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Día de la biodiversidad: entre amenazas y la urgencia de la conservación

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Fecha mundial instaurada por la ONU el 22 de mayo, sirve para declarar el rol crucial que juega el medioambiente en el bienestar humano. 

La actividad humana ha alterado el medio ambiente en un 75% y el marino en un 66%. Así mismo, más de 40 mil especies de anfibios, mamíferos, árboles y crustáceos, entre otros, se encuentran en peligro de extinción en el mundo, según la Lista Roja de Especies Amenazadas, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Desde el año 2000, esa preocupación saltó a la esfera de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que creó el Día Internacional de la Diversidad Biológica el 22 de mayo. Una fecha sin aplausos, ni celebraciones y que se conmemora con el objetivo de informar y concienciar a la población y a los estados sobre las cuestiones relativas a la biodiversidad.

La diversidad biológica o biodiversidad, se refiere a la variedad de seres vivos existentes. Incluye también, las diferencias genéticas de cada especie, tanto en animales, plantas y microorganismos que nacen, crecen, se desarrollan y evolucionan en determinado ecosistema. 

La satisfacción de muchas necesidades humanas depende del buen funcionamiento de la biodiversidad, siendo un componente esencial de ella los bosques nativos. La pérdida de estos ecosistemas y sus especies reviste un peligro inminente, ya que juegan un rol clave en el bienestar humano. 

Especies en Chile bajo amenaza

En ese sentido, poco más del 90% de las especies arbóreas evaluadas en Chile se encuentran amenazadas, sostiene el académico Cristian Echeverría Leal, director del Laboratorio de Ecología de Paisaje (LEP) y de Foresta Nativa de la Universidad de Concepción. 

En el LEP, con experiencia en investigación científica y evaluación del estado de conservación de especies nativas, se ha llegado a la conclusión que muchas de estas se encuentran en alto riesgo de extinción. “Además de aportar en la evaluación de varias especies arbóreas para las clasificaciones locales, también hemos trabajado para que estas especies chilenas sean incluidas en las bases de datos globales de la UICN, lo que ha permitido relevar su importancia a nivel planetario”, afirma Echeverría, quien es doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido.

Dentro de esas investigaciones, hay incluso algunos árboles endémicos de Chile que presentan una condición más extrema aún, aclara el académico. “Evaluaciones globales en las que participamos, han revelado que hay doce especies monotípicas en el mundo, en el sentido de que tienen un solo representante por familia. De esas doce, hay dos que son chilenas, el queule y el olivillo”, sostiene.  

El ámbito estatal, también aborda esta preocupación, según explica Fabiola Lara Salinas, Coordinadora Regional Zona Macro Sur de la Iniciativa de Conservación de Especies Amenazadas de la Seremi de Medio Ambiente de la Región del Biobío. “El proyecto de conservación de especies amenazadas, intenta compatibilizar la actividad productiva de las zonas rurales con la conservación de la biodiversidad. Para ello, tenemos tres especies principales, que son el Zorro de Darwin, el Huemul y el Queule, en el Chile central y en la zona macro sur”. 

Agrega que en Biobío, donde opera la oficina central de la iniciativa, se establecen predios pilotos donde se trabaja con protocolos para esas especies, donde entre otras aristas, “se han erradicado especies exóticas invasoras y diseñado circuitos turísticos vinculados a queule, para mostrar los remanentes muy pequeños que quedan de esta especie que está en peligro, por causas como incendios, cambio climático, explotación excesiva de sus frutos y cambio de uso de suelo”, señala.

Así mismo, la investigadora del LEP, Paula Gatica Saavedra, argumenta que “el establecimiento y regeneración del queule es limitado, ya que los árboles maduros son reducidos y su hábitat se encuentra degradado, todo lo cual redunda en que la especie se encuentre en estado crítico”. 

En cuanto a la conservación de este árbol, la Bióloga y Doctora en Ciencias Forestales, señala que hay importantes desafíos que se deben asumir, como la educación ambiental de medianos y pequeños propietarios, así como el compromiso de la empresa privada, basado en acciones eficaces de conservación. “También se debe crear una red de monitoreo de las subpoblaciones que existen. Es indispensable conocer año a año el estado de los individuos (vivos, muertos, cortados, etc), así como identificar si alguna subpoblación se ve afectada o desaparece, por incendios o nuevas amenazas”, puntualiza. 

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