El artículo, publicado en la revista eLife, presenta un análisis a escala genómica de diferentes especies de erizo de mar ─entre estas se encuentra Tetrapygus Niger, perteneciente a nuestra costa chilena─, la cual esclarece las relaciones evolutivas y propone una reevaluación del registro fósil de los erizos de mar.
Descubrir qué pasó hace millones de años atrás y cómo la evolución moldea lo que observamos hoy es una de las grandes interrogantes que la ciencia busca responder. Los erizos de mar son una especie que, a pesar de las evidentes diferencias, posee un importante punto en común con los humanos: los genes presentes en su genoma que son muy similares.
El estudio buscó dilucidar las relaciones filogenéticas y evolutivas entre diferentes especies de erizos de mar que habitan en diferentes partes del mundo, por medio de un grupo multidisciplinario, de distintas universidades, y liderado por el Dr. Nicolás Mongiardino Koch de la Universidad de Yale. Desde Chile, el Dr. Felipe Aguilera, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción, aportó con valiosos datos a la investigación.
“Nuestra colaboración fue entregando información inédita relacionada a datos de secuenciación de la especie Tetrapygus niger, para que fuera introducida en el estudio, también colaboré en el análisis de datos y la implementación de una aproximación bioinformática para hacer análisis filogenómicos y de reloj molecular , vale decir, ideamos un programa para identificar los genes que son útiles para realizar esta reconstrucción filogenética y estimar el tiempo de origen de linajes de erizos de mar”, detalla el académico.
El Dr. Aguilera lleva años trabajando con la especie Tetrapygis niger, que en términos evolutivos es muy basal, vale decir, ancestral en comparación con las especies de erizos que se utilizan para investigación científica en el mundo. Biólogo marino de formación y con especialización en biología evolutiva, biología del desarrollo, y bioinformática, su interés surge porque a pesar de las diferentes especies el proceso del desarrollo embrionario es muy similar.
“Siempre intento trabajar con especies que son poco utilizadas en investigación científicas, pero con posiciones filogenéticas claves en el árbol de la vida animal, ya que me permiten recopilar información interesante y una de esas son los erizos de mar. Estas especies muy importantes porque en términos evolutivos están los cordados, los vertebrados ─como nosotros─, los peces y de manera más ancestral, los erizos de mar. Entonces todo lo que yo pueda encontrar en los erizos de mar, si lo proyecto en términos evolutivos, por ejemplo, en la búsqueda de una proteína que cure el cáncer en humanos, es bien probable que funcione porque el ancestro común entre erizos y humanos estuvo presente en la tierra hace unos 400 millones de años aproximadamente”, explica el Dr. Aguilera.
Antes de este estudio publicado por la revista eLife se decía que la diversificación de los erizos ocurrió antes de la extinción masiva del Pérmico-Triásico. Sin embargo, los investigadores descubrieron que en realidad hay fósiles que están antes del periodo geológico pérmico, pero la diversificación fue justo cuando ocurre la extinción masiva de los dinosaurios. “Esto quiere decir que previo a este hecho hay erizos de mar que sobreviven y que a partir de ese punto comienzan a diversificarse en grupos y especies que existen en la actualidad en todas las latitudes. Esa es la discrepancia, nosotros encontramos a nivel molecular y genómico, que la diversificación de las especies fue después de ese evento y los registros fósiles decían que era antes, entonces hay una especie de laguna entre los registros fósiles y la información presente en los genomas. Lo que nosotros estamos proponiendo es que faltan estudios paleontológicos para corroborar lo que descubrimos a nivel molecular”, puntualiza el académico.
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