En la ceremonia, donde fue presentado por la académica y directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés, el artista radicado en Nueva York desde 1982, recordó su temprano paso por el plantel, en tiempos de dictadura, cuando la Facultad de Arquitectura estaba ubicada en Cerrillos: “Junto a profesores y estudiantes construimos allí un paraíso mientras en el país se vivía el infierno de Dante”, recordó Jaar.
No es desconocido que la mayor parte de la vida del artista visual, arquitecto y Premio Nacional de Artes Plásticas 2013, Alfredo Jaar Hasbún (1956) ha transcurrido fuera del país. Entre los 5 y 15 años vivió junto a sus padres en la Isla Martinica, la colonia francesa del Caribe, y luego de un corto periodo en Santiago -donde realizó estudios de cine, en el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura de Santiago, y de arquitectura en la Universidad de Chile- Jaar se radicó definitivamente en Nueva York en 1981. Fue recién en 2006, cuando su obra aterrizó por primera vez en una exposición a gran escala en el Edificio Telefónica, que sus lazos con Chile se volvieron a estrechar.
Este jueves 25 de noviembre, la Universidad de Chile, su casa de estudios, lo vuelve a recibir para entregarle una de sus máximas distinciones, el Doctor Honoris Causa, en una ceremonia realizada en el Salón de Honor de Casa Central, encuentro que fue presidido por Alejandro Jofré, Rector (s) de la casa de estudios y Manuel Amaya, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, quienes reconocieron su sobresaliente trayectoria, con la que ha logrado poner a también a Chile en el mapa del arte internacional, en eventos tan prestigiosos como la Bienal de Arte de Venecia en 2012, a la que asistió como representante del pabellón nacional.
En la actividad -que se enmarcó además en las actividades del Noviembre Cultural, organizado por la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones- participaron diferentes autoridades universitarias, entre ellas y ellos, las vicerrectoras Rosa Devés, Faride Zeran y Sonia Pérez, además de académicas y académicos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y de otras unidades del plantel, incluyendo al director del MAC de la U. de Chile, Daniel Cruz.
El rector (s), Alejandro Jofré, destacó “el carácter crítico de sus obras, que desde el lenguaje del arte aborda la crisis del mundo contemporáneo”, y lo calificó como un “trabajo intelectual que produce una suerte de despertar y lucidez que la vida actual nos niega cotidianamente”.
En tanto, el decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Manuel Amaya, reconoció a Jaar como uno de los más destacados artistas visuales que actualmente tiene América Latina, y que ha realizado una significativa contribución al desarrollo de las artes, la cultura y el patrimonio a nivel internacional y nacional.
“Con honor y solemnidad, la Universidad decide rendirte un homenaje sincero como muestra del afecto y la admiración que nuestra comunidad siente hacia ti”, señaló Amaya, destacando que, “en ti, Alfredo, se representan los valores, la crítica, el esfuerzo, el compromiso, el sacrificio y la ética con el fin de construir un futuro mejor para todos. Como docentes tratamos de transmitir esas intenciones y en tu trabajo, que es a veces prudente y otras veces provocador y rebelde, pero siempre sensible con el sufrimiento humano, se pueden ver los principios de nuestra Universidad”.
La “epifanía” de estudiar Arquitectura en la Chile
El Doctor Honoris Causa -que ha sido entregado a 75 personalidades, siendo la primera de ellas Gabriela Mistral- está dedicada a “personas de nacionalidad chilena o extranjera, que no sean miembros de la Universidad de Chile y que, en virtud de sus méritos o de sus sobresalientes acciones en beneficio del estudio de la nación chilena o de la humanidad, se han destacado a nivel nacional o internacional”.
