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La cadena de suministro se suma a la deforestación y las prácticas agrícolas como principal fuente de emisiones en el sector agroalimentario

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Fuente: FAO

La FAO presenta una nueva base de datos para seguir las emisiones procedentes de los sistemas agroalimentarios en todo el mundo.

La cadena de suministro alimentario va camino de superar a la agricultura y el uso de la tierra como principal factor que contribuye a los gases de efecto invernadero (GEI) procedentes del sistema agroalimentario en muchos países, debido al rápido crecimiento impulsado por la elaboración de alimentos, su envasado, transporte, venta al por menor, consumo familiar, eliminación de desechos y la fabricación de fertilizantes, según un nuevo estudio dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Factores que no están relacionados con las actividades en las explotaciones agrícolas y los cambios en el uso de la tierra suponen ya más de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de los sistemas agroalimentarios en regiones avanzadas y su proporción se ha duplicado con creces en los tres últimos decenios en países en desarrollo.

El nuevo estudio, cuya prepublicación se puede consultar actualmente en Earth Systems Science Data Discussions, ha sido elaborado por el Estadístico superior de la FAO, Sr. Francesco Tubiello, y se basa en una serie de iniciativas recientes para cuantificar las tendencias relativas a los GEI a fin de facilitar medidas de mitigación y advertir a los responsables de la formulación de políticas sobre nuevas tendencias. Es importante señalar que la base de datos, relativa a 236 países y territorios durante el período comprendido entre 1990 y 2019 y que se actualizará anualmente, se puede actualmente consultar y utilizar fácilmente a través del portal FAOSTAT y ofrece detalles de todos los componentes de los sistemas agroalimentarios. Esto facilita la comprensión de los agricultores y los responsables ministeriales de planificación y hace que a los países les resulte más sencillo entender mejor las conexiones entre sus acciones por el clima previstas en el marco del Acuerdo de París.

En último término, puede utilizarse para ayudar a los consumidores a entender la huella de carbono completa de productos básicos concretos en las cadenas de suministro mundiales.

“La FAO se complace en ofrecer este bien público mundial, un conjunto de datos que aborda de manera directa y con detalle el mayor desafío de nuestro tiempo y que está ahora disponible para todos”, señaló el Economista Jefe de la FAO, Sr. Máximo Torero. “Este tipo de conocimiento puede fomentar una importante sensibilización y la adopción de medidas”.

Los nuevos datos determinan que el 31 % del total de las emisiones antropogénicas de GEI, esto es, 16 500 millones de toneladas, provienen de los sistemas agroalimentarios mundiales, lo que supone un aumento del 17 % con respecto a 1990, cuando la población mundial era menor. Las proporciones mundiales global están en consonancia con trabajos anteriores, que indicaban un rango de entre un 21 % y un 37 %.

En el nuevo informe, que utiliza un conjunto de datos más amplio y un enfoque más granular descrito en un resumen analítico, se constató además que las emisiones de los sistemas agroalimentarios derivadas de cambios en el uso de la tierra, como la conversión de bosques en tierras cultivables, si bien siguen siendo uno de los factores más importantes que determinan las emisiones de los sistemas agroalimentarios, disminuyeron un 25 % durante ese tiempo, en tanto que las emisiones generadas dentro de la explotación agrícola aumentaron solo un 9 %. Ello pone de manifiesto cómo factores relacionados con la cadena de suministro están impulsando el aumento de las emisiones de GEI procedentes los sistemas agroalimentarios en general.

“La tendencia más importante en el período de 30 años transcurrido desde 1990 que se ha destacado en nuestro análisis es el papel cada vez más importante de las emisiones relativas a los alimentos generadas fuera de las tierras agrícolas, en procesos previos y posteriores a la producción a lo largo de las cadenas de suministro alimentario, en todas las escalas, esto es, mundial, regional y nacional”, señala el Sr. Tubiello. “Esto tiene importantes repercusiones para las estrategias nacionales de mitigación pertinentes en el ámbito de la alimentación, habida cuenta de que hasta hace poco estas se habían centrado principalmente en la reducción de gases diferentes al CO2 dentro de las explotaciones y en las emisiones de CO2 derivadas del cambio en el uso de la tierra”.

