Artritis reumatoide, esclerosis múltiple, diabetes 1, hipotiroidismo de Hashimoto y lupus eritematoso sistémico son algunas de las enfermedades autoinmunes más conocidas. No tienen cura, ni una causa conocida, pero sí comparten un factor común: se producen cuando el organismo empieza a crear defensas contra sí mismo, atacando algún sistema. ¿En qué períodos de la vida se desarrollan estas enfermedades?, ¿quiénes son más susceptibles a ellas? y ¿qué puede gatillarlas? Estas son algunas de las preguntas que responde la reumatóloga del Hospital Clínico de la U. de Chile y académica de la Facultad de Medicina, Lilian Soto.
Hace unos días la prensa local cubrió extensamente la noticia de un menor de edad que viajó a Brasil junto a su familia, y estando allá lo que comenzó como una gastritis de menor importancia terminó en pocos días con el niño en estado grave y un diagnóstico de mielitis transversa aguda, enfermedad que podría traerle severas secuelas de salud. La mielitis transversa es una de las tantas enfermedades autoinmunes existentes, y es una de las que puede en muy pocas horas dejar graves secuelas en quienes la sufren.
¿Qué son las enfermedades autoinmunes? Para entenderlo es necesario comenzar por lo más básico: los humanos contamos con un sistema inmune innato -que tiene miles de años de evolución, y que se activa con el nacimiento, permitiendo montar una barrera de defensa frente a un invasor- y con sistema inmune adaptativo, que es el que se activa con las vacunas o genera memoria cuando se genera una infección. Este sistema reconoce y distingue lo propio y lo ajeno, para tener una primera línea de defensas preparadas. “En general, así funcionamos y así sobrevivimos, y es por eso que los niños están más lábiles los primeros años porque no tienen todavía maduro su sistema de defensa adaptativa”, explicó la Dra. Soto.
Durante dicho proceso de maduración, el sistema inmune aprende a no atacar lo propio y a eso se le llama tolerancia. Sin embargo, a partir de genes que uno porta, más algunas vivencias que van sucediendo, como puede ser una infección, estrés o una operación, se puede comenzar a producir inmunidad contra uno mismo, sobre distintos tejidos, y esto puede suceder a todo nivel del organismo: piel, de sistema nervioso, riñón, pulmón, hígado, articulaciones, etc. “Cuando el sistema inmune pierde la tolerancia a uno mismo se produce la enfermedad autoinmune, y eso es un proceso largo, pero un día debuta y comienza a tener síntomas”, detalló la especialista, quien agregó: “Cuando vemos una enfermedad autoinmune generalmente la detectamos porque existen anticuerpos contra el tejido. Generalmente, la genética determina cuáles son los órganos que se van a atacar”.
¿En qué momento de la vida puede ocurrir este ataque del organismo contra sí mismo? Desde muy niños a muy ancianos. “El sistema inmune no porque envejezca deja de tener posibilidades de tener una enfermedad autoinmune”, advirtió la académica de la Facultad de Medicina, aunque señaló que en particular algunas de estas enfermedades se desarrollan con más frecuencia en ciertos períodos de la vida.
Herencia y gatillantes
Las enfermedades autoinmunes no son patologías que se heredan de una generación a otra. “Tú heredas la predisposición a desarrollar una enfermedad autoinmune. Se considera, por ejemplo, que los pacientes con lupus tienen mayor posibilidad de tener hijos con lupus, pero no es 1 a 1, son posibilidades mucho menores”, aclaró la Dra. Soto, quien especificó que en general las predisposiciones son bastante específicas, siguen un paquete de genes que van asociados, y, por lo tanto, lo que uno hereda es principalmente ese tipo de enfermedades. “Lo digo no tan categóricamente porque en el caso de las enfermedades reumatológicas, una paciente con artritis puede heredar una hija con síndrome de Sjögren, por ejemplo, que es una enfermedad parecida”, dijo la académica.
En la actualidad, no es posible prevenir la ocurrencia de este tipo de enfermedades en los pacientes que pudiesen tener una predisposición genética. “Hay cosas que son imposibles de prever y cada enfermedad tiene su set de factores de riesgo, que son situaciones que van a hacer más fácil que estos genes se expresen. En general el lupus, que ataca mucho más a mujeres, es una enfermedad muy sensible a la luz ultravioleta. Por eso a los hijos de pacientes con lupus les decimos que no se expongan mucho al sol, que no vayan a solárium, porque eso puede ser un gatillante”, afirmó la Dra. Soto.
Algunas infecciones también pueden ser gatillantes de este tipo de enfermedades, como también lo es el consumo de cigarrillo. “Está súper establecido que el fumar cigarrillos transforma nuestras proteínas, nuestras estructuras, y el sistema inmune puede desconocer esos cambios y gatillarse una enfermedad autoinmune. El consumo de cigarrillo no solo está asociado a un montón de cánceres, sino también a un montón de enfermedades autoinmunes. Fumar es probablemente lo que menos uno recomendaría a los parientes de pacientes con enfermedades autoinmunes”, afirmó la reumatóloga.
Otro factor que se ha indagado como gatillante de estas patologías está vinculado al manejo del estrés. “La conexión entre emociones y enfermedades físicas es innegable. Cuando hablamos de estrés, no estamos diciendo que si uno se estresa se va a provocar estas enfermedades. El tema es si sobrepasa mis capacidades para sobrellevarlo bien y me enferma. Y eso sucede gracias a que el estrés se conecta con el sistema endocrino, y produce un cambio enorme de todas las alertas y eso termina traduciéndose en una química endocrina y en una química neurológica que activa el sistema inmune. Eso es algo que se ha ido descubriendo últimamente”, señaló la especialista.
En términos de predisposición, las enfermedades autoinmunes afectan más a mujeres que hombres. Una de las teorías que explica esto está relacionada con los cromosomas X e Y, ya que los genes vinculados a estas patologías se sitúan en el gen X, y las mujeres al tener doble copia de X, tienen más posibilidades de padecerlas.
Tratamientos
Una vez que este tipo de enfermedades se manifiestan no tienen reversa, es decir, el sistema inmune no vuelve más a un estado de normalidad. Tampoco tienen cura, pero sí existen tratamientos, y estos han mejorado ostensiblemente de la mano de los avances médicos, sobre todo en las últimas décadas.
“Lo que siempre vamos a querer hacer es disminuir la actividad del sistema inmune contra uno mismo. Algunas medicaciones logran apaciguar el sistema, y esto puede ir subiendo en potencia de acuerdo al órgano comprometido o la gravedad de la enfermedad”, afirmó la Dra. Soto respecto al manejo de estas patologías.
La especialista es categórica en afirmar que el hecho que estas enfermedades no tengan cura no quiere decir que los pacientes van a estar mal. “Generalmente, en el debut o al momento de hacer el diagnóstico es cuando el paciente tiene la mayor cantidad de síntomas. Cuando uno logra apaciguar esos síntomas, que se llama entrar en remisión, el paciente puede vivir con medicamentos bastante más suaves, teniendo un control riguroso. Estas son enfermedades que acompañan a las personas por toda la vida, y por eso requieren constancia y disciplina”, concluyó la especialista, insistiendo en la importancia de la adherencia a los tratamientos para tener un buen control y manejo de estas enfermedades.
Texto: Francisca Siebert