La investigación incluyó un análisis desde la caracterización y evaluación química de las especies, a modo de generar un precedente en estos individuos.
“Caracterización y evaluación taxonómica de ceras de hojas en plantas (cadenas largas de ácidos grasos, alcanos y alcoholes): como biomarcadores de vegetación de especies del bosque templado sudamericano”, es el título de la investigación desarrollada por Carol Cerda-Peña. La estudiante del Doctorado en Ciencias con mención en Biodiversidad y Biorecursos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) trabajó junto al académico Dr. Sergio Contreras y acaba de publicar su estudio en la revista Ecological Indicators.
La investigación consideró ácidos grasos, alcanos y alcoholes en el análisis y la principal motivación fue la falta de información respecto al tema. Luego, se evaluó la posible identificación química de la especie. Un biomarcador es un indicador indirecto biológico y sus ceras foliares como tal fueron consideradas en la investigación. A través de los biomarcadores, como las ceras de hojas, se puede identificar tipos de organismos o especies e incluso inferir factores del ambiente. “A través de las ceras se logró diferenciar entre las especies de plantas consideradas en el estudio. Los indicadores quimiotaxonómicos presentes los llevamos a una escala más regional, ya que no solamente evaluamos un individuo de una especie en específico, sino que también consideramos varios individuos de una misma especie, las que se encuentran en diferentes condiciones climáticas”, explicó Carol Cerda-Peña, evidenciando que se pueden diferenciar con sus ceras foliares analizadas en este estudio.
Relevancia de la cera de hojas
La investigación consideró la variación ambiental, en específico temperaturas, y precipitación a la que están expuestas estas especies. A través del estudio se determinó mayor presencia de ácidos grasos, que alcanos o alcoholes en las especies dominantes del bosque “Al conocer esta diferencia, podemos seguir avanzando en el conocimiento de estas ceras con otras investigaciones sobre el suelo o los sedimentos lacustres, por ejemplo. Podemos incluso llegar potencialmente a modelar la vegetación que existió en el pasado”, explicó Carol Cerda-Peña.
Considerando estos factores, también se estima que la genética tiene relevancia además de lo meramente ambiental. “Este conocimiento es relevante, ya que anteriormente no existían datos. Por lo general, se mide el área de la hoja y su cantidad de agua. Este estudio evaluó compuestos presentes mayoritariamente en la cutícula de la hoja, que es la primera zona de contacto del individuo. A nivel fisiológico, protegen las hojas de las plantas y es necesario conocerlas en un contexto de cambio climático”, comentó Carol Cerda.
Por otra parte, existe la necesidad de utilizar las ceras de las hojas desde el punto de vista de biorecurso como una herramienta para otros estudios. Conocer sus características serviría para continuar con estudios paleoecológicos y paleoclimáticos. Es relevante también este conocimiento desde el punto de vista de la reforestación, ya que permitiría hacerse una idea de especies que existieron antes en algún sitio con suelo degradado, donde no existe información de referencia.
El estudio consideró muestras de la Región de la Araucanía y se espera que sea un punto de partida para futuras investigaciones en el área. “Es importante tener una base para estudiar el suelo o los sedimentos, por ejemplo. Se va a conocer la composición de la vegetación y serviría de respaldo para futuros estudios”, finalizó Carol Cerda-Peña.