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Mujeres lideran la gestión del riesgo de desastre en los “campamentos”

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Investigadoras de CIGIDEN, indagaron sobre los liderazgos femeninos que se han generado en el “Campamento Dignidad”, ubicado en la Quebrada de Macul, con el fin de enfrentar las principales amenazas socionaturales con las que conviven las familias que habitan este territorio fue declarado como zona de restricción, luego del aluvión de 1993

La pandemia por Covid-19, el riesgo de aluvión, la inseguridad alimentaria, escasez hídrica, inundaciones e incendios son las múltiples amenazas con las que se enfrentan las personas que habitan en asentamientos informales. Así lo evidencia el estudio desarrollado por las investigadoras del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, CIGIDEN, Valentina Acuña, Sofía Valdivieso y Leila Juzam.

El trabajo publicado en una edición especial de la revista REDER y denominado “Dignificando la Gestión del Riesgo de Desastres: Liderazgos femeninos y estrategias comunitarias en el campamento Dignidad, Santiago de Chile”, señala que estas múltiples amenazas son gestionadas a partir de estrategias que descansan en la organización comunitaria. Se trata de redes de solidaridad externas e internas al territorio, bajo liderazgos principalmente femeninos, colaboración equitativa, apoyo voluntario, identificación política y transmisión de conocimientos locales.

“Nuestra investigación se basa en la conformación de lo que primero fue una toma y hoy es un campamento de 600 familias que viven en una de las riberas de la Quebrada de Macul, una de las quebradas más activas del piedemonte de Santiago de Chile. Este territorio que fue declarado como ´zona de restricción´ por parte de las autoridades estatales, luego del aluvión de 1993, arrasó con 307 viviendas, dejando a su paso 26 muertos, 85 heridos, 8 desaparecidos y 32.654 personas damnificadas”, explica la historiadora UC, Valentina Acuña.

“Hasta que la dignidad se haga costumbre”

Luego de la crisis social de octubre de 2019, que marcó un antes y un después en la política chilena, y cuyo slogan era “hasta que la dignidad se haga costumbre”, varios grupos de familias que vivían allegados en diferentes zonas de Santiago, se “tomaron” el terreno ubicado en la Quebrada de Macul. “Estas familias conocían los antecedentes históricos y geomorfológicos del territorio, aún así persistieron en construir ahí sus viviendas”, advierten las investigadoras en el paper.

En marzo de 2021 la ONG latinoamericana TECHO publicó cifras alarmantes respecto a la situación actual de este tipo de asentamientos en Chile. Al día de hoy, 81.643 familias viven en 969 campamentos, siendo la cifra histórica más alta desde 1996. Según las investigadoras, esta situación se recrudece si se considera la alta correlación existente entre el grado de afectación de desastres y los grupos sociales que habitan en zonas de exposición.

“En Chile esto es particularmente dramático», advierte la antropóloga UC, Sofía Valdivieso, ya que si bien, los avances recientes en Gestión de Riesgo de Desastres (GRD) han querido superar los enfoques reactivos en emergencia, las familias que viven en asentamientos informales no han sido prioridad en las acciones de prevención, mitigación y preparación ante desastres”.

Dado lo anterior, las preguntas que las investigadoras se hicieron al inicio de su trabajo estaban asociadas a cómo funcionaba la gestión comunitaria del riesgo en un territorio que estaba constantemente expuesto a una amenaza socionatural como los aluviones. “Con las entrevistas, explica Valentina Acuña, fuimos conociendo a las personas que residían en la toma y particularmente, a las dirigentas. La GRD era una cosa de ´todos los días`: en el cuidado a quienes debían hacer su cuarentena por Covid-19, la organización de ollas comunes y la articulación permanente de redes solidarias”.

Liderazgo femenino

El estudio plantea que el virus y el hambre no son las únicas amenazas. Las características precarias de las viviendas autoconstruidas, la carencia de servicios básicos y el lugar de emplazamiento, hacen que las amenazas se multipliquen. En octubre de 2020 ocurrió un incendio que dañó seis viviendas y dejó veintidós damnificados fruto de las condiciones materiales y estructurales de habitabilidad del espacio y hacinamiento. A fines de enero de 2021, en tanto, se pronosticó un sistema frontal con altas intensidades de precipitaciones y características meteorológicas que no se evidenciaban desde el desastre de 1993. Se realizó una evacuación preventiva.

“La organización comunitaria al interior del Campamento Dignidad se configura a partir de una división socio-territorial en cuatro etapas, cada una liderada por una dirigenta y una vocera que se encarga de las comunicaciones con organizaciones externas e instituciones estatales”, señala Acuña. “Esta organización parece estar basada en prácticas comúnmente asociadas a liderazgos femeninos –como el cuidado– y en la ayuda comunitaria y diversificación equitativa del trabajo femenino”, agrega.

“En el contexto de la pandemia por coronavirus fueron las mujeres quienes tomaron el rol cuidador, en forma de fiscalización y educación para prevenir los contagios”, asegura la antropóloga de la U. de Chile, Leila Juzam. «En el caso de los hombres, estos colaboran en momentos de emergencia mediante el apoyo en situaciones específicas, como en la autoconstrucción de las viviendas, guardias en momentos de ocupación de terrenos y alertas de riesgo de aluvión», señala.

Actualizar el concepto de resiliencia

Las investigadoras proponen en su estudio “expandir el concepto de resiliencia”, apuntando hacia una transformación del sistema, de la mano de la construcción de nuevos principios morales para la GRD, que incluyan a la categoría moral de dignidad. “Lo que sugerimos son dos consideraciones a la GRD en asentamientos informales es que el concepto de resiliencia incluya una noción de dignidad como categoría moral, y políticas de desarrollo se hagan cargo del problema habitacional y las desigualdades de género que conlleva”, plantea Sofía Valdivieso.

“El problema de la vivienda está íntimamente relacionado con desigualdades de género y la gestión del riesgo en asentamientos informales. Si bien ha hecho el hincapié en comprender los recursos y fortalezas de género con el mismo entusiasmo con que se estudian su vulnerabilidad en situaciones de desastres, la “feminización de la responsabilidad”, puede terminar reforzando las relaciones de género asimétricas existentes si es que no se rompe con los estereotipos y roles de género”, advierte Juzam.

Según el estudio,  las iniciativas de GRD deberían reducir la vulnerabilidad de las mujeres y buscar el modo de centrarse en las causas fundamentales de esta vulnerabilidad para diseñar programas sensibles al género, a la medida de sus intereses, necesidades y expandiendo sus capacidades.

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