Por: Arturo Platt, Deloitte
Durante los últimos 20 años se ha impulsado el avance en la incorporación de mujeres en cargos ejecutivos o directivos, pero al observar detenidamente el escenario, nos falta mucho camino que recorrer. Los avances aún son muy pobres y a este paso, según los últimos estudios de tendencia internacional, tardaremos 25 años más en lograr la paridad de género a nivel ejecutivo.
De hecho, un reciente estudio desarrollado por Deloitte, que abarcó a más de 50 países, muestra que en promedio los directorios o consejos directivos están compuestos en un 19,7% por mujeres, pero solo un 6,5% de ellas ocupan la presidencia de una compañía. En consecuencia, las mujeres siguen siendo excluidas de los puestos estratégicos y de liderazgo.
Chile por supuesto, el escenario no es tan diferente, guardando las proporciones y la madurez del mercado, desde el 2019 a la fecha el porcentaje de mujeres en los directorios creció 2,8 puntos, es decir de un 7.7% a un 10.5%, dependiendo del estudio que se revise. En tanto las mujeres que ostentan cargos como “Board Chair”, CEO y CFO subieron de 0% en el 2019 a 2,9% en los dos primeros casos y 3,1% en el último.
La incorporación de mujeres no debe ser visto como un acto de generosidad o como el cumplimiento de una obligación, sino como una verdadera oportunidad para rescatar el talento y el enfoque que pueden aportar miles de mujeres que por razones culturales u otros, han quedado relegadas.
La única manera de acelerar este proceso es con convicción y valentía, pero también con medidas concretas que comiencen a generar un cambio en la cultura organizacional y de mirada de país. Si no es así, estos esfuerzos pueden ser sólo momentáneos o depender de la administración de turno. Planes para lograr proporciones cercanas al 50% en todos los cargos ejecutivos, se logra si somos capaces de desarrollar un road map de corto y mediano plazo, formar comités a cargo de la tarea, son algunas de las medidas que se deben comenzar a aplicar.
Será clave también que las distintas compañías revisen su cultura interna y verifiquen que el lugar de trabajo sea propicio para que una mujer pueda continuar creciendo en la compañía. En promedio la permanencia de mujeres en el directorio es de 5 años, mientras que en el caso de los hombres es casi de 8 años. Esto demuestra la importancia de fomentar la conciliación laboral y familiar, el desarrollo de planes de capacitación, lograr la igualdad de salarios, y mejorar el ambiente laboral.
Sin duda el rezago de Chile y el mundo en esta materia, también tiene que ver con que hoy son muy pocos los que se atreven a desafiar a las entidades, al directorio o a los accionistas más conservadores. Es de esperar que las actuales generaciones de hombres y mujeres se apliquen de manera irrestricta a esta misión con la valentía que se requiere para cambiar esta realidad, y evitar dejar la tarea a las futuras generaciones.
El camino es largo, pero es necesario comenzar a recorrerlo ahora y con urgencia si queremos mejorar en competitividad y en el aprovechamiento de las capacidades que tenemos como país. La diversidad en las compañías solo trae resultados positivos, por lo que las empresas deben acelerar el cambio y asumir políticas que vayan en esta línea.
Que en Chile sigamos rezagados, con avances lentos que proyectan una larga tarea en la incorporación femenina no es sólo un dato, es un problema real que debemos corregir, donde las nuevas y actuales generaciones tienen un rol fundamental que jugar. Actuar con valentía.