Por: Dr. Roberto Urrutia, investigador principal CRHIAM y decano de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción.
Actualmente Chile busca ser una potencia agroalimentaria. Un ejemplo de ello es que en 2016 las exportaciones de este sector alcanzaron un valor de 16.000 millones de dólares, lo que representa el 28% de las exportaciones del país. Se espera que para el año 2030 las exportaciones agroalimentarias se dupliquen, llegando a valores de 32.000 millones de dólares. Sin embargo, este sector es el que mayor agua consume, con aproximadamente un 80% de consumo de agua disponible, lo cual lo hace muy sensible a los escenarios de escasez hídrica.
Nuestro país puede ser considerado como privilegiado en relación a los recursos hídricos. Posee un “caudal medio total” de 53.000 m3/habitante/año, valor significativamente superior al promedio mundial (6.600 m3/habitante/año) y superior a los 2.000 m3/habitante/año, considerado internacionalmente como el límite para el desarrollo sostenible.
Sin embargo, durante la última década el Centro Sur de Chile ha experimentado un déficit de lluvias, con un promedio de un 30-40% menos de precipitación. Además, el aumento de las temperaturas, producto del cambio climático, tiene una incidencia en la disponibilidad de agua, siendo esta década la más seca y cálida registrada desde 1900. Este incremento en la temperatura generará una mayor pérdida de agua por evapotranspiración, aumentando la demanda de agua para riego agrícola.
Considerando la actual de disponibilidad hídrica en Chile y el efecto del cambio climático, la Estrategia Nacional de Recursos Hídricos (ENRH 2012) propuso medidas a implementar durante el período 2012 – 2025, que buscan mitigar los posibles escenarios de escasez hídrica, a través cinco ejes de acción: 1) Gestión eficiente y Sustentable, 2) Mejorar la Institucionalidad, 3) Enfrentar la escasez, 4) Equidad Social y 5) Ciudadanía informada.
Dentro del eje 3, “Enfrentar la escasez hídrica”, se indicaron cuatro estrategias para obtener agua de distintas fuentes o tratamientos, siendo uno de ellos la obtención de este recurso a partir de fuentes de agua no convencionales.
Es en este sentido que el reúso de aguas residuales tratadas en el sector agrícola surge como una alternativa interesante para mitigar esta escasez, ya que permitiría un uso más eficiente y sustentable de los recursos hídricos, además de reducir la carga de contaminantes que son vertidas a cuerpos de agua superficiales y las zonas costeras.
En Chile, el sector industrial consume grandes cantidades de agua (12%), que podrían ser reutilizadas y contribuir a disminuir la contaminación acuática, así como optimizar su uso en los distintos procesos industriales. En este contexto, una de las industrias más importantes a nivel nacional y, por lo tanto, con un alto potencial para el reúso de sus efluentes tratados es la industria de la celulosa.
Esta se desarrolla en la zona centro y zona sur del país, siendo la Región del Biobío la que concentra la mayor parte de la capacidad total de producción y se espera que esto incremente con la incorporación de nuevos proyectos de desarrollo industrial. Por lo cual, el reúso de aguas residuales provenientes de la industria de celulosa se presenta como una alternativa altamente atractiva para mitigar la creciente escasez de agua para la agricultura, tal como está siendo abordada por el proyecto FIC Región del Biobío 40036117.