La académica y directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés fue la encargada de presentar la trayectoria del artista, refiriendo que “es absolutamente imposible decir todas las distinciones o todas las exposiciones o todos los escritos que se le han dedicado”, aunque si destacó premios tan emblemáticos en su vida como la Beca Fundación del Pacífico, que en 1982 le permitió radicarse en Nueva York, Estados Unidos, lugar donde comenzó a desarrollar una sólida y reconocida trayectoria internacional o el prestigioso Premio Internacional Fundación Hasselblad en Fotografía, recibido por Jaar en 2020.
Además, Valdés seleccionó algunos de los pasajes de su historia, y la relación personal con el homenajeado. “Nos une con Alfredo lo que él llamó una vez una amistad esencial, que lleva 40 años (…) Todavía me está proponiendo nuevas aventuras intelectuales y nuevos horizontes que recorrer en la mente a mi y a todos”, destacó Valdés, junto con relevar el interés de Jaar por enseñar a otros en diferentes universidades y el tiempo empleado en ello. “La distribución de su tiempo indica cuánto ha pensado los dilemas del arte actual, la relación que existe entre un arte público y un arte para coleccionistas y el mercado, que es uno de los dilemas del arte actual. Es en realidad un dilema estético y ético”.
Asimismo, revisó la aproximación de Jaar a la Universidad de Chile como uno de los pasajes de aproximación al país. A propósito del trabajo académico de estudiantes de Valdés en la Facultad de Artes, “comenzó una larga reconciliación con Chile, que hoy culmina en este Doctorado Honoris Causa que le otorga su alma mater”.
Emocionado, Alfredo Jaar recibió la condecoración de manos de Alejandro Jofré, Rector (s) de la Universidad, para luego subir al podio donde agradeció las palabras de su amiga, Adriana Valdés, “que me han iluminado el camino durante 40 años”, y dedicar el premio a su familia, su esposa, a su hijo, y también a sus padres, presentes en el encuentro.
Jaar, recordó cómo fue que terminó estudiando arquitectura debido a una “epifanía” que tuvo en el mismo momento de postulación y que lo alejó de su primera opción de ser médico, profesión que le deseaba su padre. Así, el artista relató también detalles de lo que fue su temprano paso por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, que en esos años se ubicaba en la comuna de Cerrillos, donde optó por seguir la línea más “poética” y “creativa” de la carrera. “Yo, que tenía el pelo largo y me creía hippie y que me pasaba escuchando el ‘Dark side of the moon’ de Pink floyd, me fui por el profesor más loco, Pedro Murtinho”, señaló y recordó a los demás académicos que en ese momento marcaron su camino de la arquitectura al arte.
“Pedro Murtinho, Jorge Iglesis y Andrés Elton, fueron los tres profesores de arquitectura que me cambiaron la vida y a quienes les debo lo que soy ahora. También les debo a un grupo excepcional de compañeros, quienes me acompañan también hoy en esta sala. Junto a ellos y los profesores, construimos en esos tiempos oscuros y difíciles de 1973, un oasis de creatividad y de paz. Cerrillos fue un pequeño paraíso, mientras el país vivía los nueve círculos del infierno de Dante y también el purgatorio, esos lugares secretos donde se torturaba y asesinaba a las personas que pensaban distinto en Chile”, recordó sentidamente el artista.
Entre las piezas más reconocidas del artista está “This is not America”, con la que capturó las miradas en 1987 al desplegar en las gigantes pantallas de Times Square un letrero publicitario con esa frase con la cual criticó el uso y abuso que se hace hasta hoy de la palabra América para referirse sólo a los Estados Unidos; el proyecto “Ruanda”, una serie de fotos y videos sobre el genocidio ocurrido en 1994 en el país africano; “El lamento de las imágenes”, instalación que cuestiona la veracidad de las imágenes que llegan al público por parte del gobierno y las corporaciones, y “La geometría de conciencia”, memorial sobre los detenidos desaparecidos del régimen militar chileno, que levantó en 2010 en el Museo de la Memoria y que sigue siendo su única obra concebida especialmente para un espacio público en Chile.
Francisca Palma – Denisse Espinoza – Consuelo Ferrer
Fotografías: Felipe PoGa.