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Cambios en ciclos de plantación, baja calidad y maduración excesiva: el impacto de las olas de calor en la agricultura

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Cada vez se hacen más frecuentes las alzas en las temperaturas, especialmente a medida que nos acercamos más al verano. Sin ir más lejos, el lunes recién pasado los termómetros marcaron más de 30 grados en gran parte de la zona centro sur del país. Académicos de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile abordan las implicancias que el calor excesivo tiene en las producción de hortalizas y frutas.

“Se define como un evento de Ola de Calor (diurna), el período de tiempo en el cual las temperaturas máximas diarias superan un umbral diario considerado extremo, por tres días consecutivos o más”, señala el apartado de climatología de la Dirección de Meteorología de Chile. Si bien este fenómeno ocurre durante todo el año, son de mayor interés las olas de calor que se registran durante la época de verano o temporada estival debido a su intensidad.

Uno de las consecuencias más importantes de esta alza de temperaturas tiene relación con su impacto la producción de alimentos, especialmente en el ámbito agrícola. El académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas, Fernando Santibáñez, plantea que el alza en las temperaturas puede generar “múltiples efectos”. Sobre todo, advierte, “en la siembra pequeña que todavía no se ha consolidado bien sobre el terreno se puede producir una mortalidad grande de plantitas. Todavía las raíces no tienen una profundidad necesaria como para buscar agua más profunda y estas ondas de calor tienden a secar mucho la superficie del suelo, provocando entonces la mortalidad”, sostiene.

“Los agricultores que hayan sembrado muy tarde normalmente van a sufrir una merma de producción relativamente importante”, advierte Santibáñez. Por otra parte, indica que en el caso de los árboles frutales, “las ondas de calor tienden a producir un deterioro no solo en la cantidad de la cosecha, sino que también en la calidad”.

En la misma línea, Víctor Escalona, profesor de la misma unidad académica, explica que uno de los principales problemas en torno a la calidad de la fruta es que “se deshidratan y al ocurrir esto se marchitan (…) Las frutas suelen ser más resistentes a la deshidratación porque algunas tienen piel, algunas tienen cera. Por ejemplo, si tú tocas una manzana verde, tiene como cera y eso la protege de la deshidratación”, afirmó.

Detalla, además, que cuando hay golpes de calor, “a veces los árboles florecen antes porque los tiempos para que ocurran las distintas etapas, floración, formación del fruto, cosecha, dependen también de la temperatura”. También se producen cambios en los ciclos de producción: “Si hay más calor esos períodos de cosecha se pueden adelantar o retrasar. Esto hace que al momento de gestionar la labor de cosecha, que necesita en general mano de obra, se complica la gestión. Obviamente, cuando tenemos 30 grados y pasamos a 45 grados las frutas están mucho más estresadas porque se está calentando más, se está deshidratando más”, sostiene.

El profesor Santibáñez agrega también que al producirse las olas de calor, “las semillas también pierden capacidad de generar las hormonas que hacen que el fruto crezca posteriormente. Se producen a veces estas ondas de calor, perdida en lo cosechado y también en frutos más pequeños que pierden un valor comercial”.

Adaptación y cambio de estrategia

Ambos académicos sostienen que el pequeño y mediano productor es el que se ve más perjudicado con las olas de calor y el aumento repentino de temperaturas. Esto porque tienen menores posibilidades de adaptarse porque tienen menos capital, menor formación, y menor especialización para poder hacer frente o competir con un productor que envía sus frutas u hortalizas fuera de Chile.

En este sentido, Fernando Santibáñez, entrega la siguiente recomendación: “Se necesita sembrar con mayor anticipación. O sea, cada vez tenemos que ir adelantando más las siembras, de modo de que estos golpes de calor, por ejemplo, de los cultivos anuales como el trigo, la papa, el maíz, ojalá les venga en un momento cuando ya la planta ha crecido lo suficiente para defenderse por sí sola”.

Añade, por otra parte, que también se requiere, al igual que en otros países, aplicar programas que entreguen herramientas a los agricultores. “Generar sistemas de producción donde hay mezcla entre árboles y hortalizas en la parte baja, de manera que los árboles le proveen esa sombra de manera gratuita a las hortalizas, lo que les hace tener menor exposición frente a estos golpes de calor o golpes de sol. En Chile tenemos muy poca experiencia al respecto, pero necesitamos avanzar más en ese tipo de diseños de plantación”, advierte.

Por su parte, Víctor Escalona apunta a los horarios y aprovechar los momentos del día cuando la temperatura es menor. “Cuando uno cosecha tiene que tratar de hacerlo temprano en la mañana, almacenar y ojalá refrigerar pronto, bajar la temperatura del fruto lo antes posible. Si no se puede, hay que buscar medidas paliativas, cosechar en la mañana, guardar las cosas debajo en una suerte de fonda o ramada para que los productos no se calienten. Si uno no tiene sistema de refrigeración usar una bodega, la parte más fría”, recomienda.

Maritza Tapia, periodista Prensa U. de Chile. Fotos: Felipe Poga.

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