La publicación de este nuevo conjunto de datos, que se presentó el lunes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) es fundamental para los debates que están manteniendo los países en la cumbre sobre el clima en Glasgow, así como para posibilitar la aplicación específica de algunas de las promesas que los países han formulado para lograr la neutralidad con respecto a las emisiones de carbono.

La División de Estadísticas de las Naciones Unidas, la Agencia Internacional de Energía e investigadores académicos de la Universidad de Columbia colaboraron con la FAO en el reciente análisis.

Seguir los hechos, encontrar tendencias

De los 16 500 millones de toneladas de emisiones de GEI debido al total de emisiones procedentes de los sistemas agroalimentarios mundiales en 2019, 7 200 millones de toneladas procedieron de las explotaciones agrícolas, 3 500 millones de toneladas de cambios en el uso de la tierra y 5 800 millones de toneladas de procesos relacionados con la cadena de suministro.

Esta última categoría emite ya la máxima cantidad de dióxido de carbono, el parámetro clave a medida que se acumula, mientras que las actividades en las explotaciones agrícolas fueron, con mucho, los principales factores de emisión de metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), si bien la descomposición de los desechos de alimentos genera cantidades considerables de metano.

Por lo que se refiere a los componentes particulares, en 2019 la deforestación fue la mayor fuente de emisiones de GEI, con 3 058 millones de toneladas de CO2, seguida de la fermentación entérica (2 823 millones de toneladas de CO2 equivalente), el estiércol de ganado (1 315 millones de toneladas de CO2 equivalente), el consumo en los hogares (1 309 millones de toneladas de CO2 equivalente), la eliminación de los desechos de alimentos (1 309 millones de toneladas de CO2 equivalente), el uso de combustibles fósiles en las explotaciones agrícolas (1 021 millones de toneladas de CO2 equivalente) y el sector de venta al por menor de alimentos (932 millones de toneladas de CO2 equivalente).

Mientras que el primer componente está disminuyendo y el segundo aumenta solo de forma moderada, las emisiones derivadas de la venta al por menor, incluidos los “gases F” fluorados relacionados con la refrigeración y con repercusiones climáticas mucho más potentes que el CH4 o el NO2, se han multiplicado por más de siete desde 1990, en tanto que las procedentes del consumo en los hogares se han duplicado con creces.

Las emisiones de GEI derivadas del sistema agroalimentario de Asia, la región con más población del mundo, son con mucho las más elevadas, seguida de África, América del Sur, Europa, América del Norte y Oceanía.

Sin embargo, en el estudio se observó que las emisiones de GEI derivadas de las fases previas y posteriores a la producción de la cadena de suministro alimentario suponían más de la mitad del total de emisiones del sistema agroalimentario en Europa y América del Norte, mientras que la cifra para África y América del Sur era inferior al 14 %.

La diferencia se acentúa a nivel de los países. Por ejemplo, los GEI derivados de sistemas alimentarios debido a cambios en el uso de la tierra fueron insignificantes en China, la India, el Pakistán, la Federación de Rusia y los Estados Unidos de América, pero representaron el componente dominante en el Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo. Dentro de la cadena de suministro, los procesos relativos al consumo en los hogares constituyeron la principal fuente de emisiones de GEI en China y la eliminación de los desechos de alimentos fue la vía dominante en el Brasil, la República Democrática del Congo, Indonesia, México y el Pakistán, mientras que el sector minorista se impuso en los Estados Unidos, la Federación de Rusia y el Canadá. El uso de energía en las explotaciones agrícolas fue la fuente principal en el caso de la India.

Estas variaciones apuntan a posibles estrategias de mitigación diferentes así como probables tendencias en el futuro. Por ejemplo, mientras que las emisiones procedentes de los sistemas alimentarios como proporción del total disminuyeron a nivel mundial del 40 % en 1990 al 31 % en 2019, en regiones en las que predominaban sistemas agroalimentarios modernos ocurrió lo contrario, a saber, aumentaron del 24 % al 31 % en Europa y del 17 % al 21 % en América del Norte. Cabe destacar que este aumento de las emisiones estuvo impulsado por el dióxido de carbono, confirmando así el peso cada vez mayor de los procesos previos y posteriores a la producción que normalmente implican el uso de energía derivada de combustibles fósiles.

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