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Académico U. de Chile participa en elaboración de manual internacional para enfrentar futuras pandemias

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Dr. Miguel O’Ryan, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, fue uno de los autores del documento coordinado por la unidad de investigación de la revista The Economist. La publicación, que plantea un conjunto de medidas para hacer frente a futuras emergencias sanitarias globales, fue presentada por el científico chileno ante la World Health Summit, encuentro organizado por la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea y los gobiernos de Alemania y Francia, entre otros actores.

Proveer a los países de un set de herramientas ante futuras emergencias sanitarias de alto impacto. Este es el objetivo de un informe convocado por la revista The Economist que recoge los principales aprendizajes de la pandemia de COVID-19, un trabajo en el que participaron distintos especialistas internacionales, entre los cuales destaca el académico e investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Dr. Miguel O’Ryan. 

¿Están los países preparados para la siguiente pandemia? es el nombre de este reporte coordinado por Economist Impact Group, en el cual se establecen 30 medidas en múltiples ámbitos (sanitario, epidemiológico, político, económico y social). De esta manera, el documento entrega importantes insumos para responder inicialmente a una crisis con potencial pandémico y, una vez que esto se disemine, organizar de mejor forma su manejo.

“El informe resume un conjunto de acciones, organizadas por diferentes niveles y responsabilidades, tanto dentro de los países como en su compromiso internacional, en áreas que van desde el manejo del sistema sanitario hasta apoyar económicamente a la población. Fue diseñado con un enfoque holístico, desde el inicio hasta la fase de propagación”, detalló el Dr. Miguel O’Ryan.

“De alguna forma, extrae el aprendizaje de todo lo que vivimos en esta pandemia, cuya gestión se fue haciendo sobre la marcha. El objetivo es evitar que una próxima infección con potencial pandémico se expanda de la manera en que lo hizo este virus, y -si lo hace- se tomen medidas oportunas para que los países logren controlarlo de manera más rápida. Lo fundamental es estar preparado, responder rápido y actuar antes de que se disemine por el mundo”, añadió el infectólogo chileno.

El académico del programa de Microbiología del ICBM discutió los pormenores de esta iniciativa en la World Health Summit, un encuentro realizado en Berlín, Alemania, y que fue organizado por la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea y los gobiernos de Alemania y Francia, entre otros organismos.

Junto al Dr. O’Ryan, estuvo el congresista portugués Ricardo Baptista Leite, uno de los expertos responsables del informe y conferencista en el panel “Prioridades para mejorar la respuesta pandémica” de esta Cumbre Mundial. En este espacio, expuso los aprendizajes de Portugal en el manejo de la pandemia, país que demostró la gestión más eficiente de la crisis en la Unión Europea, al menos en los primeros meses de la emergencia.

“Es un documento eminentemente táctico, que se suma al que otros grupos en el mundo están haciendo, por ejemplo, en el ámbito de la vigilancia de virus. Está dirigida a autoridades locales e incluye todos los puntos centrales para que los líderes puedan manejar mejor una emergencia. Está basado en evidencia y su objetivo es aportar a una reacción oportuna. Fue pensado como una suerte de set de herramientas”, sostuvo el Dr. Miguel O’Ryan, quien en Chile fue el investigador principal del ensayo clínico de la vacuna Janssen, de Johnson & Johnson.

Ocho mecanismos de respuesta

El informe se basó en la evidencia recolectada en doce países, entre ellos Chile. Sus objetivos principales fueron investigar lo que pudo ser aprendido del COVID-19 y apoyar a los tomadores de decisiones a crear respuestas más efectivas en el futuro. En el proceso, el panel identificó medidas claves a través de análisis locales y la visión de los expertos. Con esto, se creó un set de herramientas que funcionaron en un amplio espectro de países. Por lo mismo, la publicación busca incentivar a los países a utilizar el documento como una ruta de navegación para sus necesidades y prioridades ante eventuales crisis.

El grupo de especialistas integrado por el infectólogo chileno definió ocho herramientas que fueron implementadas en los países analizados, y que constituyen los mecanismos sugeridos para alcanzar una adecuada respuesta ante futuras pandemias. Estas se dividen en dos ejes: local (gobierno, sistema público de salud y centros públicos y privados de atención) e internacional (contribución del país a la respuesta global frente al coronavirus).

Las acciones son la coordinación local, nacional e internacional; construir confianza en autoridades e instituciones; optimizar los recursos; abordar la gestión desde una perspectiva científica y no política; identificar y aprender lecciones de previos y actuales brotes; apoyar financieramente a la población; hacer cumplir regulaciones y restricciones; y disponibilizar diagnósticos, vacunas y tratamientos masivamente tan rápido esto sea posible.

Coincidimos en que la estructura política tenía que actuar de manera coordinada, colaborativa y no confrontacional. Países como Portugal lo lograron y en Chile, con matices, se logró un cierto grado de afiatamiento. No hubo una disrupción política significativa como en otros países. Sí hubo discusiones internas, faltas de acuerdo en algunos puntos, pero en general se logró una directriz del manejo de pandemia, en especial cuando llegamos a la etapa de inicio de la vacunación”, explicó el Dr. O’Ryan.

