En el norte de Haití, los agricultores invierten toda su energía en intentar ser más resilientes ante los fenómenos meteorológicos extremos, en un intento por protegerse de la pérdida de bienes y cultivos que suelen ocasionar las catástrofes naturales.
Una gran mayoría de la población, principalmente rural, del norte del país se enfrenta a una crisis de hambre, según el último informe de la Fase de Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, que ofrece una visión general de la gravedad y la magnitud de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
El Gobierno de Haití, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otros socios, ayudan a los agricultores de la región a recuperarse de un ciclo de sequías e inundaciones. Muchos de ellos han recibido ayudas económicas para trabajar en proyectos que han aumentado la resiliencia de sus comunidades.
Al igual que los agricultores de todo el mundo, están muy orgullosos de su modo de vida y de los cultivos que cosechan, y solo desean poder ofrecer un futuro a sus familias. Estas son algunas de sus historias.PMA Haití/Theresa PiorrMariette Samson perdió sus cultivos en una inundación en su pueblo del norte de Haití en enero de 2022.
Mariette Samson: Perdí todas mis judías
“Cuando nuestras tierras se inundan, perdemos todas nuestras cosechas. En enero, perdí todas mis judías, así como el maíz, los plátanos, las patatas, los ñames y la calabaza. Esta tierra alimenta a una familia de diez personas, pero no tenemos reservas de alimentos. He estado trabajando en la tierra de un vecino para poder compartir algunos sus productos agrícolas. Hoy solo han podido comer mis tres nietos; les he dado café y pan. Para el resto de la familia, estoy preparando unas judías que serán nuestra única comida del día.
He plantado para la próxima temporada y así volveremos a tener comida más adelante, pero hasta entonces pasaremos hambre.
Además, he trabajado para la comunidad aquí en Dubuisson entre julio y septiembre del año pasado. Construimos unas estructuras para que las repercusiones de las futuras inundaciones sean menos graves. Ese dinero me ha ayudado mucho”.PMA Haití/Theresa PiorrMarc Magloire muestra los frutos de su última cosecha de mandioca dulce.
Marc Magloire: Los domingos como remolacha
“La tierra de Limonade es fértil y tenemos muchas lluvias, pero siempre nos ha resultado difícil regar nuestros cultivos de forma constante. Trabajamos con el Programa Mundial de Alimentos para cavar canales de riego en las tierras de nuestra asociación de 200 agricultores y ahora podemos bombear agua para cultivar una amplia gama de nuevos productos, como berenjenas, coles, espinacas, cebolletas y remolachas. Ahora puedo volver a comer ensalada de remolacha los domingos, una costumbre local que me gusta mucho.
Antes de llevar a cabo la irrigación, durante la sequía solo podíamos comer una vez al día, pero ahora comemos tres veces al día y, además, podemos vender alimentos para cubrir las necesidades de nuestras familias.
Estoy orgulloso de ser agricultor, esta es mi vida; es una buena vida. Mis hijos continuarán la tradición de dedicarse a la agricultura, que es muy potente en esta región”.PMA Haití/Theresa PiorrElie Devil se encuentra frente al árbol de mango que salvó.
Elie Devil: He salvado un árbol de mango de la tala
“Mi vecino quería cortar un antiguo árbol de mango para hacer carbón, pero impedí que lo hiciera porque sé que la deforestación provoca la erosión del suelo, lo que perjudica a todas las personas y especialmente a los agricultores de Pilette, donde vivo.
Gracias al proyecto del Programa Mundial de Alimentos en el que participé, aprendí que la reforestación es muy importante para proteger el suelo y evitar las inundaciones; así que estoy deseando que se planten más árboles de mango, aguacate, cacao y café. Estos árboles protegerán nuestro medio ambiente y nos proporcionarán alimentos nutritivos.
Como comunidad, trabajamos juntos para implementar medidas de protección contra las inundaciones en los barrancos que desembocan en el río. Estas medidas impiden que los sedimentos y la tierra se desplacen por las laderas, pero aún nos queda mucho por hacer, ya que las últimas lluvias torrenciales han causado varios daños en el valle.
El clima está cambiando en esta región; la lluvia es cada vez menos previsible, por lo que mucha gente, como mi vecino, quiere cortar árboles para hacer carbón y poder sobrevivir. En el pasado, la lluvia era más constante y, por tanto, había más comida, y rara vez perdíamos nuestras cosechas por las inundaciones, por lo que la gente no necesitaba hacer carbón. Mi vecino ya no me habla, pero no me importa porque he salvado ese árbol de mango”.