cambio no está estudiado, no se sabe qué es lo que va a pasar”, advierte.
Por su parte, el académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas, Manuel Paneque, explica que lo que ocurre en el norte de nuestro país es un fenómeno natural, y “forzar que el desierto florido ocurra todos los años con propósitos económicos solo traerá costos biológicos. La gran biodiversidad presente allí, de especies de plantas y microorganismos, tiene adaptaciones a la impredictibilidad ambiental que se perderán irremediablemente”.
Asimismo, añade que “uno de los principales problemas es el desconocimiento de los ciclos reproductivos de estas especies, hacerlos intentar florecer cada año puede que altere esos ciclos”. También plantea que “debe considerarse que la germinación y cierre del ciclo reproductivo no es homogéneo para todas las especies. Entonces, si se pretende regar el desierto, algunas preguntas que obligadamente habría que hacerse es ¿cuánto se va a regar? o ¿cómo este riego puede afectar a una u otra especie según su demanda hídrica?”.
La profesora Rosita Scherson apunta, además, a cómo será depositada el agua y cómo será administrado el riego en las tres hectáreas. “Si la llevas con camiones, esos camiones pisotean el terreno, compactan el suelo, destruyen, por ejemplo, madrigueras, semillas, o pueden acarrear semillas de otras cosas en sus ruedas. (…) La otra forma sería instalar un sistema con mangueras, o algo así, regado desde fuera, lo cual también requiere manipular para instalar, personas que tienen que pasar por ahí, y vas a dejar eso lleno de plástico. Tampoco se entiende mucho cómo lo van a hacer”.
Para la especialista, el desierto florido “es un sistema muy delicado, son organismos muy endémicos, es decir, organismos que están en esos lugares y no están en ninguna otra parte. Incluso, hay plantas de ahí que no están en ninguna otra parte del mundo”, por lo que su llamado es a respetar este ecosistema.
En la misma línea, el profesor Paneque afirma que “lo fantástico y extraordinario es el florecimiento natural cuando llueve, y que pasa ciertos años. El desierto florido es un ciclo natural, y como tal, necesitamos respetarlo y protegerlo”.
Maritza Tapia, periodista Prensa U. de Chile. Fotos: Felipe Poga.