Cada uno de los puntos incluyen, además, medidas específicas y a sus responsables. El documento expone, por ejemplo, el caso de dos países asiáticos, Corea del Sur y Taiwán, que identificaron e implementaron lecciones aprendidas durante los pasados brotes de MERS y SARS. Dinamarca, en tanto, fue uno de los ejemplos en materia de reconfiguración de la infraestructura sanitaria para la pandemia, pues utilizaron sus recursos disponibles para influenza estacional en fortalecer su capacidad de testeo y vigilancia epidemiológica.

Por su parte, Nueva Zelanda fue un caso de éxito en una gestión basada sistemáticamente en la perspectiva científica para lidiar con todos los aspectos de la pandemia y sus impactos. Tomando como referencia estas acciones, la publicación del reporte busca activar respuestas rápidas y coordinadas frente a emergencias sanitarias de potencial pandémico, subraya el científico del ICBM de la U. de Chile.

“Los siguientes pasos requieren de humildad para aprender lecciones difíciles, visión para imaginar e implementar medidas de respuesta mejorada, y un compromiso financiero y político para tener una mejor respuesta la próxima vez”, expone el documento, en cuyas conclusiones también se apela a alcanzar respuestas globales seguras, rápidas y equitativas, además de incentivar la solidaridad entre los países.

Análisis al caso chileno

Desde la perspectiva del informe, la experiencia chilena de manejo de la pandemia deja lecciones positivas y negativas. El Dr. O’Ryan indicó que de las ocho herramientas sugeridas por el panel de expertos, gran parte fueron adoptadas por nuestro país, con mayor o menor éxito, en el manejo de la emergencia sanitaria. “Si uno tuviera que decir las que fueron bien evaluadas, podríamos mencionar la preparación del sistema de salud para tener suficientes camas de cuidados intensivos y alcanzar un testeo rápido y masivo con técnicas PCR. La colaboración público-privada fue clave para tener la real dimensión de a pandemia en Chile e identificar a las personas infectadas. Una tercera fortaleza inicial fue haber tenido un grupo de asesoría científico, el comité asesor del Minsal y del Ministerio de Ciencia, que fueron de alguna forma escuchados en sus aportes técnicos”.

Pese a esto, añadió, algunas de las brechas es que hubo un liderazgo inicial de las autoridades que “fue perdiendo robustez al cabo de los meses, fundamentalmente por una sensación de poca comunicación y descoordinación en la relación del nivel central con los niveles periféricos. Muchos alcaldes se sentían excluidos de las decisiones. Esto fue parcialmente resuelto con el establecimiento de la mesa social”, analizó el científico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

La falta de coordinación entre el nivel centro y los gobiernos locales, añadió el Dr. O’Ryan, dificultó lograr una óptima gestión en materia de trazabilidad y aislamiento. Del mismo modo, el apoyo económico a pequeñas y medianas empresas y los ciudadanos fue inicialmente lento. “Estos son aspectos muy importantes de abordar precozmente para la próxima pandemia para que la gente pueda quedarse en sus casas, cumplir el aislamiento y un mejor control. En Chile, cual más cual menos, esto se fue subsanando en el camino”, comentó.

Futuras pandemias y Latinoamérica

El panel de Economist Impact enfatizó la necesidad de que los países identifiquen e implementen acciones preventivas y reactivas en la materia debido al riesgo latente de futuras infecciones con potencial de convertirse en pandemia. Según el investigador del ICBM, es imposible conocer con certeza dónde ocurrirá la próxima crisis, ni sus proyecciones, aunque sí hay numerosos factores que llaman a la cautela.

La relación de humanos con animales salvajes (el contacto directo y el consumo de estos); zonas de alto hacinamiento en mega urbes, donde además esta costumbre sanitaria es habitual; y la velocidad del transporte aéreo que favorece la diseminación de personas que pueden estar incubando microorganismos con potencial pandémico, surgen como los principales, y que se suman a otros de carácter ambiental, como la crisis climática o la deforestación.

“La sumatoria de estos factores hace que sea posible que tengamos nuevas pandemias en el futuro. La situación es diferente a la que teníamos hace diez años atrás, o cien. Fundamentalmente por la posibilidad de que por los viajes intercontinentales los seres humanos puedan llevar virus de un lado a otro, en menos de 24 horas, sin saberlo. De igual forma, el hacinamiento en grandes urbes o el consumo de animales vivos son dos factores a tener en cuenta”, planteó.

Otro de los grandes desafíos del sistema internacional es ir alcanzando mayores niveles de transparencia en la detección de eventos anómalos. “De manera de que cuando ocurran eventos anómalos en algún lugar del mundo, sea rápidamente informado, que puedan ser evaluados por expertos internacionales, hacer análisis y precisar si ese microorganismo tiene potencial pandémico. Esto es posible haciendo secuenciación genómica amplia, permitiría tomar localmente medidas y establecer si el virus se está o no expandiendo para poder tomar acciones de control”.

De acuerdo al académico, esto también es fundamental para activar el desarrollo de vacunas, de ser necesario. “Estos procesos, como hemos visto en esta pandemia, pueden desarrollarse en un año, quizás menos. Mientras más rápido conocemos el microorganismo, si existe transparencia, más rápido podremos reaccionar. Tenemos que ir afrontando esta realidad, pero se requiere buena voluntad y mucha visión de los líderes actuales y los que vendrán en el futuro”.

Luis Francisco Sandoval
Inés Llambias Comunicaciones

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