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Catástrofe de Chiloé: centros poblados no están preparados para resistir los incendios forestales

3 minutos de lectura

Dr. Eduardo Peña F.
Facultad de Ciencias Forestales
Universidad de Concepción

En noviembre del año 2019, en este mismo medio de prensa escribí un artículo denominado “Anillos de aislamiento urbano: la opción que nos queda ante los incendios rurales”, la tragedia de Chiloé confirma que definitivamente hay que aislar las ciudades (cortafuegos) y eliminar en ellas el combustible fino (como pasto y hojarasca), es este tipo de combustible el que facilita la ignición y posterior propagación del fuego en el área urbana.

Sin duda que la posibilidad de resistir los incendios sería mucho mayor si además las viviendas estuvieran diseñadas y construidas con materiales ignífugos que no faciliten la acción del fuego, pero esto por su mayor costo, no es fácil de aplicar o exigir, pero si se puede lograr que las personas eliminen el material combustible alrededor y sobre la vivienda. El lema debiera ser ante los incendios forestales inicie la prevención por casa, de esta forma ninguna pavesa (material encendido que puede volar hasta 2 km de distancia) iniciaría un foco en los centros poblados.

En el caso de Chiloé, el fuego se inició en un taller desde donde pasó a ser un incendio forestal o rural y desde esa condición se propagó hacia las poblaciones afectadas. Está muy claro que, si la zona urbana hubiere estado aislada con cortafuegos, el fuego urbano no habría pasado al área rural y quizás solo lamentaríamos la pérdida del taller. Hace un par de años atrás uno de los grandes incendios de Valparaíso también se inició por trabajos en el área urbana. 

La tragedia de Chiloé deja también la enseñanza que dada las condiciones climáticas de alta temperatura y la prolongada sequía que afecta a Chile, ninguna zona esta libre de los incendios forestales aún cuando exista bosque nativo porque este también se quema en condiciones favorables.

Los incendios de Coyhaique el 2019 y de Molina el 2020, donde en ambos se superaron las 13.000 ha quemadas confirman la vulnerabilidad de nuestro bosque natural. Sin duda que, en el caso del sur de Chile, el hecho que es una zona húmeda donde domina el bosque nativo da una falsa sensación de seguridad, pero esto ha cambiado por el calentamiento global, en el sur debieran existir también cortafuegos.

Los registros a la fecha de CONAF muestran un aumento significativo de las cifras de superficie dañada por incendios forestales en el sur de Chile. Por ejemplo, en la Región de los Lagos, actualmente la cifra de hectáreas quemadas en la temporada 2020-2021 es 2,3 veces mayor a lo quemado en promedio en el último quinquenio (168,5 ha comparado a 71,8 ha, 11/12/2021).

Educar a la comunidad en como se comportan los incendios forestales y como puedo prevenir que el fuego afecte mi vivienda y amenace mi vida, es una buena opción para evitar que se genere un foco y reducir el daño a los centros poblados.

Cuando se capacita a las personas, los resultados son alentadores. En la zona de Quillón-Florida en la Región del Biobío, donde ocurrió un gran incendio el año 2012 y cinco años más tarde en 2017 un megaincendio en Florida, solo el 30% de las viviendas estaban preparadas para resistir un nuevo evento, la razón por la cual esas viviendas estaban preparadas es porque recibieron capacitación de cómo protegerlas, en cambio el 70% no sabía como enfrentar la amenaza de los incendios forestales.

Dada la actual condición de tendencia a grandes incendios forestales, para los cuales no existe la posibilidad de control ya que se propagan mas rápido que las capacidades de combate por parte de bomberos y brigadistas forestales, los centros poblados deben estar preparados para resistir los incendios que se propaguen desde el área rural. Incluso, considerando que en el medio urbano la única forma de control es la aplicación de agua, hay que considerar esta limitante adicional para su liquidación, en tiempos de sequía.

Por ello, lo que debiera ser una obligación es que el límite en el área interfaz urbano rural sea una calle o un parque, lo que facilita el combate desde la ciudad y se suma a una superficie sin combustible que es el cortafuego que debe existir en el área rural, obteniendo así una amplia área que no tendrá posibilidades de propagar el fuego. Además, la calle o parque facilita la llegada de bomberos y brigadistas a controlar el fuego.

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